Empresas tabacaleras multinacionales, acusadas de inducir a personas a todas las edades al tabaquismo, decidieron iniciar una campaña contra el trabajo infantil en India, pero lo hacen impulsadas por intereses comerciales, según activistas.
El tradicional "beedi" indio (cigarrillo armado a mano) amenaza los intereses de las tabacaleras y por lo tanto éstas pretenden acabar con él valiéndose de las leyes que les sean útiles, en este caso las relativas al trabajo infantil y los derechos de los trabajadores, denunciaron activistas.
El beedi no sólo se interpone en el camino de las transnacionales que esperan aprovechar la liberalización comercial para realizar fuertes inversiones en el vasto mercado indio, sino que también compite en el menguante mercado occidental, incluso el de Estados Unidos.
"Fumar beedis se ha vuelto una moda entre los jóvenes excéntricos estadounidenses. Las importaciones de esos cigarrillos, baratos y con sabor a fruta, se duplicaron el año pasado", publicó en septiembre el diario The Wall Street Journal.
Los beedis, de unos cinco centímetros de largo, están hechos de tabaco especialmente cultivado y curado, envuelto con hojas de la planta tendu, que crece en los bosques. Setenta por ciento del tabaco fumado en India tiene la forma de beedis.
Esta amenaza fue suficiente para que Estados Unidos prohibiera los beedis arguyendo que su producción se vale de trabajo infantil y viola los derechos de los trabajadores.
La prohibición fue impuesta el 29 de noviembre, un día antes del comienzo de las reuniones de la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Seattle.
Pero Gro Harlem Brundtland, directora general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estuvo en Nueva Delhi la semana pasada para una campaña de dos días contra el tabaquismo, y declaró que su agencia no tiene "nada contra los beedis, siempre que no contengan nicotina".
La OMS solicitó a la OMC que no fuerce la apertura de los mercados de tabaco en los países en desarrollo, informó Brundtland, a quien el primer ministro indio Atal Bihari Vajpayee dijo que la industria del beedi genera empleos para mujeres rurales y niños.
El problema es que países como India precisan de inversión extranjera directa, que las multinacionales tabacaleras pueden ofrecer, señaló Derek Yach, coordinador especial de la iniciativa contra el tabaco de la OMC.
Durante su visita, Bundtland se reunió con varios miembros del gabinete de Vajpayee, incluido el ministro de Derecho, Ram Jethmalani, quien prometió todo su respaldo a la Convención Marco sobre Control de Tabaco, propuesta por la OMC.
Pero Brundtland no se reunió con Yashwant Sinha, el ministro de Finanzas, quien impulsó el proceso de liberalización y ofreció a las multinacionales tabacaleras el total de las acciones de la industria.
Sinha firmó un acuerdo con Estados Unidos por el que levantó 1.400 restricciones específicas a la importación de bienes agrícolas, textiles y de consumo que gozaron de protección por casi medio siglo.
En cambio, Sinha nunca protestó por la prohibición estadounidense de los beedis, cuya exportación a Estados Unidos significaba un importante ingreso para India, lamentaron activistas indios que asistieron a Seattle, como Vandana Shiva y Devender Sharma.
Las sanciones comerciales vinculadas con el trabajo eran una prioridad de la agenda de Washington en Seattle, y se transformaron en una de las causas del colapso de la conferencia.
"La prohibición del beedi prueba que, cuando se invocan normas laborales para aplicar sanciones comerciales, la verdadera intención es acceder a mercados o ampliarlos, en este caso en representación de los monopolios del tabaco", señaló Sharma.
Shiva destacó que una de las fábricas más grandes de beedis es en realidad una cooperativa, llamada Kerala Dinesh Beedi Worker's Cooperative Society, que representa uno de los mayores y más exitosos experimentos del mundo en materia de democracia industrial.
"Por otra parte, muchas de las gigantescas tabacaleras estadounidenses se establecieron en base a mano de obra esclava, y no tienen ningún derecho a predicar sobre los derechos de los trabajadores", acusó Shiva.
Lejos de promover los derechos humanos o laborales, las sanciones contra el beedi amenazan el sustento de millones de indios, la mayoría de ellos mujeres e indígenas, y no niños.
La industria del beedi genera empleos para 40 millones de hombres y niños que recogen las hojas de tendu utilizadas para envolver el tabaco, según un documento de la OMS titulado "Mujeres, niños y tabaco".
Otros 60 millones de personas, en su mayoría mujeres y niños, se ocupan de enrollar los beedis en su casa. Sólo 10 por ciento de los beedis se producen en fábricas regulares.
"Muchos niños asisten a la escuela y luego ayudan a enrollar beedis, y no se trata de 'trabajo infantil esclavo', porque la tarea se realiza en el hogar", observó Margaret Antony, una investigadora independiente de la industria del tabaco.
Además, la industria del beedi genera trabajo para los agricultores que cultivan el tabaco especial y para las personas que se encargan de su distribución y comercialización.
Para el gobierno, la industria del beedi constituye una importante fuente de recursos, que el año pasado generó 200 millones de dólares en divisas y 165 millones de dólares en impuestos.
"El gobierno debería retirar inmediatamente la concesión para la inversión extranjera directa y gravar las concesiones en el sector de los cigarrillos, para proteger el sustento de millones de agricultores, indígenas y mujeres que producen el beedi", instó Shiva. (FIN/IPS/tra-en/rdr/an/mlm/dv-if/00