JAPON: Ambición de ingreso a órgano ejecutivo de ONU está vigente

Japón considera que es hora de reformar la Organización de las Naciones Unidas (ONU), pero tendría que convertirse en miembro permanente del Consejo de Seguridad para impulsar verdaderos cambios.

Hasta ahora, Japón no ganó mucho terreno en su campaña por integrar el Consejo como miembro permanente, un paso que prepararía el camino para ejercer un papel protagonista en el foro mundial.

Un equipo de funcionarios de la cancillería solicitó este mes el apoyo de una delegación China durante un día de conversaciones bilaterales sobre cuestiones de la ONU, pero no obtuvo el respaldo que buscaba.

China "no mostró cambios en su posición", declaró un funcionario japonés a la prensa luego del encuentro. Agregó que China "expresó su comprensión de los deseos de Japón" pero no le ofreció su apoyo.

Esto pese a que Tokio destacó sus "dificultades para obtener el apoyo público suficiente para pagar una abultada contribución de 20 por ciento a la ONU en caso de que Japón se transforme en miembro permanente", agregó.

Altos funcionarios de gobierno consideran que la aceptación de este país en el Consejo de Seguridad debió tener lugar hace mucho tiempo, teniendo en cuenta que Japón es el segundo mayor contribuyente de la ONU después de Estados Unidos.

Otros arguyen que la condición pacifista de este país lo hace indicado para un puesto permanente en el Consejo y que las condiciones de ingreso al selecto grupo tienen más de medio siglo, ya que fueron determinadas al final de la segunda guerra mundial.

Si Japón ingresa al Consejo, le será más fácil presionar para lograr las reformas que considera necesarias, añaden.

"Con el fin de la guerra fría, debe haber cambios en la estructura de la ONU, de 50 años de antigüedad, ya que las necesidades del mundo son diferentes", instó un funcionario de la División de las Naciones Unidas de la cancillería.

Entre las reformas que promueve Japón está la mejora del sistema para promover el desarrollo de los países pobres, propuesta también por países miembros del Sur.

Pero Tokio desea también que el Consejo de Seguridad sea ampliado y tenga 10 miembros permanentes en lugar de cinco. Esta reforma incluiría en el órgano ejecutivo del foro mundial a Japón y Alemania, los dos países agresores en la segunda guerra mundial.

La integración del Consejo como miembro permanente satisfaría la antigua ambición de Japón de restaurar su imagen de líder mundial tras su aplastante derrota por las potencias occidentales en la segunda guerra mundial, señalaron observadores internacionales.

Por este motivo, Japón convirtió el tema del Consejo en un punto fundamental de su diplomacia de posguerra, destacó Reinhardt Drifte, director de estudios japoneses de la Universidad de Newcastle-upon-Tyne, en su libro "La búsqueda japonesa de un asiento permanente en el Consejo de Seguridad".

Los diplomáticos japoneses realizan esa búsqueda desde que este país se incorporó a la ONU, en 1956, pero el notable crecimiento económico de posguerra alentó mucho más esa ambición, observó Drifte.

El primer ministro Keizo Obuchi destacó varios asuntos relacionados con la ONU entre los temas que abordará la próxima cumbre del Grupo de los Ocho (G-8, integrado por los siete países más industrializados y Rusia), a celebrarse en julio en la ciudad japonesa de Okinawa.

Obuchi sugirió la prevención de conflictos como uno de los temas a discutir, de acuerdo con las reformas del foro mundial propuestas.

Se prevé que las discusiones afectarán la próxima sesión del Milenio de la Asamblea General, que tendrá lugar este otoño boreal en Nueva York.

Pero mientras Japón destaca su postura pacifista, el gobierno inició un debate doméstico con su propuesta de reforzar el papel de las Fuerzas de Autodefensa. Algunos políticos creen que este fortalecimiento sería un factor crucial en la admisión de Japón en el Consejo de Seguridad.

Sin embargo, el público rechaza un país militarizado. En diciembre, el parlamento suspendió las discusiones sobre un posible descongelamiento de la participación de las Fuerzas de Autodefensa en las operaciones de paz de la ONU, porque se preveía que las conversaciones llevarían demasiado tiempo.

Los japoneses apoyan cada vez más el esfuerzo de su gobierno por transformarse en miembro permanente del Consejo -y así adquirir un perfil político más destacado, acorde con su influencia económica-, pero distingue eso de la militarización, destacó Kuniko Inoguchi, profesora de la Universidad de Sofía experta en asuntos de la ONU.

"Muchos jóvenes japoneses, que crecieron en medio de la prosperidad económica, creen que su país está listo para tener un papel más activo en los asuntos mundiales, en especial a través de la ONU, a la que Japón aporta mucho dinero", señaló Inoguchi.

"Pero al mismo tiempo", observó, "hay un consenso sobre que Japón no tiene que usar las armas sino su influencia económica y su tecnología para promover un mundo mejor". (FIN/IPS/tra-en/sk/ccb/js/mlm/ip/00

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