A medida que se aproxima nuevas rondas de conversaciones bilaterales de Estados Unidos con India y Pakistán, ambos países asiáticos desarrollan intensos esfuerzos para poner a Washington de su lado.
Las principales cuestiones en juego son el desarme nuclear, el terrorismo y la disputa entre Nueva Delhi e Islamabad por la región fronteriza de Cachemira, y un importante punto de referencia en el corto plazo es la posible visita del presidente estadounidense Bill Clinton a Asia meridional en marzo.
Nueva Delhi aspira a una exclusiva "asociación estratégica" con Washington, e Islamabad trata de mejorar sus vínculos con Estados Unidos, deteriorados tras el golpe militar del 12 de octubre en Pakistán.
El principal objetivo de India es aislar a Pakistán como "Estado terrorista", vinculándolo con el secuestro en diciembre de un avión de Indian Airlines. Lo que más agradaría a los funcionarios indios sería que Clinton visite Nueva Delhi y no Islamabad.
Pakistán ofrece cooperación a Washington, en especial en relación con el Tratado para la Prohibición Total de Pruebas Nucleares (CTBT) y el control del terrorismo en la región. Islamabad subraya que ambos países han cooperado en el terreno militar, a partir de objetivos comunes de estabilidad regional.
No está claro si alguno de los Estados asiáticos logrará su objetivo, pero es seguro que tanto India como Pakistán están dispuestos a empeorar sus relaciones bilaterales para mejorar las que los ligan con Washington, y también a ceder parte de su soberanía y su margen para tomar decisiones independientes.
Islamabad y Nueva Delhi están casi dispuestos a firmar el CTBT, al cual se habían opuesto con firmeza en el pasado.
Ambos gobiernos tienen la convicción de que firmar ese tartado no afectará de modo significativo sus programas nucleares, sino que los ayudará a legitimarlos y a aliviar la presión de las sanciones económicas que sufren en la actualidad por no suscribir ese acuerdo.
El gobierno de India confía en lograr algunas concesiones estadounidenses a cambio de la firma del tratado, y consultó a todos los partidos locales importantes para lograr un consenso al respecto.
Muchos de esos partidos expresaron reservas, y es probable que que el canciller indio, Jaswant Singh, aproveche ese hecho para regatear cuando se reúna con Strobe Talbott, secretario de Estado adjunto estadounidense.
Se prevé que el canciller insista en que India tiene "derecho a una disuasión nuclear creíble", lo cual quiere decir un gran arsenal nuclear sin restricciones.
Pakistán insinuó que firmaría el CTBT antes que India, pero se espera que haya oposición a ese propósito por parte de las fuerzas islámicas de ese país partidarias de la "Jihad" (guerra santa).
Es improbable que la firma del CTBT por parte de Islamabad sea seguida por un retroceso significativo en el desarrollo de armas nucleares paquistaníes, e Islamabad confía en que la aceptación del tratado le quite de encima la presión diplomática y las sanciones, que han puesto al país en riesgo de colapso económico.
Por otra parte, tanto India como Pakistán manejan como elementos de negociación con Estados Unidos la cuestión del secuestro del avión de Indian Airlines que se produjo el 24 de diciembre y duró una semana.
La imagen del gobierno indio se vio seriamente afectada por su capitulación ante los piratas y su pésimo manejo de la situación.
Las autoridades indias no aceptaron el consejo de aplicar un plan de emergencia para detener o asaltar el avión secuestrado cuando aterrizó en Amritsar, India.
Se supo que uno de los pasajeros era un jefe de estación del Ala de Análisis e Investigaciones, el servicio de Inteligencia externo (contraespionaje) de India, quien permaneció pasivo.
India se metió en un aprieto diplomático por no pedir al comienzo del episodio una mediación de la Organización de las Naciones Unidas o de Pakistán, que probablemente le habría evitado la humillación posterior.
Nueva Delhi no quiso dar legitimidad al gobierno militar paquistaní del general Pervez Musharraf, pero terminó dando legitimidad al gobierno aun más extremista del Talibán afgano, al aceptar la mediación de Afganistán.
India aún no ha reconocido en forma oficial a ese gobierno, y aún apoya a la Alianza Septentrional afgana de Burhanuddin Rabbani, el ex presidente derrocado en 1995 por el Talibán.
Para ocultar sus fracasos, Nueva Delhi está acusando a Islamabad de complicidad con los piratas aéreos, y afirmó que tiene "pruebas irrefutables" de ello, que mostrará "en el momento apropiado".
India se sintió alentada en su campaña "antiterrorista" por severas advertencias de Washington a Masood Azharf, a quien el gobierno indio liberó por exigencia de los piratas.
Sin embargo, Estados Unidos aclaró que no debe atribuírsele apoyo a la teoría india de que Islamabad tuvo responsabilidad en el secuestro.
De todos modos, Nueva Delhi considera que su mejor apuesta es atrapar a Washington en su propia retórica de apoyo a la democracia y oposición "por principios" al régimen militar de Musharraf.
India estima que este es el mejor momento para evitar una mayor internacionalización de la cuestión de Cachemira en el corto plazo, y establecer una asociación estratégica o una relación exclusiva con Estados Unidos en el largo plazo.
La cuestión de Cachemira se transformó en un problema de gran importancia para la comunidad internacional desde mayo de 1998, cuando India y Pakistán revelaron que poseían armas nucleares. El conflicto fronterizo armado en la región de Kargil, en Cachemira, estalló un año despues y subrayó la volatilidad de la situación.
Después de ese conflicto aumentó en Cachemira la militancia de los partidarios de separarse de India, e Islamabad ha tratado de explotar esa situación.
El golpe militar en Pakistán fue aprovechado por Nueva Delhi para buscar el aislamiento internacional de Islamabad.
India adoptó una posición muy dura contra el régimen de Musharraf, llegó al extremo de sabotear hace dos meses una cumbre de la Asociación de Cooperación Regional del Sur de Asia, y lanzó una campaña contra Pakistán acusándolo de ser un "Estado terrorista".
El plan de largo plazo de Nueva Delhi para lograr una "asociación estratégica" con Estados Unidos forma parte de su estrategia para integrar a India en la economía capitalista mundial.
El gobierno de India estima la magnitud del mercado indio, el desarrollo del país en áreas clave como la informática y su ubicación estratégica en el sur de Asia podrían tentar a Washington a establecer una relación privilegiada con Nueva Delhi.
Para contribuir al logro de ese objetivo, India decidió abrir en forma indiscriminada varios sectores de su economía a la inversión extranjera.
Sin embargo, es improbable que Washington abandone su larga vinculación con Islamabad, ya que hacerlo podría afectar sus intereses en otros países de la región, incluyendo a Afganistán.
Por otra parte, el gobierno estadounidense no parece dispuesto a contribuir a que la crisis interna paquistaní se agrave y aumentar el riesgo de que el conflicto de Cachemira lleve al uso de armas nucleares. (FIN/IPS/tra-en/pb/an/ego/mp/ip/00)