El legado de los maestros rurales de China, mal pagos y con escasa formación, es un obstáculo para los esfuerzos de este país por mejorar la educación de su vasta población rural.
Por este motivo impactó tanto la película "Ni uno menos" ("Not one less"), del director chino Zhang Yimou, que describe el sufrimiento de los maestros rurales y su dependencia de la caridad para sobrevivir mientras intentan educar a los niños de vastas y empobrecidas zonas rurales de China.
En una de las escenas que le valieron a Zhang el León de Oro en el Festival de Cine de Venecia, el año pasado, una maestra sustituta de 13 años le ruega de forma conmovedora al alumno más revoltoso de la clase, que abandonó la escuela para buscarse un empleo, que vuelva al campo a estudiar.
"Ni uno menos", se basa en la historia real de una maestra que aún no egresó de la escuela, a quien se le pide que haga una suplencia en la escuela primaria de Shuiqan, provincia de Hebei, porque la encargada del curso, Gao, debe irse por un tiempo.
La suplenta va a la ciudad a buscar al travieso alumno, decidida a mantener su promesa de que todos los estudiantes seguirán en la escuela hasta que Gao vuelva de su pueblo, y a esto se debe el título del filme.
"Es muy realista, es como ver nuestra propia vida en la pantalla", aseguró Tian Zhengsheng, de 55 años, maestra en la prefectura de Baoding, también en la provincia de Hebei.
La historia de "Ni uno menos" es la de cientos de miles de maestros rurales chinos. Conocidos como "minban" o maestros comunitarios, por oposición a los públicos, son campesinos con pocos años de estudios.
Los maestros comunitarios eran remunerados con puntos, como todo el mundo, durante la era de las comunas rurales que creó en la década del 50 el entonces presidente Mao Zedong.
Tras las reformas económicas de los años 80, que obligaron a privatizar el sistema de educación, los maestros comunitarios deben conformarse con un salario de 200 yuanes (24 dólares) por mes.
Este salario es apenas un tercio del de sus colegas estatales, los maestros públicos, que tienen un nivel superior de formación y cuyos gastos corren por cuenta del Estado.
La mayoría de los maestros comunitarios tienen que complementar su magro salario docente con actividades agrícolas o ganaderas para poder subsistir.
Aún quedaban más de dos millones de maestros comunitarios sin formación en 1994, cuando el país, de 1.232 millones de habitantes, luchaba para imponer nueve años de educación primaria obligatoria para sus 235 millones de niños en edad escolar.
Beijing impuso una ambiciosa meta a los departamentos de educación del país a fines de la década del 80 y sobre todo en 1995.
El objetivo era retirar por etapas a los maestros comunitarios hasta hacerlos desaparecer a fines del 2000, lo cual implicaba formarlos y duplicar sus salarios para convertirlos en profesores del Estado.
Los suplentes ya no son llamados maestros comunitarios, pero están aún menos calificados que antes y reciben salarios mucho más bajos. Cuanto más pobre es la región, mayor es la brecha entre lo que ganan los maestros públicos y los sustitutos.
Los maestros sustitutos de la prefectura de Baoding, donde la tercera parte de los 22 condados, que albergan a 10 millones de personas, se consideran pobres, perciben sólo 140 yuanes (16 dólares) mensuales.
El informe de la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura) para 1999 reveló que el número de maestros comunitarios cayó de cerca de dos millones en 1994 a cerca de 800.000 en 1998.
Pero en el mismo período, el número de maestros suplentes aumentó abruptamente y llegó a 842.000.
En 1995, cuando la prefectura de Baoding inició su proceso de eliminación por etapas de los educadores comunitarios, había 30.000 cada 300.000 estatales. Ahora sólo quedan 1.000, pero en realidad, la mayoría pasaron a ser suplentes.
"No está bien hacer eso", recriminó Wang Binggang, un maestro de Baoding que filmó e investigó en forma independiente varios casos.
"Pero varios funcionarios locales quieren cumplir con lo establecido por el gobierno, así que buscan la manera de llegar a la cuota establecida", explicó.
Por su parte, Shi Shoupeng, un director de escuela de Boading jubilado, indicó que "en los pueblos más pobres, algunos egresados de educación primaria se convierten en maestros".
Este hecho está subrayado en la película "Ni uno menos", cuando la única suplente que puede encontrar el alcalde del pueblo para la maestra Gao es la chica de 13 años, que aún no egresó de la escuela.
El problema de los maestros mal pagos y sin formación de la zona rural no tiene perspectivas de desaparecer pronto. Aunque se pueda poner en marcha un programa de formación, los funcionarios docentes de Boading son escépticos en cuanto a la velocidad del cambio.
"Las personas que recibieron formación ya no quieren vivir en zonas remotas y pobres, y no seguirán dando clases si no se les paga", advirtió Shi.
El problema "se debe a las finanzas para la educación, es decir, los recursos financieros de cada lugar no son adecuados para pagar los salarios de profesores públicos contratados normalmente", señalan los autores del estudio de la Unesco.
"Llevaría mucho más tiempo hacer realmente la eliminación por etapas de los maestros comunitarios", admiten.
Las últimas estadísticas muestran que el Estado adeuda millones de yuanes en salarios a los maestros públicos calificados.
El Sindicato de Trabajadores de la Educación investigó en 20 de las 30 entidades provinciales del país y descubrió que las autoridades locales debían a los maestros al menos 710 millones de yuanes (85,54 millones de dólares) a fines de marzo del año pasado.
El total de salarios impagos sería mucho mayor si se incluyeran cifras de otras provincias. Para eliminar el déficit habría que expulsar a la mitad de los funcionarios de la educación.
"Hay demasiados (funcionarios docentes), se podría echar a la mitad, incluso a 70 por ciento, y no pasaría nada", aseguró Wang. (FIN/IPS/tra-en/ab/js/ceb-mlm/ed/00