El jefe del gobierno de España, José María Aznar, encabeza las encuestas sobre intención de voto en las elecciones generales que se realizarán el 12 de marzo, pero esos sondeos sugieren que no logrará la mayoría necesaria para seguir en su cargo sin alianzas.
El gobernante Partido Popular (PP) fue el preferido por la mayor parte de los entrevistados, seguido por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), en encuestas ordenadas por los dos diarios de mayor influencia, El País (pro socialista) y El Mundo (pro Aznar).
Los analistas de las dos encuestas y 66 por ciento de los entrevistados coincidieron en pronosticar que el PP ganará las elecciones con mayor ventaja que en 1996.
Según El País, si las elecciones se hubiera realizado en el momento de la encuesta el PP habría logrado 4,4 puntos porcentuales de diferencia con el PSOE, al cual sólo aventajó por 1,2 puntos en los comicios que hace cuatro años lo llevaron al gobierno. Según El Mundo, la diferencia sería de 5,2 puntos.
Ambos diarios realizaron estimaciones distintas sobre lo que puede ocurrir con los indecisos y con la votación de Izquierda Unida (IU, coalición basada en el Partido Comunista).
Los argumentos de los dos grandes partidos en la disputa por el voto de los indecisos, ubicados en su mayoría en el centro del espectro político, no presentan mayores diferencias.
El PSOE realiza una campaña dirigida a captar la mayor parte de los votos de IU, castigada por el retiro de la candidatura de su líder, Julio Anguita, quien se está reponiendo de un infarto. Su argumento, en última instancia, es que "hay que derrotar a la derecha", concentrando los votos de la izquierda en el PSOE.
El PP afianza sus posibilidades en el buen desempeño general de su gobierno, y sobre todo en dos aspectos que concitan el mayor interés de los ciudadanos: la marcha de la economía y el orden público.
El ministro con mayor porcentaje de aprobación entre los encuestados en ambos sondeos fue el de Interior, Jaime Mayor Oreja, un demócrata cristiano que antes de ocupar su actual cargo en 1996 hizo toda su carrera política en su tierra natal, el País Vasco.
El mérito que se reconoce a Mayor Oreja es que se enfrenta con éxito a la organización ilegal vasca ETA sin vulnerar la ley. La crítica más fuerte que recibe de los nacionalistas vascos, incluyendo a los simpatizantes de ETA y los moderados, es que se niega a trasladar a los presos etarras a cárceles del País Vasco.
Pero no hay acusaciones ni denuncias de tortura, a diferencia de lo ocurrido durante los gobiernos del PSOE (1983-96), en cuya primera época (1983-86) incluso se realizó una "guerra sucia" contra el independentismo vasco desde el Ministerio del Interior.
Rodrigo Rato, vicepresidente a cargo del sector económico, fue el segundo ministro más valorado por los entrevistados. En la base de esa aprobación están el descenso del desempleo y niveles de inflación y de crecimiento económico anual mejores que el promedio europeo.
Las críticas al gobierno detectadas en la encuesta que El Mundo publicó este martes se concentraron en la falta de una adecuada defensa de las libertades públicas, en la gestión de la educación y en las relaciones internacionales. Pero los entrevistados opinaron que un gobierno del PSOE lo haría peor.
El portavoz socialista, Alfredo Pérez, sostuvo que los sondeos no corresponden a la realidad y que en marzo "habrá sorpresas" favorables a su partido.
La gran contradicción para el PSOE reside en que la mayoría de los indecisos están en el centro político, de modo que si orienta su propaganda hacia ellos puede alejar a los votantes de IU que quiere captar.
La mayor duda se centra en cuán cerca o lejos de la mayoría absoluta estará el PP. De acuerdo con la legislación española, el presidente del gobierno es designado por el Rey, previa votación del Congreso de los Diputados en la cual debe obtener la mitad más uno (176).
Lo que es más probable según todas las encuestas es que el PP no tenga 176 diputados, por lo cual debería buscar apoyo de otros partidos minoritarios.
En 1996 Aznar recibió el respaldo de los nacionalistas moderados de Cataluña y el País Vasco, y eso se constituyó en una fuerte hipoteca para la ejecución de su programa de gobierno.
Si el PP aumenta su número de escaños en las próximas elecciones podrá prescindir de uno de esos dos aliados, y lo más probable es que prefiera no pactar con el nacionalismo vasco.
Pero el problema que se le plantearía al PP se puede deducir de la nueva posición de los socialistas catalanes, los cuales reclaman, por boca de su líder Pascual Maragall, que España se convierta en un Estado federal.
El PP proclama con fuerza, en cambio, su defensa de un Estado unitario, de acuerdo con el artículo dos de la Constitución vigente, que establece "la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles". (FIN/IPS/td/mp/ip/00)