Las empresas automotrices transnacionales aceptaron gustosas la oferta de México para hacer de este país uno de los puntales de su desarrollo: mano de obra barata, garantías a la inversión y amplia apertura comercial.
"México es plataforma de transnacionales, pues ofrece seguridades y ganancias, lo cuestionable es que a nivel local la industria sigue retrasada, no hay mucha inversión en tecnología y los trabajadores ganan muy poco", dijo a IPS el analista financiero Daniel López.
Empresas de Estados Unidos y Europa, especialmente, ensamblaron en México durante 1999 unos 1,6 millones de automóviles, 779.000 más que en 1990, encumbrando México como uno de los 12 primeros productores de su tipo en el mundo.
Aunque 70 por ciento de la producción se exporta, en su mayoría a Estados Unidos, y el insumo nacional es limitado, el gobierno sostiene que el acelerado desarrollo del sector es una de las demostraciones del progreso económico del país.
Desde se exporta con facilidad a Estados Unidos y Canadá, gracias a la asociación de los tres países en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
En el siglo XXI, la industria automotriz mexicana debe enfrentar el desafío de su bajo valor agregado nacional y la excesiva concentración en los mercados de Estados Unidos, señaló la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) en su último informe sobre inversión extranjera, difundido este mes.
Cepal destacó el contraste que existe en este sector entre México y Corea del Sur, dos importantes exportadores de automóviles.
En el país asiático, la producción de automóviles está en manos de empresas locales, aunque asociadas con extranjeras, los insumos nacionales son altos y las exportaciones van a todos los mercados del mundo. En México, en cambio, sucede lo contrario.
Para el analista López, en términos estrictos no se puede asegurar que México tenga industria automotriz. En realidad presta su territorio y mano de obra a las transnacionales, señaló.
En el país operan las principales productoras de automóviles a nivel mundial, como las estadounidenses General Motors, Ford y Chrysler, la alemana Volkswagen y la japonesa Nissan.
Las ventas de esas cinco empresas desde México sumaron 24.619 millones de dólares en 1998, cifra que representó 20 por ciento de las exportaciones totales del país, que ese año ascendieron a 117.459 millones de dólares.
Desde hace más de una década, México apostó al ingreso de transnacionales y a la inversión extranjera directa.
La participación de las principales empresas extranjeras en las exportaciones totales de México -incluyendo manufactura, electrónica, confecciones y automotores- pasó de 56,5 a 64,2 por ciento entre 1993 y 1998, indican datos de Cepal.
Atraídas por las garantías que otorga México, en los últimos meses anunciaron nuevas inversiones la empresa japonesa Honda, las alemanas Mercedez Benz y BMW, la sueca Volvo, la francesa Renault y la sudcoreana Hyundai.
Al llegar, las empresas automotrices reciben todas las garantías para manejar y administrar sus capitales y contratar mano de obra, a cambio de pagar sus impuestos y mantener transparencia en sus inversiones.
La Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio indicó que un trabajador calificado gana en México menos de la mitad que en Estados Unidos y muchos sindicatos pertenecen a centrales oficialistas, lo que constituye un fuerte atractivo para las transnacionales.
El informe de Cepal apuntó que la industria automotriz, las empresas estadounidenses se volcaron hacia México para hacer frente "al avallasador ingreso de firmas japonesas al mercado mundial de automóviles".
Desde principios de la década del 90, pero sobre todo a partir de la entrada en vigor del TLCAN en 1994, "México adquirió una importancia creciente en las estrategias globales de las principales empresas transnacionales, especialmente las estadounidenses para competir mejor en el mercado", señaló.
"La respuesta de las autoridades mexicanas a esas tendencias de los mercados internacionales fue proactiva: asegurar la inversión extranjera y promover las actividades exportadoras", añadió.
La llegada de empresas transnacionales produce mayores ingresos económicos, nuevos empleos y, a la larga, una progresiva mejora tecnológica y competitiva de la industria nacional, que se ve obligada a responder a la demanda de insumos, arguyen las autoridades económicas mexicanas.
Sin embargo, fuerzas políticas opositoras consideran que el ingreso de la transnacionales sólo llevarán a que México se consolide como un país ensamblador, con una industria local débil. (FIN/IPS/dc/ag/if/00