Chile dio un nuevo paso en su política de apertura comercial con el inicio del 2000, al entrar en vigor la rebaja unilateral de su arancel externo único de 10 a nueve por ciento.
La reducción forma parte del plan gradual de rebaja de los aranceles acordado en 1997, tras el ingreso de Chile al Mercado Común del Sur (Mercosur) como miembro asociado, y cuya meta es llegar en el 2003 a una tasa aduanera de seis por ciento.
María Eugenia Wagner, asesora del Ministerio de Hacienda, explicó que en rigor la tasa arancelaria promedio de Chile es inferior al arancel externo único, si se consideran las rebajas comprometidas a través de acuerdos comerciales.
Bajo ese prisma, el país tuvo en 1999 un arancel oficial de 10 por ciento, pero el promedio real fue de 7,5 por ciento, el más bajo entre las mayores economías de América Latina.
World Development Indicators señaló que el año pasado Colombia tuvo un arancel promedio de 10,6 por ciento, Venezuela, 10,9 por ciento, México, 12,5 por ciento, Perú, 12,6 por ciento, Argentina, 12,9 por ciento, y Brasil, 16,6 por ciento.
De acuerdo a esa misma fuente internacional, el bajo arancel contribuyó a que Chile figurara en el lugar número 18 en el ranking de competitividad mundial, por delante del resto de las economías de la región.
Wagner aseguró que en el 2003 el país tendrá uno de los aranceles promedio reales más bajos del mundo, en un rango de dos a tres por ciento, en la medida de que continúen la rebaja unilateral y se amplíen los actuales acuerdos comerciales.
Chile tiene acuerdos de libre comercio y complementación económica prácticamente con toda América del Sur y América Central, ya sea mediante convenios bilaterales o multilaterales, como son los casos del Mercosur (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay) y el Mercado Común Centroamericano.
Existen igualmente sendos tratados de comercio con México y Canadá, en tanto se analiza un acuerdo bilateral con Estados Unidos o, en su defecto, el ingreso de Chile al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).
En el plano extracontinental se negocia un tratado con la Unión Europea (UE), mientras que, con Asia, existen conversaciones avanzadas con Corea del Sur para un convenio comercial y se preparan tratativas con Japón en el mismo sentido.
Como miembro del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, Chile es protagonista igualmente del proceso que apunta a liberar los intercambios con toda esa vasta región, que incluye a economías de América, Asia, Oceanía y la Polinesia.
Las prioridades de la estrategia comercial están orientadas en este momento a la negociación con la UE y con el Mercosur, bloque en el cual Chile quiere constituirse en miembro pleno.
Uno de los aspectos que hasta la fecha dificulta el ingreso pleno de Chile al Mercosur está en las diferentes políticas arancelarias, ya que el bloque sureño opera como unión aduanera, con una estructura común para los cuatro países.
La economía chilena tiene un arancel externo único que no discrimina entre productos, mientras el sistema del Mercosur es común para sus miembros, pero con tasas diferenciadas según los productos procedentes de terceros países.
"Chile optó por una rebaja pareja y unilateral (de aranceles) para desarrollar la economía potenciando la competitividad del país, con el fin de lograr una mejor distribución (de sus mercados)", dijo Wagner el lunes a El Diario.
La asesora añadió que "este proceso se completa con los acuerdos de libre comercio que, además de ofrecer una apertura desde el punto de vista de las tarifas, permiten eliminar las trabas relacionadas con las normas o reglas de una economía determinada".
Los expertos sostienen que la apertura unilateral, a través de la baja de aranceles, da mayor competitividad a la economía chilena, en tanto disminuye los costos de materias primas y otros insumos que se importan para la fabricación de productos.
Luis Felipe Lagos, economista de la Universidad Católica, señaló que la nueva rebaja arancelaria no tendrá un efecto inmediato y ostensible en las importaciones, en tanto éstas continúan deprimidas como efecto de la crisis económica.
Chile sufrió durante los nueve primeros meses de 1999 el impacto recesivo de la crisis financiera mundial, pero la actividad comenzó a recuperarse en el último trimestre, esperándose que en este nuevo año se consolide una fuerte reactivación. (FIN/IPS/ggr/dm/if/00