Si se realiza una búsqueda en Internet usando las palabras clave "drogas" e "Indonesia", se puede encontrar un documento del Departamento de Estado estadounidense que describe a este país de Asia como un mero punto de tránsito del narcotráfico.
Sin embargo, la Campaña Nacional Antidroga (Granat), una organización no gubernamental, afirmó que esa descripción se ha vuelto insuficiente, porque Indonesia no sólo se ha convertido en uno de los principales consumidores de estupefacientes sino que ahora también es productor.
Las autoridades, que ya estaban alarmadas por el creciente consumo de drogas, se han mostrado aún más inquietas después de un reciente allanamiento policial en la capital que descubrió un laboratorio donde se procesaban píldoras del alucinógeno sintético conocido como "éxtasis" o MDMA.
Desde hace mucho se sabe que ciertas áreas de Indonesia son productoras de marihuana, conocida localmente como "ganja", destinada sobre todo al consumo doméstico.
Sin embargo, grupos de vigilancia como la Granat y agencias gubernamentales aseguran que la creciente cantidad de consumidores en el país se ha volcado ahora a la heroína y el "éxtasis".
Si bien se cree todavía que la heroína proviene del exterior, las autoridades temen que la elaboración local de "éxtasis" pueda propagarse y empeorar el problema nacional de consumo de drogas.
Sólo este año, la policía secuestró alrededor de 162.852 píldoras de "éxtasis", no sólo entre artistas y jóvenes ejecutivos que a menudo las consumen en salas de baile, sino también entre universitarios y escolares.
Sutiyoso, el gobernador de Yakarta, se muestra decidido a erradicar el consumo y el tráfico de estupefacientes. El gobernador ordenó que todos los clubes nocturnos de Yakarta permanezcan cerrados durante la festividad musulmana del mes de Ramadán, porque en esos lugares se consumen y venden drogas.
Sutiyoso prometió que mantendría una estricta vigilancia de los lugares de entretenimiento y clubes nocturnos después de que termine el Ramadán.
"Quienes integran el circuito de la droga serán castigados. Esta nación podría ser destruida por las drogas si los traficantes comienzan a venderlas a alumnos de escuela primaria", declaró.
Según estadísticas oficiales, hay cerca de 1,3 millones de consumidores de drogas en Indonesia, pero la Granat sostiene que la cifra real quizás ascienda a 20 millones.
No hay duda de que incluso el consumo de marihuana está en alza, y un hospital de Yakarta informó que había comprobado un aumento de 50 por ciento en los pacientes que ingresan por abuso de drogas, provenientes de diferentes estratos sociales.
Expertos en cuestiones sociales opinaron que el aumento del consumo de drogas parece asociarse con un creciente malestar entre los jóvenes, que en muchos casos se acompaña del deseo de pertenecer a algo.
"Algunos adolescentes creen que el consumo de drogas ilícitas hace que formen parte del mundo moderno", señaló el psiquiatra Buan Trisna.
El gobierno ha tratado de combatir el fenómeno mediante el arresto de personas acusadas de estar vinculadas con el tráfico de drogas, incluyendo a militares. Pero está por verse que esas personas comparezcan ante algu tribunal, ya que las leyes en la materia son severas pero su implementación deja mucho que desear.
En agosto, dos altos oficiales del ejército, uno de los cuales era miembro de la unidad de fuerzas especiales, fueron apresados con paquetes de "shabu-shabu" (hidroclorato de anfetamina) y 7.000 píldoras de "éxtasis" en Manggabesar, un popular club nocturno de la capital.
El gobernador Sutiyoso ha pedido muchas veces que las personas condenadas por delitos vinculados con las drogas sean castigadas con severidad, y sugirió que Indonesia siga el ejemplo de sus vecinos Malasia y Singapur, donde se aplica la pena de muerte a aquellos que compran, poseen o consumen drogas.
En la actualidad sólo los traficantes pueden ser sentenciados a la pena capital en Indonesia.
Muchos observadores se han mostrado perplejos por la cantidad de dinero que se gasta en comprar drogas, mientras el país aún lucha para recuperarse de la crisis económica que azotó el Sudeste Asiático en 1997.
Andreas, quien durante años fue adicto a las drogas pero hace poco inició una terapia de rehabilitación, aún no puede creer cuánto dinero empleó para mantener su vicio. "Cuando era drogadicto gastaba entre 35 y 45 dólares diarios. Ahora menos de dos dólares son suficientes para mí", dijo a IPS.
Añadió que se había podido librar de su adicción luego de tres meses en un "pesantren" o internado islámico. Los grupos musulmanes han sido los más activos en la realización de campañas antidroga en todo el país.
En los últimos meses, los "santri", alumnos de los pesantren, han formado numerosos grupos de activistas contra la droga, y algunos de esos grupos realizaron acciones violentas contra comercios, discotecas y otros sitios en los cuales suponían que se vendían y consumían estupefacientes.
Otras organizaciones musulmanas han organizado incursiones similares.
Muchos indonesios no son muy optimistas acerca del resultado de esas acciones. "Ya es muy tarde para entrar en acción contra las drogas, aunque más vale tarde que nunca", dijo Suparman, un jefe de aldea de Cikini, en la región central de Yakarta. (FIN/IPS/tra- en/ky/ccb/ego/mp/ip/00)