La transición a la economía de mercado ha sido difícil para Kirguiztán, pero su gobierno aprendió a valerse de organizaciones no gubernamentales (ONG) para proteger las conquistas educativas logradas en la era soviética.
"El gobierno da prioridad a los objetivos y propósitos de (la iniciativa) Educación para Todos (EPT), declaró por teléfono desde Bishkek, la capital del país, Tursunbek Bekbolotov, coordinador nacional de EPT.
Bajo la iniciativa de EPT, lanzada en 1990 durante la Conferencia Mundial sobre Educación para Todos, los países accedieron a trabajar para lograr objetivos específicos desde la educación básica hasta la alfabetización de adultos.
En el caso de Kirguiztán, eso significa mantener intactas las conquistas en educación, a pesar de los escasos recursos para hacerlo.
Durante la época soviética, los países de Asia Central lograron prácticamente un 100 por ciento de alfabetización, y la región todavía se mantiene con escasa desigualdad por género, al revés de otras partes del continente.
A pesar de las declaradas prioridades oficiales, los gastos en educación cayeron de 7,5 por ciento del producto interno bruto (PIB) en 1990 a cinco por ciento en 1998. Por otra parte, la participación del sector educativo en el total de los gastos gubernamentales subió de 19 a 23 por ciento en el mismo lapso.
La transición al libre mercado perturbó a la economía. Desde 1990 se contrajo casi 50 por ciento dado que los subsidios procedentes de Moscú se suspendieron y el comercio con otras antiguas repúblicas soviéticas vecinas se derrumbó.
De todos modos, Kirguiztán es considerado uno de los países del centro de Asia que tuvo mayor éxito al reducir el control estatal en la economía y al privatizar las empresas públicas. Esto ha creado condiciones para una recuperación económica insólita en las ex republicas soviéticas de la región.
"La esperada recuperación de la economía kirguiz probablemente dará más impulso al sector educativo del país", declaró Oleg Ostroukhov, analista y experto en educación del Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales, un grupo de estudios basado en Moscú.
Kirguiztán está apuntando ahora a un crecimiento acumulativo de su economía de 11,5 por ciento en el próximo trienio. Según el plan, la producción industrial deberá subir siete por ciento entre 1999 y 2001, y la producción agrícola 15,5 por ciento en el mismo período.
El país, que linda con China y las tres antiguas repúblicas soviéticas de Kazajstán, Uzbekistán y Tayikistán, fue uno de los estados más pequeños y pobres de la Unión Soviética.
A pesar de que dos tercios de sus 4,5 millones de habitantes viven en áreas rurales, el país, predominantemente musulmán, se puede enorgullecer de su alto índice de alfabetismo, que alcanza a 98 por ciento.
"Queremos que la educación básica sea accesible a todos en el 2000", dijo Bekbolotov. Un informe nacional, preparado para una conferencia que se celebró este mes en Bangkok, expresó que el país está comprometido a "mantener a los escolares con altos niveles de instrucción".
La Constitución de 1993 expresa que "cada ciudadano tiene el derecho a la educación". Agrega que la enseñanza básica es obligatoria y gratuita. La ley de educación, enmendada por última vez en 1997, dice que el vibrante sector educativo es una condicion indispensable para el desarrollo sustentable.
En 1996, el país aprobó el quinquenal Programa Nacional de Educación "Bilim", destinado a resolver problemas como la calidad y la accesibilidad de la educación. El plan incluye la adopción de nuevos libros de texto, métodos de enseñanza y el envío de los mejores alumnos al exterior para complementar su instrucción.
En febrero, el presidente kirguiz firmó el decreto número 41 sobre el programa nacional "Jetkinchek" destinado a garantizar el amplio acceso a la enseñanza, especialmente para los 17.000 huérfanos del país, los niños discapacitados y aquellos de hogares socialmente marginados.
Al mismo tiempo, "la adhesión de Kirguiztán a los principios de la sociedad civil y el papel activo de las ONG, inadvertido en el resto de Asia Central, parece ser una buena señal para la educación", apuntó Ostroukhov.
Por ejemplo, para suplementar la limitada financiación educacional por parte de las arcas estatales, alrededor de 400 fideicomisos o fondos han sido establecidos en todo el país.
Debido a sus problemas económicos, Kirguiztán aprendió que las ONG pueden ayudar en materia de educación a recuperar a grupos no contemplados por el sistema. De mil ONG que existen en el país, por lo menos 200 están directamente involucradas en temas sociales y educativos, incluso el EPT.
"Creemos que los temas de educación deben ser objeto de preocupación de parte del gobierno y de la sociedad, singularmente de las ONG", opinó Bekbolotov.
Esa asociación entre gobierno y ONG ya produjo algunos buenos resultados que mitigaron los dolores de la transición a la economía de mercado.
La matrícula en las escuelas primarias aumentó de 92,6 por ciento en 1991 a 97 por ciento en 1998. Simultáneamente, la deserción escolar bajó de 16.500 casos en 1996 a 5.000 en 1998, porque los departamentos educativos controlan a los niños y niñas que no asisten a clase.
Según Bekbolotov, las deserciones escolares descendieron aún más en 1999, aunque aún no se conocen las cifras definitivas. A diferencia de otras naciones de la región, los niños y niñas de Kirguiztán son más proclives a dejar la escuela porque se les pide que ayuden a sus padres en el campo o en el comercio.
El gobierno declaró que este será el año de "la juventud y la educación". (FIN/IPS/tra-en/sb/js/ego/aq/ed/00