COLOMBIA: Corrupción real se acepta y se condena a la de ficción

Ningún escándalo de corrupción en los organismos estatales de Colombia suscitó tanta indignación como la generada esta semana por el intento de soborno a Beatriz Pinzón, protagonista de la telenovela de mayor audiencia en el país.

Editoriales en los principales diarios, pronunciamientos de portavoces de entes de fiscalización y cartas a las secciones de correo de los lectores y al defensor del televidente evidenciaron lo que algunos ya califican de "crisis social".

A la protagonista de "Betty la fea", la telenovela que todas las noches dispara la sintonía del canal privado RCN, un proveedor de la empresa textil Ragtela le ofreció 87.000 dólares por inducir la adjudicación de un contrato.

Oferta tentadora para una modesta secretaria cuyo sueldo apenas llega a los 200 dólares mensuales y cuyo padre fue despedido del empleo.

Con voz chillona, faldas abajo de la rodilla, blusas de moda recatada y añeja, y lealtad incondicional a Armando, su jefe, gerente de Ecomoda -del que está perdidamente enamorada-, alcanzó a acariciar la posibilidad de una vida de nueva rica con el jugoso soborno.

"Consígnemelos en CDTS (certificados de depósito a término) en el exterior", fue la frase temblorosa de Betty, en el capítulo de media hora emitido la noche del viernes 14.

El fin de semana, las secciones de micrófono abierto en las radioemisoras registraron las primeras voces de rechazo al curso que tomaba el seriado.

El lunes 17, El Tiempo, el diario más influyente y de mayor circulación del país, ya incluía una columna de opinión sobre el tema.

"Carta para Betty", tituló su columna Juan Lozano, ex representante en Colombia de la organización independiente Transparencia Internacional (TI), en el que reclama un cambio de curso en el libreto.

TI, que hace un seguimiento a la corrupción en el mundo, le adjudicó a Colombia en su informe de 1999 el séptimo lugar entre los países más corruptos, después de Camerún, Paraguay, Honduras, Tanzania, Nigeria e Indonesia.

Lozano, presidente del canal privado CityTV, afirma que Betty es depositaria "de afectos multitudinarios (…) toca la fibra de miles de buenos colombianos cansados de violencia, perversidad y corrupción sobre los cuales puede ejercer influencia reconfortante y edificante".

"Necesitamos de su ejemplo, Betty. Necesitamos, por su conducto, mandar al diablo y quitarles el antifaz a todos los Migueles Robles (nombre del personaje que intentó el soborno) que tienen desbaratado este país", escribió.

Al día siguiente, el diario El Espectador, el segundo del país, dedicó su editorial al tema.

"¿Por qué una telenovela hace salir del alma de los colombianos los mejores sentimientos y unos pocos principios escondidos, mientras que la dura realidad del país no ha logrado generar ni 10 por ciento de las protestas contra Betty la fea?", se interroga.

El editorial, cuya autoría se atribuyó al presidente del diario, el ex embajador en Washington Carlos Lleras De La Fuente, califica la reacción masiva contra el comportamiento de Betty como "crisis social" y pide una lectura sociológica del asunto.

Reclamó alguna tesis que explique por qué esa misma opinión pública no parece inmutare ante "casos verdaderamente escandalosos que suman miles de millones, sin contabilizar la mayoría de los que se dan en el sector privado".

Para el miércoles 19, el nuevo capítulo mostró a una Betty dubitativa frente al soborno, con cargo de conciencia aumentado por su padre, que le recordó los principios morales de la familia y resueltos, al fin, confesándole la situación a su jefe.

Ahora la trama del seriado avanza en un terreno movedizo: el jefe y su compinche, un Don Juan que alterna con secretarias y recepcionistas, exigieron al proveedor que abonara a la empresa la comisión ofrecida a Betty, a cuyo nombre constituyeron otra empresa de manejo discrecional.

El experto en comunicación Fabian Bonnett dijo a IPS que "el personaje de Betty encarna el prototipo de moral muy deteriorada que impera en el país".

"Esa reacción muestra un cierto mecanismo de defensa para justificar el país y la sociedad en la que nos tocó vivir, consistente en tolerancia a la corrupción real generalizada e indignación frente a la ficción", afirmó Bonnett.

"todo este episodio confirma a hipocresía y el fariseísmo de nuestra sociedad", comentó Germán Yances, ex asesor de la Comisión Nacional de Televisión, ente regulador de este medio, y consultor para un canal privado en la ciudad de Neiva.

El experto subrayó que con la presión sobre el libretista Fernando Gaitán "se le niega a la televisión la posibilidad de pensar", porque se quiere evitar que este medio actúe "como espejo de la realidad".

"Creo que la televisión debe reflejar la realidad, proponer modelos sin hacer apología del delito", dijo Yances, quien llamó la atención sobre un hecho real ocurrido en forma simultánea al escándalo de corrupción ocurrido en "Betty, la fea".

Se trata del nombramiento del ex ministro de Minas Luis Valenzuela como presidente de la empresa de telefonía celular Celumovil, propiedad del poderoso Grupo Santo Domingo, también dueño de El Espectador.

Valenzuela dimitió tras un sonado debate parlamentario y una investigación de la Contraloría General de la República que encontró incompatibilidad entre su doble condición de ministro y accionista de una empresa financiera beneficiada por contratos del sector energético que él había inducido.

"Este tipo de mensajes sí son terribles, pero nadie parece inmutarse", afirmó Yances.

La reacción contra el guionista que puso en el altar de los afectos de la teleaudiencia a una antiheroína a la que salpicó de realidad tendría relación con lo que Antanas Mokus, ex alcalde de Bogotá y ex rector de la Universidad Nacional, llamó "la esquizofrenia" del ser colombiano. (FIN/IPS/mig/ag/ip cr/00

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