La movilización contra la globalización, que arreció en diciembre en Seattle, Estados Unidos, trepará esta semana más de 1.500 metros de altura hasta la estación turística invernal de Davos, en los Alpes suizos, donde se vuelven a reunir los artífices de ese proceso de liberalización económica.
El objetivo de la protesta de varias organizaciones no gubernamentales suizas e internacionales será esta vez "el modelo económico superado" que hace 30 años auspicia el Foro Económico Mundial, la institución que convoca la reunión de Davos.
Las organización suiza Declaración de Berna, las ambientalistas Amigos de la Tierra, de Estados Unidos, y Pro Natura, y el grupo Iniciativa Desafío Global convocaron a varios actos de protesta, que culminarán con una manifestación este viernes en la misma población alpina.
Miriam Behrens, responsable de política mundial en Pro Natura, atribuyó al Foro de Davos una orientación que "privilegia el crecimiento a costa de la sustentabilidad".
El Foro de Davos es un tradicional escenario de encuentros entre gobernantes y empresarios transnacionales para negociar inversiones y medidas fiscales de favorecimiento, en particular en los países en desarrollo apremiados por problemas de crecimiento.
Esos contactos se matizan con conferencias y exposiciones técnicas a cargo de los economistas más renombrados de la escuela neoliberal.
El secretario general de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), Rubens Ricupero, dijo esta semana que, aunque exagerada, "la imagen de Davos es la de un foro de los poderosos de la Tierra".
Entre otras figuras, este año participarán el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y el primer ministro de Gran Bretaña, Tony Blair.
De los 2.000 asistentes a Davos, casi todos serán funcionarios estatales y empresarios. Las organizaciones no gubernamentales brillarán por su ausencia, se lamentó Peter Bosshard, secretario general de la Declaración de Berna, grupo que promueve relaciones equitativas entre Suiza y los países del Sur.
Los organizadores de la protesta pretenden crear "una verdadera plataforma que cada año se levante en Davos para ofrecer la palabra a la sociedad que ha sido marginalizada por la globalización", explicó Jolanda Piniel, responsable de prensa de la Declaración de Berna.
El Foro Económico Mundial es "una manada de elefantes que aplasta los derechos del hombre y de la naturaleza", resumió Behrens.
A Davos le quedan dos alternativas, según Piniel: abrir sus puertas a representantes de la sociedad civil, de campesinos sin tierra de Brasil, de mineros de Sudáfrica y de los millones de desplazados por represas hidroeléctricas, o permanecer como un club exclusivo de los grandes empresarios.
El anuncio de las manifestaciones ciudadanas en Davos inquietó en las últimas semanas a las autoridades suizas, que decidieron aumentar las medidas de vigilancia y elevar el número de uniformados que acordonarán el centro turístico, ubicado en un lugar de por sí inaccesible.
La preocupación creció la semana pasada, cuando dos proyectiles pirotécnicos destruyeron ventanales del edificio donde se realizan los actos principales.
La agitación de las organizaciones no gubernamentales ha sido relacionada por la prensa suiza con los incidentes que se produjeron en Seattle, en diciembre, durante la fracasada conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Pero el antecedente más serio de episodios violentos se registró en Ginebra, en mayo de 1998, cuando la OMC realizó su segunda conferencia ministerial.
En esa ocasión, durante al menos dos días, la policía suiza tuvo dificultades para dominar a manifestantes, en su mayoría jóvenes, que protestaban contra la globalización y la OMC.
Pero el grupo de organizaciones no gubernamentales que convocan a los actos de esta semana en Davos advirtió que desaconseja la agitación violenta y que pretende alcanzar por otras vías su objetivo de un foro democrático y más abierto a las críticas. (FIN/IPS/pc/mj/if/00