Estados Unidos instala una cadena de estaciones detectoras de radiación en la costa meridional del golfo de México para vigilar una central nuclear de generación de electricidad que Cuba construye próxima a la ciudad meridional de Cienfuegos.
Si bien los trabajos en la central cubana, ubicada en la localidad de Juragua, se suspendieron hace siete años, la obra sigue siendo una espina en las relaciones con Washington.
"Queremos estar en posición de saber si las operaciones cubanas o las prácticas de mantenimiento necesitan mejorar", declaró Bon Shipman, director de proyectos de Pacific Sierra, la empresa que construye las estaciones de control para el gobierno estadounidense.
"No queremos esperar a que se produzca un accidente catastrófico para averiguar que los cubanos no hicieron bien las cosas", explicó.
Las estaciones de detección, denominadas Sistema Caribeño de Aviso Temprano de Radiación, fueron ordenadas hace cuatro años por el Congreso estadounidense.
El equipo, que parece una aspiradora de polvo, fue diseñado para rastrear Iodo-131 en el aire, en el caso de que los reactores sufran una importante pérdida radiactiva.
La red de seis estaciones abarca desde Puerto Arkansas, en Texas, hasta Key West, en Florida, y costará dos millones de dólares.
La primera estación, situada en St. Petersburg, Florida, fue comisionada a comienzos de 1999. La segunda se inauguró a fines del año pasado en la Isla Stock, en Key West, Florida, y las demás se instalan en Miami y tres lugares en torno del golfo de México.
Funcionarios cubanos desestimaron la preocupación estadounidense y dijeron que las estaciones detectoras son el medio para provocar el temor del público estadounidense.
"No pueden aceptar la idea de que Cuba domine el átomo como un auténtico producto de la Revolución y de la visión y tenacidad (del presidente cubano) Fidel (Castro)", declaró Fidel Castro Díaz Labart, hijo del mandatario, quien dirigió durante varios años el programa de energía nuclear en la isla.
La afirmación del funcionario cubano de que la construcción de las estaciones es pura propaganda es consecuencia de las persistentes críticas al proyecto formuladas en Estados Unidos.
Las objeciones de Washington a la central cubana aumentaron hace tres años, cuando se supo que compañías alemanas, brasileñas, británicas e italianas tenían interés en asociarse con Cuba para finalizar la obra.
Estados Unidos declaró que la central era potencialmente insegura y que un accidente podría propagar radiaciones a gran distancia, como los estados de Texas o Virginia, islas del Caribe y el norte de América del Sur.
Sin embargo, los gobiernos caribeños declararon que la propia Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) les había dado garantías sobre la seguridad de la central cubana.
No obstante, funcionarios estadounidenses insistieron que sus temores sobre la seguridad de la estación cubana se basan en los antecedentes de centrales similares y que su posición tiene el respaldo de estudios de la Oficina del Contador General de Estados Unidos.
La estación es similar en tecnología y construcción a la central ucraniana de Chernobyl, que sufrió el peor accidente de la historia de la industria nuclear cuando explotó su reactor y liberó una enorme cantidad de radiación al aire.
Pero Cuba respondió que las comparaciones con Chernobyl son infundadas. Funcionarios cubanos y de la AIEA señalaron que la central es moderna, similar a centrales existentes en Finlandia, que tienen buenos antecedentes de seguridad.
Los reactores de agua liviana, como el de Juragua, son considerados más seguros que los modelos con enfriamento de grafito como Chernobyl. Sin embargo, voces contrarias dijeron que los reactores de agua liviana, diseñados en la era soviética, aún carecen del nivel de seguridad existente en países occidentales.
De todas formas, el Centro para la Información de Defensa, un grupo de estudios radicado en Washington, señaló que la posibilidad de un accidente en Cuba al estilo de Chernobyl es muy escasa, pese a la denuncia del gobierno estadounidense.
No está claro cuándo quedará terminada la central cubana. Castro declaró que la construcción de la central está suspendida indefinidamente, pero el país sigue buscando fondos para terminar el proyecto.
La obra fue suspendida por primera vez en 1993, cuando Rusia dejó de financiar la construcción, pagada hasta entonces por la disuelta Unión Soviética. En ese momento estaba un 75 por ciento terminada y con 20 por ciento del equipo instalado.
El gobierno cubano precisó que el complejo de Juragua requerirá 800 millones de dólares adicionales. Actualmente, el mantenimiento de la central le cuesta a la isla entre dos y tres millones de dólares anuales.
Cuba trató de interesar a varias naciones occidentales y compañías, muchas sudamericanas, para formar una empresa mixta que complete y opere la central nuclear. Sin embargo, preocupaciones por la factibilidad económica de la central y la presión estadounidense disuadieron a posibles inversores.
Pacific Sierra dijo que si la central de Juragua llega a funcionar, la población del sur de Estados Unidos será vulnerable a los efectos de un accidente durante los meses de invierno (boreal), cuando los frentes fríos estacionales son precedidos por fuertes vientos del sur.
En verano, los vientos alisios podrían trasladar la radiación procedente del noroeste al golfo de México, declaró un vocero de la compañía.
Cuba, que padece falta de electricidad, tiene mucho interés en que la central comience a funcionar. La energía generada por la estación nuclear ayudará a satisfacer las demandas de la economía en expansión de la isla, declaró un funcionario. (FIN/IPS/tra-en/rs/ks/ego/aq/ip-en/00