La UNCTAD, reducida en las dos últimas décadas a un papel de "Cenicienta" entre las agencias multilaterales, parece dispuesta a recuperar el espacio perdido aprovechando un momento de desconcierto en la escena internacional.
El secretario general de la organización, Rubens Ricupero, aspira a que la próxima conferencia ministerial, que se realizará en Bangkok del 12 al 19 de febrero, consagre a la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) como el "parlamento mundial de la globalización".
La UNCTAD, creada en los años 60 para ocuparse de la desventajosa situación de los países en desarrollo ante las inequidades en los términos del intercambio, sintió los efectos de la desaparición de la bipolaridad Este-Oeste y de la consecuente expansión neoliberal.
En cierto momento, a comienzos de la década del 90, la existencia de la organización, o por lo menos su esencia, se vieron amenazadas bajo la presión de los países industrializados, en particular de Estados Unidos.
El brasileño Ricupero, que asumió en noviembre de 1995, logró capear el temporal y proclamó su decisión de mantener el perfil de la organización, a la que definió como "el sindicato de los países en desarrollo".
La oportunidad de tiempos mejores se presenta con las situaciones creadas en otras organizaciones multilaterales hasta ahora dominantes, como en el Fondo Monetario Internacional debido al alejamiento inesperado de su director-gerente, Michel Camdessus, o en el Banco Mundial, tras la partida también abrupta de su crítico vicepresidente y economista jefe, Joseph Stiglitz.
Pero el episodio más favorable para la UNCTAD se produjo en diciembre en Seattle, Estados Unidos, cuando fracasó la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial de Comercio (OMC), que debía convocar una nueva ronda de negociaciones multilaterales, pretendida por las grandes potencias.
Ricupero interpreta que el fiasco de Seattle no fue un hecho aislado sino el último de una serie de acontecimientos de naturaleza negativa verificados en la escena multilateral.
Seattle sobrevino después del "penoso proceso' de negociaciones entre los 135 estados miembros de la OMC que se realizó en Ginebra durante 1999, recordó Ricupero en una conferencia ante la Sociedad Alemana de Política Exterior.
La OMC atravesó otros momentos difíciles el año pasado durante la elección de su director general, que obligaron a la adopción de una salida sin precedentes.
Esta consistió en el desdoblamiento del mandato para que lo ejerzan en términos sucesivos de tres años el neocelandés Mike Moore y, desde septiembre del 2002, el tailandés Supachai Panitchpakdi.
Pero los sinsabores alcanzaron a otros foros internacionales comprometidos en el proceso de neoliberalización de las dos últimas décadas.
Ricupero citó el fracaso total que coronó las negociaciones de un acuerdo multilateral de inversiones promovidas por los países industrializados en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
De la misma manera, ante las crisis monetarias y financieras, en México primero y luego en Asia, las agencias internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, fallaron a la hora de adoptar políticas eficaces, en especial ante los efectos de peligrosa desestabilización de los flujos especulativos de corto plazo.
Esa cadena de acontecimientos, deduce Ricupero, demuestra la dificultad creciente afrontada por los gobiernos y las organizaciones internacionales a la hora de la toma de decisiones.
También evidencia la incapacidad de esos mismos protagonistas para empeñar a la sociedad civil de todo el mundo en un debate sistemático y ordenado sobre las decisiones que afectarán profundamente la vida del pueblo.
La estructura actual de las relaciones internacionales es inapropiada para ofrecer una oportunidad de participación en la discusión y en la toma de decisión a los actores no estatales, comprendidas las organizaciones no gubernamentales, las religiosas, el sector privado y los sindicatos.
El resultado concreto es que la frustración, el temor y las preocupaciones se traducen finalmente en actitudes de enfrentamiento a veces violentas, previene Ricupero en alusión a los incidentes que rodearon las dos últimas conferencias ministeriales de la OMC, en Ginebra (1998) y en Seattle.
Ricupero insiste en que los gobiernos deben ofrecer a ciudadanos y organizaciones la oportunidad de participar en diálogos ordenados y respetuosos para debatir cuestiones fundamentales relacionadas con el comercio, las inversiones, la crisis financiera, la inseguridad laboral y las desigualdades crecientes entre naciones y dentro de ellas mismas.
En ese cuadro, por realizarse inmediatamente después de Seattle y por tratarse de la primera conferencia económica mundial del nuevo siglo, la UNCTAD X ofrece una oportunidad que no debe desperdiciarse, advierte el secretario general.
El orden del día de Bangkok reproduce casi fielmente las discusiones de Seattle, sobre el futuro del comercio mundial, el papel de las inversiones y de las empresas transnacionales, la necesidad de adaptar las normas de competencia, todo enfocado desde una perspectiva de desarrollo.
Los gobiernos nacionales y las organizaciones multilaterales deberían aprovechar la conferencia de Bangkok para demostrar que son genuinamente sensibles a las preocupaciones de sus ciudadanos manifestadas en las calles y que están dispuestos a empeñarse en un proceso de diálogo abierto, transparente y respetuoso.
La UNCTAD se acomoda perfectamente para convertirse en una especie de "parlamento mundial de la globalización" con posibilidades de alcanzar compromisos realistas, que permitan adoptar decisiones que reflejen los criterios de la mayoría pero respeten los derechos de las minorías, dijo Ricupero. (FIN/IPS/pc/ag/dv/00