Más de ocho millones de ciudadanos de Chile elegirán mañana al primer presidente del nuevo milenio, en la crucial votación en la cual se enfrentan el socialista Ricardo Lagos y el derechista Joaquín Lavín.
Lagos, abanderado de la oficialista Concertación por la Democracia, y Lavín, candidato de la opositora Alianza por Chile, dirimirán el virtual empate con que culminó la primera vuelta de la elección presidencial, celebrada el 12 de diciembre.
La campaña para esta segunda vuelta se caracterizó por la ausencia casi total de encuestas, pero todos los cálculos y conjeturas indican que el resultado podrá ser tanto o más estrecho que en la primera, en la cual compitieron seis candidatos.
Lavín llegó segundo, a sólo 31.142 votos de Lagos, quien alcanzó 47,95 por ciento de los sufragios válidos, es decir, sin considerar los votos nulos y en blanco y tampoco, obviamente, la abstención, que estuvo en torno a 11 por ciento.
Lagos, un abogado y economista de 61 años, fue un firme opositor de la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-90) y una vez restablecida la democracia fue ministro de Educación del presidente Patricio Aylwin (1990-94).
Durante el actual gobierno de Eduardo Frei, Lagos fue ministro de Obras Públicas, y renunció a ese cargo para postularse como precandidato de la coalición oficialista y ganar las primarias de mayo de 1999.
Lavín, un economista de 46 años, militante de la pinochetista Unión Demócrata Independiente (UDI), se legitimó como líder de la derecha con su exitosa gestión entre 1992 y 1998 como alcalde del acomodado municipio de Las Condes, en Santiago.
Lagos y Lavín personifican hoy para los chilenos la disyuntiva de seguir gobernados por la centroizquierdista Concertación por la Democracia o permitir el regreso al poder de la derecha, ahora renovada, que respaldó la dictadura de Pinochet.
La mayor preocupación de las autoridades está en garantizar este domingo la entrega de los cómputos totales, sin dejar resultados pendientes que puedan dar lugar a conflictos si la diferencia de votos entre Lagos y Lavín resulta muy escasa.
En la primera vuelta, por errores en las actas en las mesas receptoras de votos, quedaron pendientes de escrutar unos 40.000 sufragios, que a la postre no influyeron mucho en el resultado final.
Pero en esa ocasión, con seis candidatos, estaba claro que esas 40.000 papeletas no impedirían la convocatoria a esta segunda vuelta, de la cual saldrá un ganador aunque sea por la diferencia de un voto.
Por ello, no se descarta que el suspenso sobre el resultado se prolongue hasta el día 31 de este mes, fecha en la cual el Tribunal Calificador de Elecciones dará a conocer los cómputos oficiales y definitivos.
El presidente Eduardo Frei, cuyo mandato finaliza el 11 de marzo, hizo un llamado a la población a votar temprano y a mantener la calma sin manifestaciones anticipadas mientras el Ministerio del Interior entregue los cómputos provisionales.
Las mesas receptoras de sufragios se constituirán desde las 7 horas locales (10 GMT) y deberán funcionar durante nueve horas para atender a un electorado de más de ocho millones, compuesto en 52 por ciento por mujeres.
Se espera que los cómputos sean expeditos, considerando que ahora hay sólo dos candidatos, y que el viceministro del Interior, Guillermo Pickering, pueda difundir el resultado final entre las 21 y las 22 horas locales (entre las 0 y la 1 GMT).
De acuerdo con la ley, las Fuerzas Armadas asumieron desde el viernes la vigilancia de los locales de votación, mientras 25.000 efectivos se aprestan a resguardar el orden público durante la crucial jornada electoral.
Los permisos a particulares para portar armas están suspendidos desde el viernes hasta este martes, en tanto la prohibición de realizar espectáculos masivos y de vender bebidas alcohólicas rige desde la medianoche de este sábado.
La campaña para esta segunda vuelta se caracterizó por la pasión con que los adherentes de cada uno de los dos candidatos salieron a captar votos de los actuales indecisos y de los abstencionistas de la primera vuelta.
Durante dos semanas de actividades proselitistas se produjeron con frecuencia incidentes menores entre brigadas de propaganda de Lagos y Lavín, sin que la violencia llegara a constituirse en un actor central de la campaña.
La derecha, eufórica por el exitoso desempeño de su candidato, volcó grandes recursos a la campaña. Tanto el comando de Lagos como parlamentarios y dirigentes sociales denunciaron presiones y cohechos para que obreros y campesinos votaran por Lavín.
El comando derechista, a su vez, denunció actos de intervención gubernamental en favor de Lagos e incluso planteó su inquietud sobre un posible "robo" del triunfo a Lavín mediante manipulaciones en los cómputos del Ministerio del Interior.
Esa posibilidad fue desechada de plano por Juan Ignacio García, director del Servicio Electoral, quien puntualizó que el sistema de votación chileno es reconocido internacionalmente por su gran transparencia y garantiza que no se cometan fraudes. (FIN/IPS/ggr/mp/ip/00