Los suscriptores de teléfonos en la capital de Colombia hablan más y pagan menos por cada línea fija instalada que otros latinoamericanos.
Mientras el promedio de tráfico de llamadas telefónicas, por minuto y por suscriptor, de la Empresa de Telecomunicaciones de Santa Fe de Bogotá (ETB) es de 12,4, por Telesp de Brasil es de 7,3 y por Telefónica de Argentina de 3,9.
Con respecto a las tarifas locales, el promedio es bajo. Para 1998 el ingreso por línea de la ETB fue de 182 dólares, frente a una media en América Latina de 434 dólares.
La comparación se incluye en un estudio del Departamento de Investigaciones del Grupo Santander, que periódicamente publica el seguimiento de diversos sectores en mercados emergentes.
El documento "Telecomunicaciones en Colombia" tiene datos recabados hasta junio de 1999.
ETB, empresa pública de propiedad de la municipalidad del Distrito Capital en proceso de privatización, es la principal operadora de telefonía en Colombia, con dos millones de líneas fijas instaladas. ETB mide el tráfico por impulsos, cada uno de tres minutos.
El mercado de la telefonía está muy fraccionado, pues en el país operan 40 empresas locales, muchas con participación de la estatal Empresa de Telecomunicaciones (Telecom).
Hasta 1997, Telecom monopolizó el servicio de larga distancia y financió la operación en municipios menores y medianos cuyas finanzas no permitían establecer una empresa propia. Para 1998, tenía 1,5 millones líneas instaladas en 764 municipios -sobre un total de 1.091 en todo el país-, tres veces más que en 1993.
La rápida expansión en el último periodo de Telecom, segundo operador después de ETB, obedeció a una política de adaptación a la nueva situación de apertura del sector a la inversión privada.
"La telefonía local es un servicio estratégico de alta prioridad pero que la política social de atender a municipios y sectores no rentables, afecta las finanzas", dijo a IPS Carlos Obregón, jefe de comunicaciones de Telecom.
En el Distrito Capital, Telecom compite en el servicio local con su filial Capitel y en capitales departamentales ha constituido empresas teleasociadas, aportando dinero y tecnología.
Capitel es el segundo operador en número de líneas telefónicas fijas instaladas en Bogotá, con 300.000 suscriptores, el 71 por ciento localizados en los estratos 1, 2 y 3, los más bajos.
Esto ofrece una cartera muy confiable, afirmó Obregón, "porque la gente pobre no se deja cortar el servicio y es muy cumplida para pagar, pero no lo usa tan intensivamente como la de estratos altos", abonados mayoritariamente a la ETB.
Hace tres años entraron a competir en Bogotá, con 60.000 abonados, las Empresas Públicas de Medellín (EPM), catalogadas entre las 50 empresas públicas más eficientes de América Latina.
En la noroccidental ciudad de Medellín, la segunda del país, EPM opera además los servicios de agua, energía, y aseo.
En cuanto al uso intensivo del servicio y el proverbial gusto de los colombianos por la conversación, el escritor Gabriel García Márquez, que tiene residencia itinerante en México, Cuba y Colombia, dijo que de todos los países que había recorrido en el que más se hablaba por teléfono era en éste.
En el caso de la capital colombiana, se suma la ventaja que ofrece el teléfono para evitar desplazamientos.
Recientes estudios sobre el transporte en esta ciudad de seis millones de habitantes indican que, en promedio, cada obrero capitalino invierte cuatro horas en ir al trabajo y regresar, debido a la congestión de vehículos.
Aunque sólo 14 por ciento de los bogotanos tiene automóvil y el 86 por ciento restante se desplaza en 55.000 taxis, 85.000 autobuses y 200.000 bicicletas, las trancas son la nota habitual.
Otro factor que contribuye a aumentar el tiempo de uso del teléfono son los rodeos en la conversación. La forma habitual de saludo, por ejemplo, incluye una sucesión de interrogantes sin dar tiempo a respuesta: Qué hay?, qué hubo? qué ha habido?, qué más?
El teléfono no se usa para resolver problemas puntuales sino para "conversar y, a veces, también para lo indispensable", dijo a IPS Juan José Arévalo, un técnico jubilado de ETB.
Arturo Lozano, experto en instalación de sistemas de servicios de telefonía bancaria, dijo que aunque ha aumentado el uso de transacciones telefónicas, "el colombiano sigue concibiendo el teléfono en primer lugar para conversar y no para hacer diligencias".
"Existe un alto grado de desconfianza y la gente es reacia a pasar dinero de una cuenta a otra (por teléfono) o a pagar el servicio de agua, pues teme que no se le abone el dinero", agregó Lozano. (FIN/IPS/mig/ag/cr/00