Los gobiernos del mundo acordaron no emplear en combate a menores de 18 años, pero defensores de derechos de la infancia y funcionarios de la ONU piensan que los grupos rebeldes deberán ser presionados para que cumplan esa norma.
"Será más difícil lograr que grupos no estatales cumplan el compromiso, ya que los gobiernos son de costumbre más sensibles a la opinión pública internacional y están sujetos a más formas de presión diplomática o de otro tipo", dijo Jo Becker, presidenta de la Coalición para Detener el Uso de Soldados Niños.
La activista considera, sin embargo, que los movimientos militantes también pueden ser presionados para que cumplan con las normas del Protocolo Optativo de la Convención sobre los Derechos de la Infancia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), aprobado en Ginebra el 18 de este mes.
Becker dijo que la clave para presionar a grupos insurgentes es el énfasis en cuestiones de legitimidad y simpatía internacional.
Es posible acercarse a grupos rebeldes y explicar que si quieren ser tomados en serio por la comunidad internacional, "deben probar que son capaces de cumplir con normas internacionales básicas, incluyendo la prohibición de emplear a niños en combates", señaló.
Ilene Cohn, una funcionaria de la ONU, estuvo de acuerdo y agregó que una estrategia similar puede ser aplicada a simpatizantes de esos grupos, por ejemplo comunidades de exiliados que los financian.
"El Protocolo Optativo puede ser usado para negociar e inducir a un cambio, dado que esos grupos y sus simpatizantes quieren ser reconocidos, en especial si tienen intereses de largo plazo", explicó.
Cohn trabaja con Olara Otunnu, la representante especial del secretario general de la ONU para niños y conflictos armados.
El Protocolo Optativo establece los 18 años como la edad mínima permisible para participar en conflictos armados.
El artículo 4 se refiere a los movimientos rebeldes y señala que "los grupos armados distintos de las fuerzas militares de un Estado no deberían, bajo ninguna circunstancia, reclutar o emplear en hostilidades a personas menores de 18 años".
Según la información disponible, más de 300.000 menores de 18 años están involucrados en 35 conflictos armados en el mundo.
La mayor parte de los adolescentes cercanos a los 18 años fueron reclutados por gobiernos, y hay grupos rebeldes que han adquirido notoriedad por incorporar a menores de 15 años.
En Africa, donde se ha registrado la mayor cantidad de combatientes infantiles, incluso niños de ocho años han sido obligados a intervenir en combates. Las fuerzas rebeldes en Sierra Leona, en particular, fueron señaladas como responsables de esa práctica.
Esta semana, rebeldes de la etnia karen que luchan contra el gobierno militar de Birmania ocuparon un hospital en Tailandia. Ese grupo de insurgentes es dirigido por dos melizos de 12 años de edad.
Se ha comprobado que grupos guerrilleros de Colombia, Sri Lanka, Turquía y Uganda también emplean combatientes infantiles.
Salven a los Niños, una organización no gubernamental, indicó que los avances en tecnología militar han permitido producir ametralladoras y otras armas de gran poder con escaso peso, y facilitan el empleo de niños y niñas en el combate por parte de grupos rebeldes.
Muchos niños y niñas combatientes en grupos rebeldes han sido obligados a cometer actos especialmente atroces.
Un diario estadounidense informó en diciembre que Joseph Kony, jefe del Ejército de Resistencia del Señor, que actúa en el Norte de Uganda, "secuestra a niños y los obliga a perpetrar macabros actos como cercenar narices, brazos, labios y orejas, y apalear hasta la muerte a otros niños atrapados cuando intentaban huir".
La mayoría de los cautivos afrontan "una culpa inmensa y pesadillas recurrentes" tras ser liberados, señaló el diario.
Los niños obligados a combatir se sienten incapaces de reintegrarse a sus comunidades tras un cese del fuego. Muchos carecen de habilidad para trabajar o tienen poca educación, y les resulta difícil cambiar los hábitos de conducta que adquirireron para "abrirse camino entre la violencia".
Becker sostuvo que el Protocolo Optativo es una oportunidad para lograr el fin de ese tipo de abusos contra la infancia. En su opinión, "el tratado podría cambiar la vida de miles de niños en el mundo".
El Protocolo adquirirá más peso porque será respaldado por el Tribunal Penal Internacional (TPI), cuya creación acordaron 91 países en Roma, en julio de 1998. El TPI ha calificado el reclutamiento de niños o niñas menores de 15 años como "un crimen de guerra".
"Cuando el TPI se establezca, tendrá la potestad de acusar y juzgar a los individuos responsables de emplear niños y niñas como soldados. Esto podrá ser una herramienta eficaz, en especial contra grupos insurgentes", observó Becker.
Sin embargo, Rajan Hoole, cofundador de una organización humanitaria en Sri Lanka, cree que es demasiado apresurado asegurar que el Protocolo Optativo logrará cambiar la conducta de los Tigres por la Liberación de la Patria Tamil, un grupo insurgente separatista de ese país.
Los Tigres han hecho muy poco para cambiar su modalidad de reclutamiento pese a la presión internacional sobre el grupo, que incluyó una visita de Otunnu en 1998 a su cuartel general en la jungla, para evitar que incorporaran a sus filas a menores en su adolescencia temprana, señaló Hoole.
"No creo que nada funcione, porque la población está sometida a una presión enorme. Los Tigres pueden encontrar formas de soslayar cualquier intento de interferencia con sus actividades", añadió. (FIN/IPS/tra-en/mmm/ks/ego/hd ip/00)