ECUADOR: Miles de madres adolescentes esperan políticas sociales

El gobierno y expertos de Ecuador procuran bajar la tasa de embarazo adolescente del país, la más alta de América Latina después de República Dominicana, según la Fundación Internacional para la Adolescencia (FIPA)

La dimensión del problema llevó a las autoridades a firmar un acuerdo con el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) para implementar políticas que atiendan a unas 350.000 madres menores de 18 años.

La experta en planificación familiar Rosario Quintana atribuye la situación a la falta de educación sexual y de conocimiento de formas de prevención por parte de las jóvenes ecuatorianas.

Si bien el Estado es responsable por no implementar cursos de educación sexual en las escuelas, también lo es la sociedad en su conjunto, que sigue teniendo temor de hablar sobre sexo con los niños, niñas y adolescentes, opinó.

Las estadísticas indican que 49 por ciento de las jóvenes que reportaron abortos en 1999 no recibió atención médica posterior, mientras que 45 por ciento inicia su actividad sexual a los 15 años.

El informe de la FIPA explica que gran parte de los embarazos precoces se dan en adolescentes que enfrentan problemas en su núcleo familiar, como el de ser hijas de matrimonios separados o de padres alcohólicos que maltratan a sus esposas.

En estos casos, el embarazo es entendido como una salida de esa situación, dijo Quintana.

Aunque al principio sienten temor por la reacción de la sociedad y se maldicen por no haber tomado precauciones al tener la relación sexual, las jóvenes enseguida se convencen de que era la única forma de salir de la casa y dejar atrás los problemas del hogar, agregó.

Para la experta, la mayoría de estas jóvenes viven un proceso de cambios con baja autoestima, "por eso en un comienzo tienen un sentimiento de culpa muy fuerte, se sienten que fallaron y que serán rechazadas", y solo después de un tiempo asumen el hecho.

Según los datos recogidos, 90 por ciento de las madres adolescentes se aferra al futuro niño o niña, como una esperanza para seguir adelante, y 10 por ciento restante lo rechaza.

En 1999 surgió un fenómeno nuevo en algunas zonas rurales y es que las adolescentes comenzaron a ver en el embarazo una forma de acceder al bono de pobreza de 10 dólares mensuales que entrega el gobierno a madres solteras.

"Ese es solo un ejemplo más de lo que puede generar una crisis económica como la que vive el país", señaló Quintana.

De las 350.000 madres menores de 18 años que existen hoy en Ecuador, 4.000 se atienden en el Programa de Atención Integral para Madres Adolescentes de la Maternidad Isidro Ayora de Quito, que realiza un trabajo multidisciplinario de profesionales especializados.

En el Programa se brinda atención prenatal, ginecológica, odontológica, pediátrica, planificación familiar, reinserción laboral y escolar, becas para guarderías, ayuda psicológica, psicoprofilaxis y estimulación temprana a los niños.

Martha Ortega, psicóloga principal de la maternidad, explicó que el plan se creó porque las jóvenes entre 12 y 18 años que llegan al hospital tienen embarazos de alto riesgo, "pues su cuerpo aún no está preparado para esa función biológica".

La mayoría de los partos en adolescentes se hacen por cesárea. Además sufren depresión, ansiedad y se vuelven muy inestables, ya que casi siempre deben salir del colegio, pierden sus amigos, su pareja e incluso a su familia", explicó Ortega.

Una investigación realizada en esa entidad con el apoyo de la FIPA reveló que 55 por ciento de las adolescentes atendidas son casadas, 25 por ciento mantiene unión libre, 12 por ciento están solas y ocho por ciento fueron abandonadas.

También registró que 38 por ciento de las jóvenes con pareja se unió o contrajo matrimonio después del embarazo y 25 por ciento tuvo como único compañero sexual al padre de su hijo o hija.

"Un problema que enfrentan las jóvenes es el económico, ya que buscan trabajo pero no tienen muchas oportunidades. Nosotros intentamos conseguirles empleo en agencias o a través del Ministerio de Trabajo", señaló Ortega.

Agregó que 76 por ciento de las madres adolescentes dependen económicamente de sus propios ingresos y de los del padre de su hijo, 18 por ciento de los padres o suegros y seis por ciento restante solo de su trabajo.

En el local del Programa de Atención Integral funciona desde hace cinco meses el Club de Soñadoras, una agrupación de madres de entre 14 y 18 años que buscan soluciones a sus problemas en forma conjunta tratando de superar los prejuicios sociales, con el apoyo de la psicóloga Ortega.

El espacio sirvió en sus comienzos para que 30 jóvenes pudieran contarse las historias de sus vidas y desahogarse, luego decidieron ganar dinero para ayudar en el proyecto, por lo cual comenzaron a reciclar el papel que a través del Programa consiguen en distintas instituciones públicas.

En la actualidad la madres adolescentes del Club reciben talleres de capacitación en cerámica, juguetería, belleza, tejidos y decoración en porcelana, organizados por el área de trabajo social del Programa con la idea de ampliar las posibilidades de inserción laboral.

La coordinadora del Club, Marina Sinche, de 18 años y con un bebé de un año y nueve meses y separada de su esposo, explica que el nombre de soñadoras se debe a sus "aspiraciones de ser parte de la sociedad, de ser aceptadas".

"Soñamos con una sociedad que no nos niegue oportunidades de trabajo solamente porque ya tenemos hijos. Queremos ser buenas madres, profesionales, estudiantes, hijas y esposas, aunque seamos adolescentes", afirmó.

Sinche, luego de contar que fue obligada a abandonar el colegio cuando las autoridades conocieron que estaba embarazada, aseguró que la idea del grupo es formar una microempresa.

"Para llevar a cabo el proyecto necesitamos dinero, por eso estamos buscando apoyo en algunas empresas, reciclamos papel cada mes y vendemos de manera informal las cosas que hacemos en los talleres para reunir un fondo con el cual empezar", explicó.

La mitad de las integrantes del Club vive con tíos o abuelos, sin contacto con sus padres, todas dejaron el colegio, apenas tres tienen una pareja estable y una buena parte ha recibido atención psicológica por presentar una profunda depresión.

Un informe del Centro de Estudios e Investigaciones de la Mujer Ecuatoriana señala que dos de cada tres madres adolescentes no terminan su ciclo escolar, debido a la expulsión ilegal, la presión social y los horarios difíciles de cumplir, empujando a ellas y sus hijos a situaciones de marginalidad.

"Sueño con terminar una carrera, pero primero mi hijo tiene que crecer un poco más y yo debo reunir dinero para poder regresar al colegio", aseguró Guadalupe, de 17 años.

Estadísticas oficiales indican que 15 por ciento de los niños nacidos en Ecuador son hijos de madres adolescentes, y 19 por ciento de los partos en hospitales son de menores de edad.

Los ministerios de Educación y de Salud, el Consejo Nacional de la Mujer, el Instituto Nacional de la Familia, la Defensoría del Pueblo y Unicef firmaron un convenio en noviembre con el fin de buscar una solución para las 350.000 madres adolescentes que esperan políticas sociales.

Con el apoyo de expertos, conformaron un comité técnico que trabaja en un plan para asegurar educación y maternidad saludable a madres adolescente, y otro que se dedicará a la prevención de embarazos precoces. (FIN/IPS/kl/dm/hd pr/00

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