El consumo de éxtasis, droga que se comercializa en forma de píldoras de colores de apariencia inocente, comienza a crecer entre los jóvenes acomodados de América Latina, luego de causar furor en América del Norte y Europa.
El uso de esta droga de nombre sugerente tiende a expandirse en América Latina, pero no existen estadísticas confiables al respecto. De todos modos, según diversos informes, Brasil y Perú son los países de América del Sur donde más se trafica, mientras el consumo crece en México.
El éxtasis, también conocido como "XTC", "píldora del amor" o "eros", es una droga sintética, como se conoce a las producidas en laboratorios a partir de sustancias ilegales cuya estructura molecular es alterada para crear otras nuevas difíciles de detectar.
Se trata de un cóctel de diversos estupefacientes de difícil clasificación que aún no han sido identificados en su totalidad por los expertos. Según el Instituto Nacional contra el Abuso de Drogas (NIDA) de Estados Unidos, contiene metanfetaminas y alucinógenos, entre otras sustancias ilegales.
Fuentes de la Dirección Nacional de Drogas (Dinadro) de la Policía de Perú dijeron a IPS que cápsulas examinadas en sus laboratorios contienen alucinógenos, estimulantes como la cafeína y, en cantidades menores, inhibidores como la heroína, e incluso medicamentos como los antihistamínicos.
"Son tres tipos de droga con efectos diferentes y hasta contradictorios. Los estimulantes incrementan el ritmo cardíaco y la sensación de euforia, mientras los inhibidores disminuyen los latidos del corazón y dan una sensación de paz y tranquilidad", explicó un experto de la Oficina de Insumos Químocos de Dinandro.
Los efectos del éxtasis varían de un consumidor a otro y hasta pueden incluir la muerte o enfermedades psiquiátricos en personas con problemas emocionales o mentales, advierten los expertos.
El éxtasis examinado en los laboratorios de la Dinandro fue requisado en discotecas de Miraflores, un distrito de clase media acomodada de la capital peruana, donde son vendidas como de procedencia europea.
En Lima, el consumo de éxtasis encuentra cada día más adeptos entre adolescentes y jóvenes que frecuentan las discotecas más caras de Lima y de las playas del sur.
Ellos no consideran estar haciendo nada malo. Más bien, se ufanan de su consumo. "Me pone en onda de inmediato", "se siente rico", "es una droga zanahoria (sana), no te produce estragos" y "en el sexo te hace llegar al Nirvana" fueron algunas de las respuestas recogidas de los consumidores.
"Lo único de malo es que el efecto dura poco. Por eso, para pasar una noche de 'rave' (baile intenso) tienes que mandarte tres o cuatro", dijo Ugo, un muchacho de 18 años, empapado en sudor y con una vitalidad desbordante.
El sudor excesivo, debido al aumento del ritmo cardíaco, y una sed abrasadora son dos de los efectos de la droga.
Lo que Ugo y otros consumidores ignoran es que el éxtasis, además de ser altamente adictivo, puede producir graves transtornos psicológicos como depresión, ansiedad severa, paranoia e incluso psicosis.
Investigaciones realizadas por NIDA indican que el uso continuado de la droga por largos períodos produce daños críticos en diversas áreas del cerebro, en especial las dedicadas a la memoria.
Un grupo de monos a los que se proporcionó éxtasis durante cuatro días presentaron daño cerebral seis a siete años después. Esta comprobación demuestra, para los investigadores del NIDA, que los individuos que consumen éxtasis corren riesgo de sufrir daño cerebral permanente.
NIDA integra el Instituto Nacional de Salud, principal agencia de investigación médica y de problemas de conducta de Estados Unidos.
El éxtasis produce, además, daños físicos evidentes como náuseas, visión borrosa, movimiento incontrolado de los ojos, incremento de la presión sanguínea y cardíaca, escalofríos y desmayos.
En casos más graves se puede producir la muerte por infarto cardíaco, hipertermia (fiebre) e intoxicación hepática. Los consumidores también suelen presentar colapso renal, pero por ingestión excesiva de líquido, pues llegan a consumir más de cinco litros de agua en una hora.
En noviembre, una joven murió y sus tres acompañantes sufrieron intoxicación severa en Roma, luego de consumir la droga que adquirieron en una discoteca, según informes de prensa.
Por otra parte, los expertos estudian una supuesta relación entre el consumo de éxtasis y la disminución de resistencia a las enfermedades bronquiales e infecciosas, en especial las del tracto urinario.
El consumo de éxtasis se inició, al parecer, en la década del 80 en Estados Unidos como "droga de diversión" y su consumo ha crecido en forma alarmante en ese país.
De acuerdo con la encuesta nacional sobre uso de drogas realizada en 1998, 1,5 por ciento de los estadounidenses mayores de 12 años (3,4 millones de personas) ingirió éxtasis al menos una vez.
El grupo que más consumió el estupefaciente sintético es el comprendido entre los 18 y 25 años, que reúne casi 1,4 millones de consumidores.
Expertos del Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas (Cedro), principal organización de su tipo en Perú, no realizaron aún un estudio exahustivo sobre el consumo y comercialización del éxtasis, pues se encuentra en proceso de acopio de información.
Cedro tuvo el primer indicio de uso de esa droga tres años atrás, a través de la llamada telefónica de un médico de un sanatorio de Lima que reportó haber atendido un caso grave de intoxicación causada por una droga totalmente diferente a las entonces conocidas.
Desde ese momento, el consumo ha crecido, aunque sin llegar a ser aún una droga de uso masivo, tal vez debido a su alto precio: cada cápsula se comercializa entre 10 y 15 dólares. (FIN/IPS/zp/mj/ip he/00