Desde Chipre hasta Sierra Leona, mujeres de naciones devastadas por guerras civiles y conflictos están trabajando para dar una perspectiva diferente a la conquista de la paz en sus países.
La aspiración de las mujeres de tener un papel significativo en los esfuerzos para construir la paz no es una sorpresa, ya que 80 por ciento de las personas refugiadas y desplazadas internas del mundo son mujeres y niños.
En Africa, organizaciones no gubernamentales (ONG) como la Red Femenina de Paz han intensificado sus esfuerzos para ocupar puestos clave en misiones de paz, negociaciones y normalización de lazos entre beligerantes.
Activistas humanitarias en Africa señalaron sus logros en Sierra Leona, donde las pacifistas desempeñaron un influyente papel para asegurar el acuerdo de cese de las hostilidades firmado el año pasado. Desde entonces, el grupo empleó sus energías en la prohibición de armas automáticas en Africa Occidental.
Según Alerta Internacional (IA), una ONG británica que se especializa en resolver conflictos, involucrar mujeres en objetivos de paz "no sólo es deseable sino también necesario para que la paz perdure".
"Lo que emerge con más vigor del relato de las mujeres es la ilegitimidad moral de los conflictos. Ellas son la conciencia de sus comunidades debido a sus papeles socioculturales en el hogar y entre la gente", señaló IA en un informe.
Además, las mujeres que han participado en esfuerzos para construir la paz han sido más flexibles y tendieron a expresar sus diferencias de opinión sin agresividad. "La cuestión de la 'inclusión' domina la perspectiva femenina en relación con la negociación y el logro de la paz", añadió.
Los conflictos en la ex Yugoslavia y Ruanda, según un asistente social, mostraron que el género se convierte en un factor de riesgo adicional en tiempo de guerra. En esos países, las mujeres sufrieron ataques sexuales de soldados que trataron de destruír sus identidades étnicas.
La necesidad de reconocer la contribución femenina en los esfuerzos de paz fue una de las áreas clave identificadas durante la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, que se llevó a cabo en Beijing en 1995.
La Plataforma de Acción (PFA) que resultó de esa asamblea identificó seis asuntos prioritarios para dar mayor poder a las mujeres que viven en países en conflicto.
Esos asuntos incluyeron la mayor participación femenina en la resolución de conflictos, los procesos de decisión y la contención de los gastos militares y el tráfico de armas.
La PFA tambien planteó que era necesario promover formas no violentas de resolución de conflictos y cumplir con las normas humanitarias internacionales, así como proteger y asistir a mujeres refugiadas y desplazadas.
La Fundación del Consejo Nacional de Defensa, con sede en Estados Unidos, informó que casi un tercio de las 193 naciones del mundo están involucradas en conflictos entre Estados o internos.
El informe anual de la fundación, dado a conocer en diciembre, dijo que esa cifra representa casi el doble de los conflictos surgidos durante la Guerra Fría (1947-1991). Afganistán es el país "más inestable" según la organización, seguido por Somalía, Iraq, la república separatista de Chechenia y Angola.
Hodan Addou, quien escribió un libro sobre mujeres atrapadas en el conflicto somalí, dijo que éstas muchas veces no fueron víctimas inocentes.
"Este libro intenta describir a las mujeres somalíes en toda su diversidad y complejidad, y demuestra que ellas también compartieron la responsabilidad de que se produjera la guerra", dijo Addou.
Fadumo Jibril, un somalí, estuvo de acuerdo. "Las mujeres deben aceptar su parte en la violación de los derechos otorgados por Dios. Desde 1991, las mujeres han encendido fuegos que arden hasta hoy. Las mujeres dieron poder y alentaron a sus maridos, sus líderes y sus milicias para victimizar a sus connacionales", afirmó.
De todas maneras, como señaló IA, las mujeres han demostrado una mayor voluntad de forjar nuevas alianzas que se impongan a las divisiones étnicas durante las conversaciones de paz.
Lo que ocurre en Burundi sirve de ejemplo. "El colectivo de mujeres fue formado y creció en fuerza y legitimidad respondiendo a las necesidades humanitarias de las mujeres en áreas rurales, y fomentando la integración en vecindarios mixtos de tutsis y hutus (las etnias rivales del país)", se apuntó en el informe de IA.
En Chipre, lazos similares fueron establecidos entre mujeres de las comunidades turca y grecochipriota. "Estamos buscando la manera de unirnos cuando es posible y no tememos hacerlo", afirmó Oya Talat, fundadora del Movimiento de Mujeres para la Paz y Soluciones Federales para Chipre.
La organización de Talat formó una plataforma con otros grupos de mujeres que ha logrado establecer "solidaridad entre mujeres diferentes sobre la base de problemas comunes y la aspiración a una paz general".
Talat piensa que más mujeres deben actuar como portavoces sobre los asuntos que les interesan, si se pretende "una solución pacífica del conflicto".
"Las mujeres han sufrido mucho. No queremos vernos nuevamente en la misma situación". (FIN/IPS/tra-en/mmm/ks/ego/mp/ip hd/00)