Irán dio grandes pasos para cerrar la brecha de género en la educación ya que alcanzó una diferencia relativamente pequeña entre el número de hombres y mujeres alfabetizados, de 79 y 69 por ciento respectivamente.
Teherán anunció en agosto que redujo el número de analfabetos a 10 millones, alrededor de 15 por ciento de la población de 66 millones de habitantes del país.
Actualmente, alrededor de 74 por ciento de los iraníes mayores de 15 años saben leer y escribir.
La política educativa apunta a reducir la brecha entre el número de niños y niñas inscriptos en las escuelas primarias y asegurar que, a nivel nacional, la calidad de la educación que reciben las mujeres sea igual que la de los hombres.
"El país está alcanzando sus objetivos de inscripción de las niñas en las escuelas de acuerdo con su plan de desarrollo general", dijo Masoumeh Raghebi, jefe de comunicaciones internacionales del estatal Centro de Participación de la Mujer.
El plan incluye el establecimiento de 136 internados para niñas en las regiones rurales donde las tradiciones de segregación de género han obstaculizado las campañas de alfabetización.
El primer Informe Nacional de Desarrollo Humano de Irán, divulgado en Teherán el mes pasado, también indica mejoras sustanciales en la educación durante los últimos 10 años.
Sin embargo, el informe también confirma marcadas desigualdades entre las 28 provincias del país y recalca la necesidad de reformas para salvar esas diferencias.
El informe, preparado con el apoyo de varias organizaciones de la Organización de las Naciones Unidas, aboga por un crecimiento económico de calidad mediante una mejor administración pública, descentralización y mejoras cualitativas en la educación.
Los autores urgen a los políticos que tomen medidas para mejorar el índice de alfabetización entre los ciudadanos de las provincias más pobres, y que adopten reformas que apoyen el trabajo de la mujer y fortalezcan su papel en la sociedad.
Un estudio de la Asociación de Evaluación Internacional (IEA) reveló que aunque el nivel de educación en Irán es más bajo que en otros países, lo que se enseña a estudiantes hombres y mujeres es similar.
El énfasis en la educación femenina en un momento en que muchas mujeres de la región todavía luchan por salir del hogar podría tener su origen en la revolución islámica de 1979 que derrocó a la monarquía pro-occidental.
La revolución fue en parte una respuesta a la creciente influencia extranjera en la política y la cultura iraníes que la clase dirigente religiosa siempre intentó evitar, incluso a expensas del aislamiento internacional.
"El arma más efectiva para contrarrestar el ataque cultural (extranjero) es hacer que los estudiantes se involucren en los estudios y la investigación", dijo A. Bayat, director de relaciones públicas del Club de Jóvenes Estudiantes.
"Si queremos un futuro brillante para la investigación y los estudios en este país deberíamos prestar más atención a todos los estudiantes", agregó.
El ministro de educación Hossein Mozafar dijo que el sistema educativo necesita una profunda revisión. "La estructura actual de la educación carece de interés, es unilateral y clásica. Los estudiantes que buscan conocimiento deberían orientarse hacia la investigación", declaró.
El país tendrá que mejorar su infraestructura educativa antes de alcanzar la excelencia académica. El estudio de la IEA muestra que el nivel educativo de los maestros iraníes (con un máximo de 14 años de educación) es más bajo que en otros países (con un máximo de 15 años de educación).
La cantidad de estudiantes por salón de clases es muy alta y el período educativo de un año académico es menor que en otros países. Las familias no disponen de libros u otros medios culturales y educativos.
Sin embargo, la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia sostienen que la mejora de la educación de las niñas en Irán es el mejor ejemplo en una región islámica donde la búsqueda del saber se considera un deber religioso.
Las escuelas religiosas tradicionalmente divulgaban el pensamiento y la cultura islámicos en Irán hasta que se adoptaron los programas liberales occidentales.
David Menashri, autor de "Education and the Making of Modern Iran" (La educación y la construcción del Irán moderno), señaló la tensión que existe entre los grupos que apoyan los valores de la cultura tradicional y los que promueven la educación "progresista" orientada a occidente.
A su juicio, el sistema educativo resultante aseguró una mayor alfabetización pero también contribuyó a una división ideológica que llevó a la revolución de 1979.
Para muchos, la revolución islámica llevó a un cambio en los derechos de la mujer, pero también sentó las bases para una mayor conciencia de la necesidad de educar a las mujeres no sólo para preservar los principios de la revolución sino también para promover la herencia persa preislámica del país.
En los años 80 y 90, las mujeres se vieron obligadas a ingresar masivamente al mercado laboral debido a que muchos hombres fueron despedidos de sus empleos por sus vínculos con la monarquía o murieron en la guerra de 1980-88 con Iraq.
Para muchas mujeres, el trabajo significó independencia económica y un nuevo motivo de orgullo. "Después de la revolución las mujeres se negaron a volver al papel tradicional de ama de casa y madre", dijo la escritora Haleh Esfandiari.
Dos décadas después de la revolución, "el tema de la mujer continúa ocupando un lugar central en la república islámica", agregó.
Los esfuerzos para eliminar la brecha de género también podrían responder a otra realidad posterior a la revolución. En la última década, la tasa de crecimiento de la población cayó más que en cualquier otra parte del mundo, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Población.
Casi dos tercios de la población es menor de 30 años y más de la mitad es menor de 21. Este grupo, que fue clave para la victoria del candidato reformista Mohammed Jatami en las elecciones presidenciales de 1997, podría surgir con fuerza en la definición de la agenda educativa del país.
Irán comenzó un programa de reforma de la educación secundaria pensado para que el sistema de educación y capacitación sea más rentable, de mejor calidad y orientado a las necesidades del mercado laboral.
Los planificadores educativos enfrentan grandes desafíos. Con frecuencia muchos niños no asisten a la escuela debido a prioridades de los padres. La tasa de inscripción de las niñas es baja en las áreas desaventajadas del país.
En algunas provincias, los padres no envían a sus hijas a las escuelas que tienen maestros hombres debido a prejuicios étnicos y religiosos profundamente arraigados. Muchas de las madres en algunas áreas rurales son analfabetas y no consideran que la educación sea esencial para sus hijos, y en particular sus hijas. (FIN/IPS/tra-en/su/an/at/aq/ed/00