FILIPINAS: Ir a la escuela no significa aprender

El acceso a la educación primaria aumentó en Filipinas en la última década, pero la repetición y la deserción escolares causadas por la pobreza y la corrupción opacan ese avance.

La pobreza es la principal responsable del aumento de la repetición de grado, la deserción y la mala calidad de la enseñanza en este país de 70 millones de habitantes, según un informe preparado para la conferencia "Educación para Todos", que se celebra esta semana en Bangkok.

La imposibilidad del alumno para ir a clase suele superar la eficacia del sistema escolar, apuntó el estudio preparado por la conferencia "Educación para Todos".

El informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) afirmó que Filipinas logró "resultados notables" en el aumento del acceso a la escuela primaria y los niveles de alfabetización desde 1989.

No obstante, aún queda mucho por hacer para mejorar el acceso a la educación preescolar, desarrollar mayor conocimiento entre los alumnos y hacer más eficiente el subsector primario.

El informe, basado en datos del Banco Mundial, señala que 1,7 millones de niños y niñas entre siete y 12 años no van a la escuela. "Los índices de deserción entre el primero y segundo grado también son más altos que en cualquier otro nivel", agrega.

Si bien los casos de deserción descendieron levemente de 9,2 por ciento en 1990 a 8,8 en 1997, "el índice absoluto fue de tal magnitud que significó un significativo desperdicio del sistema".

En efecto, "sólo siete de cada 10 alumnos que ingresan a primer grado terminan el sexto, y sólo cuatro (de 10) finalizan el secundario", declaró Víctor Ordoñez, titular de la Comisión Presidencial sobre Reforma Educativa y director de la principal oficina de Unesco en Asia-Pacífico.

Según Unesco, la pobreza, que según el gobierno afecta a 40 por ciento, o sea 28,8 millones de filipinos, es la razón principal de que los alumnos no accedan a la educación preescolar ni terminen la enseñanza básica.

La escuela no significa solamente asistir a clase. Si bien la educación pública es gratuita, gastos escolares como el transporte, el almuerzo y el material de estudio están por encima de la capacidad de las familias pobres, indicó el informe.

La pobreza también hace vulnerables a los niños en edad preescolar a las enfermedades y la desnutrición, lo cual disminuye sus posibilidades de permanecer en la escuela.

Edificios y materiales educativos insuficientes, aulas de clase superpobladas y maestros abrumados de trabajo y mal preparados también perjudican la tarea escolar, apuntó el informe de Unesco.

Casi "48 por ciento de las escuelas elementales del país carecen de agua corriente y 61 por ciento no tienen luz', indicó.

La corrupción es otro factor adverso y, según el Centro Filipino de Investigación Periodística, está presente en toda la burocracia educativa.

"La corrupción asume diversas formas, desde la de los funcionarios mal remunerados que retrasan los trámites hasta que los proveedores les untan las manos, hasta la de los políticos que cambian las reglas para favorecer a quienes los sobornan", dijo la experta Ivonne Chua.

El Departamento de Educación, Cultura y Deportes (DECS), que recibe la mayor parte del presupuesto destinado a la enseñanza, es considerado el organismo más corrupto del Estado.

Chua, autora de un libro de investigación sobre la corrupción en la educación filipina, dijo que esas prácticas, que alcanzaron su mayor auge en los años 90, "aumentaron el precio de los servicios educativos y provocaron el fracaso actual" del sistema.

Cada libro de texto es compartido por seis alumnos en el nivel primario y por ocho en el secundario. Alrededor de 3,5 millones, o más de 20 por ciento de los alumnos de escuelas públicas, ni siquiera tienen una silla para sentarse.

Las coimas absorben "entre 20 y 65 por ciento de los fondos destinados a la compra de libros de texto" explicó Chua.

Entre 1996 y 1998, el gobierno perdió 10,35 millones de dólares con la compra de 4,85 millones de textos a precios excesivos, no aprobados para su uso en escuelas públicas o cuya reedición no fue autorizada por el departamento de educación. "Y esto es solamente la punta del iceberg", dijo.

"Sin embargo, la mayor tragedia de corrupción en el sistema de educación pública se verifica cuando los maestros transmiten sus deformados valores a los alumnos", escribió.

En algunas escuelas, los docentes "enseñan a los niños a copiar en los exámenes, porque el nivel de la escuela se mide por el resultado de esas pruebas".

Si bien cada nuevo gobierno ha tratado de corregir la corrupción, "el problema se encuentra arraigado en la cultura política y administrativa. Aunque exista voluntad política, tomará generaciones para superarla", advirtió. (FIN/IPS/tra-en/ms/js/ego/aq/ed/00

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