El gobierno de Perú prepara una ley que protege los derechos de la sabiduría ancestral indígena, para evitar que se repita la historia de la quinina, "pirateada" por los conquistadores españoles a los incas, y la explotación internacional de otras plantas curativas nativas.
Las comunidades indígenas serán propietarias intelectuales de los recursos genéticos procedentes de especies botánicas cuyo valor curativo o alimentario forma parte de su conocimiento ancestral, según contempla el proyecto de ley.
"Perú es uno de los países con mayor riqueza de biodiversidad en el mundo y debe abordar el desafío de aprovechar la ventaja competitiva que eso significa, pero debe proteger no sólo sus recursos naturales sino también los derechos de su población", comentó Jorge Caillaux, presidente de la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental.
"Los investigadores de las transnacionales farmacéuticas recorren el país recopilando información sobre la farmacopea nativa, buscan las especies y se las llevan a su país para aislar sus componentes y reproducirlos comercialmente", añadió.
La historia del saqueo de los conocimientos y tecnología nativa, tan antigua como el pillaje de sus recursos naturales, comenzó con la llegada de los colonizadores españoles.
Nada se podrá hacer ya respecto de la quinina, extraída de un arbusto llamado quina, ni tampoco sobre la papa, camote, maíz, caucho, tabaco, incorporados desde hace mucho tiempo al conocimiento y a la explotación industrial mundial.
Tal vez ni siquiera sobre otros recientes, como el de la "uña de gato", planta cuya corteza refuerza el sistema inmunitario y es, por consiguiente, eficaz ayuda en el tratamiento del cáncer y el sida, y que ha sido patentada como producto propio por laboratorios en diversos países.
"La historia de la quinina es ilustrativa del saqueo del conocimiento ancestral de las comunidades indígenas: en 1636 un curandero inca curó de las fiebres intermitentes del paludismo a la esposa del virrey español Conde de Chinchón utilizando la corteza de la quina", dijo el médico peruano Fernando Cabieses.
Entusiasmada, distribuyó luego a los enfermos de terciana de Lima los llamados "polvos de la Condesa", que los jesuitas enviaron a Europa con el nombre de "polvo de los jesuitas" y, poco después, el cardenal Lugo repartía el maravilloso remedio con el nombre de "polvo del cardenal".
"Roma era en aquellos años la capital del paludismo", afirmó Cabieses, director del Instituto Nacional de Medicina Tradicional.
"Rodeada de pantanos, su 'mal aire' hizo que a la enfermedad se le conociera también como 'malaria' y la insalubridad del Vaticano hizo que la sede del cristianismo fuera casi abandonada varias veces, después de matar a varios Papas y decenas de cardenales", añadió.
En 1650, el misterioso remedio se había hecho ya popular en el Vaticano y despertó el interés en otras capitales europeas.
En 1679, el británico Robert Talbot hizo llevar de Perú tallos de quina y comenzó a comercializar los polvos derivados, que en 1820 los químicos franceses Pelletier y Caventou perfeccionaron, logrando aislar la quinina y la "chinchonina", llamada así en homenaje a la esposa del virrey Chinchón.
"Homenajearon a la condesa, pero nadie se acordó nunca de los médicos incas que descubrieron sus propiedades curativas, desarrollaron genéticamente la planta y la aplicaban durante mucho tiempo", comentó Cabieses.
El médico señalço que cuando se apruebe la ley, los laboratorios farmacéuticos internacionales que actualmente explotan gratuitamente los recursos biogenéticos peruanos deberán pagar a las comunidades nativas.
En la preparación del proyecto de ley participan representantes de comunidades nativas, organizaciones no gubernamentales (ONG) y funcionarios de los Ministerios de Salud, de Industria, de Agricultura y del Instituto Nacional de Defensa de la Propiedad Intelectual (Indecopi).
El proyecto se encuentra en fase de recepción de comentarios e iniciativas de las comunidades nativas y las organizaciones empresariales que serán involucradas por su vigencia, y se estima que en febrero serán debatidas las propuestas para la elaboración del texto final del proyecto legal.
"Por primera vez en el mundo, un gobierno se propone establecer un régimen de protección de los conocimientos colectivos de los pueblos indígenas, que normará la investigación, industrialización y comercialización de los recursos genéticos", dijo Beatriz Boza, de Indecopi.
El proyecto incluye un reglamento sobre acceso a los recursos genéticos, que convertiría a Perú en el tercer país del mundo con una legislación semejante, después de Filipinas y Bolivia.
Pero la diferencia con las legislaciones boliviana y filipina sobre acceso a los recursos genéticos consiste en que el proyecto peruano reconoce carácter de propietario de los conocimientos a las comunidades nativas que los utilizan ancestralmente.
Brendan Tobin, de la no gubernamental Asociación de Defensa de los Derechos Naturales, dijo que "cuando se aplique dicha ley, las comunidades podrán conceder a los laboratorios farmacéuticos, mediante contratos, el derecho a utilizar ciertas plantas cuyo valor terapéutico ellos conocen tradicionalmente".
Tobin, asesor de la comunidad selvática aguaruna en una negociación con la empresa transnacional Monsanto, se manifestó de acuerdo con la orientación y el texto de la proyectada ley.
Según el proyecto, las empresas farmacéuticas deberán destinar el 0,5 por ciento de sus ventas al Fondo de Desarrollo de los Pueblos Indígenas.
"Es importante que, según el proyecto, el dinero de ese fondo será administrado por los propios nativos. Por fin se les reconoce sus derechos", comentó. (FIN/IPS/al/ag/en/00