/BOLETIN-DDHH/ YUGOSLAVIA: Público escéptico ante crimen de paramilitar serbio

La policía de esta capital anunció los nombres de tres sospechosos del asesinato del paramilitar serbio Zeljko Raznatovic Arkan, pero la mayoría de los yugoslavos creen que los verdaderos asesinos nunca se conocerán.

Desde el día 15, el día en que Raznatovic, conocido como Arkan, y dos de sus amigos fueron asesinados en una típica ejecución mafiosa en el vestíbulo del Hotel Intercontinental de Belgrado, su muerte se convirtió en el tema dominante en este país.

El crimen se llevó a cabo rápida y eficientemente, y dejó pocas huellas o pruebas que puedan descubrir a los asesinos o sus motivos.

Arkan fue ladrón de bancos, narcotraficante y político, con estrechos lazos en el círculo de poder del presidente Slobodan Milosevic.

En 1997 fue procesado por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, con sede en La Haya, por crímenes contra la humanidad, entre ellos atrocidades perpetradas en Croacia en 1991 y en la guerra de Bosnia-Herzegovina (1992-95).

Dados los antecedentes de Arkan, la lista de sospechosos es interminable y la posibilidad de que los responsables sean atrapados es muy reducida, declaró la policía poco después del crimen.

Pero una semana después del asesinato, la policía de Belgrado anunció que el gatillo fue disparado por Dobrosav Gavric, de 23 años, un policía de licencia por enfermedad.

Gavric fue detenido tras ser operado en un hospital de la localidad de Loznica, 140 kilómetros al oeste de Belgrado.

Sus cómplices fueron identificados como Dejan Pitulic, un ex policía de 33 años, y Vujadin Krstic, de 36, "un hombre con frondosos antecedentes penales".

El portavoz policial, coronel Milenko Ercic, declaró que el arma del crimen no se encontró y que todavía no se estableció el motivo.

Ercic insistió en que "el crimen fue un típico golpe mafioso, independientemente de las especulaciones o insinuaciones de que fue un acto de terrorismo de Estado". Esta declaración ha sido reiterada por la prensa oficial.

Una de las teorías que maneja la población es que Arkan se haya convertido en un estorbo para el gobierno, que apoyó su ascenso de delincuente a empresario, pasando por paramilitar.

Otra es que fue víctima del crimen y de la mafia, ya que otrora se involucró en el narcotráfico de Serbia a Europa occidental.

Los analistas políticos sostienen que los años de aislamiento y sanciones contra Serbia la convirtieron en una sociedad cada vez más criminalizada, incluso con conexiones entre el gobierno y el hampa.

El misterio y la intriga caracterizaban a Arkan, quien se trasladaba en automóviles blindados y se rodeaba de guardaespaldas fuertemente armados.

Pero la teoría más popular en este país es que Arkan fue asesinado porque estaba a punto de llegar a un acuerdo con el Tribunal de La Haya para ofrecer pruebas sobre la participación del presidente Milosevic en crímenes de guerra.

La fuerza paramilitar de Arkan, Los Tigres, habría sido creada a principios de los años 90 por la policía secreta yugoslava como medio de distanciar a Milosevic de la limpieza étnica que se estaba perpetrando.

El dirigente opositor serbio, Vuk Draskovic, dijo que el asesinato es la "confirmación de la existencia del terrorismo de Estado en el país".

Asesinatos como éste tienen el propósito de crear un ambiente de temor entre los ciudadanos y especialmente en la oposición, aseguró Draskovic, mientras fortalecen el poder de la dictadura de Milosevic, agregó.

Muchos serbios comunes consideran a Arkan como un héroe y "defensor de la nación serbia". A su funeral, realizado el jueves, asistieron miles de personas.

Partidos de oposición cuestionaron la prontitud con que la policía atrapó a los supuestos asesinos, mientras casos similares permanecen sin resolver desde hace años.

Un viceministro de la policía serbia fue asesinado del mismo modo que Arkan en abril de 1997, mientras un socio de la influyente esposa de Milosevic, Mira Markovic, fue muerto a tiros en octubre de ese año.

Ambos casos siguen sin resolver, al igual que unos 60 asesinatos de criminales convertidos en empresarios, ocurridos desde 1991.

El pasado octubre, cuatro líderes del Partido de la Renovación Serbia (SPO), liderados por el nacionalista Vuk Draskovic, murieron en un misterioso accidente automovilístico. El vehículo en que viajaban fue aplastado por un camión, y Draskovic sobrevivió milagrosamente.

"Si la policía realmente hiciera su trabajo como debe, ya sabríamos lo que sucedió en octubre", declaró Ivan Kovacevic, del SPO, que atribuye el supuesto accidente a un intento de asesinato de Draskovic organizado por la policía secreta.

La policía serbia es uno de los pilares del régimen de Milosevic. Desde 1991 creció hasta tener 110.000 hombres, en un país de 7,5 millones de personas.

La fuerza está mejor equipada y entrenada que el propio ejército yugoslavo, y es conocida por su brutalidad en la disolución de manifestaciones de protesta contra el gobierno. También fue acusada de complicidad con el hampa.

A los yugoslavos comunes "no les importa si (el asesinato de Arkan) fue un ajuste de cuentas entre criminales o si el gobierno ajusta cuentas con aquellos que cayeron en desgracia", comentó Budimir Babovic, ex vicepresidente de Interpol.

"Lo importante es que la gente común tiene miedo porque sabe que la policía no los protege de nada. En realidad, muchas personas creen que la policía protege a los delincuentes", afirmó.

"El uso indebido de la policía para propósitos políticos, durante las protestas de la oposición, no hizo más que confirmar esta creencia", agregó Babovic.(FIN/IPS/tra-en/vpz/mn/mlm/ip/00

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