MERCOSUR: Una integración con asignaturas pendientes en el 2000

La integración del Mercosur resultó mucho más compleja de lo previsto por los negociadores a mediados de los año 90, cuando el proceso estaba en plena marcha, y al comenzar el 2000 aún quedan muchos temas pendientes.

El nuevo régimen común automotor, que debió haber entrado en vigor el primer día de este año, es una de las asignaturas pendientes y las posiciones inflexibles de Argentina y Brasil no auguran un acuerdo a corto plazo, ni aún con el cambio de gobierno argentino.

Es que, a pesar del oxígeno que le dio a la relación entre Buenos Aires y Brasilia la sustitución el 10 de diciembre de Carlos Menem por Fernando de la Rúa, se acumularon tantos conflictos que ahora queman las manos de funcionarios de segunda línea.

Argentina y Brasil, los principales países socios del bloque del que forman parte también Paraguay y Uruguay, están decididos a dedicar este año a la coordinación macroeconómica, la armonización de estadísticas, la unificación de parámetros para medir el déficit fiscal y el desempleo.

Pero el lanzamiento de esta estrategia de convergencia de mediano y largo plazo, si bien es aprobada por los sectores privados, resulta mucho menos urgente que los conflictos de competencia en temas concretos, como en el comercio del azúcar, los pollos o los productos lácteos.

Las reuniones técnicas que comenzarán en febrero para elaborar una única manera de medir la desocupación no serán en vano, pero tampoco podrán evitar que continúe el desesperante traslado de inversiones argentinas hacia Brasil, como ocurrió ya con 17 empresas fabricantes de partes de automotores.

El secretario de Política Industrial de Brasil, Helio Mattar, admitió que los menores costos de producción en ese país y la depreciación del real atrajeron inversiones en desmedro de Argentina, que tiene su moneda sobrevaluada, pero negó que Brasilia esté pensando en mediar en este proceso.

La decisión de la empresa holandesa Philips de cerrar su fábrica de lámparas de Buenos Aires dejó este mes sin trabajo a 140 personas. Pero lo más grave del caso es que sus directivos prevén mudarse a Brasil, donde se les prometen mejores beneficios económicos.

El secretario de la Unión Industrial Argentina, Ignacio de Mendiguren, advirtió que otras empresas han tomado el mismo camino de Philips y el proceso continuará. "Tenemos certeza de que esto va a seguir hasta que no se tomen medidas para neutralizar las asimetrías entre los dos países", afirmó.

Un ejemplo de los problemas que genera el desequilibrio en el Mercosur es lo que ocurre con las fábricas de maquinarias agrícolas de la provincia de Santa Fe, en el centro de Argentina, sumida en una de las peores crisis de su historia por causa de la caída de los precios internacionales y la competencia brasileña.

La importación de equipos brasileños, debido a los precios más bajos, pasó de 15 por ciento en 1993 a 35 por ciento en 1998.

Los casi 6.000 trabajadores de este sector ruegan hoy para que los negociadores revean las cláusulas de integración del bloque, mientras los empresarios estudian instalarse en Brasil.

"Hay una incompatibilidad absoluta entre los dos países, nuestras políticas industriales son diametralmente opuestas y, sin embargo, el gobierno anterior de Menem confiaba en que el mercado lo solucionaría todo en el mediano plazo", lamentó un directivo.

Estos fenómenos resultan al menos paradójicos en un bloque que se había formado al comenzar los años 90 con la idea de competir con más fuerza en una economía globalizada y de atraer capitales externos, seducidos por un mercado de más de 200 millones de potenciales consumidores.

El Mercosur representa 70 por ciento del producto bruto de América del Sur y 64 por ciento de la población. El intercambio comercial entre sus miembros, pasó de 4.000 millones de dólares a principios de la década del 90 a 20.000 millones al finalizarla, pero en los últimos 12 meses se manifestó un estancamiento.

La contracción que comenzó a fines de 1998 se acentuó a comienzos de 1999 por la devaluación de la moneda de Brasil, que restó competitividad a los productos del resto del bloque. Las ventas argentinas a ese país cayeron de 33 a 21 por ciento entre un año y otro.

Este retroceso hizo que los países socios cerraran sus fronteras comerciales en lugar de avanzar hacia una unión aduanera, como era lo deseable y lo comprometido.

El alza de tarifas es un dato que se traduce en infinidad de conflictos sectoriales, como el que enfrenta a los productores de pollos de Argentina y Brasil.

Los argentinos acusan de competencia desleal a sus colegas brasileños y denunciaron el caso ante la justicia para que frene los ingresos de esos productos.

Brasil, por su parte, respondió con la amenaza de trabar el ingreso de productos lácteos argentinos que, según acusa, habrían bajado los precios 30 por ciento en 1999 para poder competir en ese mercado.

Del mismo modo, los productores de azúcar, sector que siempre fue exceptuado de la reducción arancelaria automática, tenían sus esperanzas depositadas en este nuevo año, pero al parecer se verán frustradas por una doble realidad.

Por un lado, Brasil sigue resistiéndose a reducir los subsidios indirectos que otorga a la producción de caña local para la fabricación de alconafta (combustible) y, por el otro, fracasaron las negociaciones para avanzar en la liberalización mundial del comercio de ese producto.

El fracaso de la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio realzada a fines del año pasado en Seattle, Estados Unidos, implicará sin dudas una demora en los plazos de liberalización previstos para estos primeros años del nuevo milenio.

Así, la idea primordial de ir bajando a partir del año próximo los aranceles que protegen el azúcar se vería afectada por estas demoras.

En cuanto al libre tránsito de personas por los cuatro países del bloque, no hubo cambios sustanciales, aunque en el marco de los conflictos pendientes, éste parece ser el menos grave y el más fácil de impulsar, una vez que se normalice la situación comercial y se coordinen las pautas macroeconómicas.

En definitiva, si se considera que el mercado común es la instancia última de integración precedida por una unión aduanera, el Mercosur, que aún se debate en una zona de libre comercio con una extensa lista de excepciones al arancel externo común, tiene en este 2000 un largo camino aún por recorrer. (FIN/IPS/mv/dm/if ip/00)

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