Activistas y agricultores ecuatorianos interceptaron un barco estadounidense antes de su arribo al puerto de Guayaquil, para impedir el desembarco de una carga de 30.000 toneladas de soja transgénica.
Cincuenta activistas de la organización ambientalista Acción Ecológica y miembros de la Coordinadora Nacional Campesina utilizaron dos pequeñas embarcaciones para interceptar el martes la nave "Frina", abordarla e impedir que siguiera su marcha rumbo al puerto.
Otros ambientalistas se introdujeron en la comandancia del puerto, junto al Defensor del Pueblo, Hernán Ulloa, y a un juez del fuero civil, para exigir a las autoridades portuarias que no permitieran ingresar al barco, a lo que éstas accedieron.
El juez pidió a los investigadores del Instituto Biológico Izquieta Pérez que analizaran muestras del producto para determinar si es posible permitir el ingreso de la soja, importada para elaborar alimento para animales.
Los ambientalistas aseguran que la carne de animales alimentados con productos transgénicos representa riesgos para la salud de los consumidores.
Acción Ecológica había sido informada por organizaciones no gubernamentales de Estados Unidos de la alteración genética de la soja transportada por el Frina. Ahora confía en que, una vez realizados los análisis, la carga del barco sea incinerada o devuelta a su punto de origen.
"Esperamos que no haya corrupción y se cumpla la ley, que prohibe la entrada de alimentos transgénicos en el país", declaró a IPS Jorge Loor, dirigente de la Coordinadora Nacional Campesina.
La manipulación genética de la composición de productos de origen animal o vegetal busca aumentar el poder nutricional de éstos, su rendimiento y su resistencia a plagas y al almacenamiento prolongado.
La bióloga Elizabeth Bravo, de Acción Ecológica, comentó que los productos transgénicos son nuevos y que nadie, ni siquiera las empresas que los crean, pueden predecir sus efectos.
"Las posibles alteraciones en la salud humana y ambiental son impredecibles", aseguró Bravo. También advirtió las consecuencias socioeconómicas de estos productos.
"Los campesinos se ven obligados a adquirir las semillas" manipuladas genéticamente "so pena de perder la carrera en la competencia comercial", explicó.
"¿Quién asegura la bondad de las nuevas semillas?", se preguntó.
La mayoría de los productos transgénicos comercializados son alimentos, semillas e insumos agrícolas y fármacos desarrollados por empresas multinacionales encabezadas por la estadounidense Monsanto y la suiza Novartis.
Sus principales productos son soja, tomate, papa, tabaco, algodón y maíz resistentes a herbicidas y a plagas.
La revista Tribuna del Consumidor advirtió hace algunos meses que podrían estar ingresando en Ecuador productos transgénicos sin que su presencia se notara, pues no tienen etiqueta que los identifique como tales.
Bravo dijo que también existe posibilidad de que soja importada de Argentina sea transgénica.
"Aunque Ecuador importa poca soja, 80 por ciento de la que viene del exterior es Argentina y nadie puede asegurar hasta el momento que no sea transgénica, como gran parte de la que se produce en ese país", señaló Bravo a IPS.
Según Acción Ecológica, las papas importadas desde Estados Unidos por restaurantes de comida rápida de origen estadounidense podrían ser genéticamente modificadas, al igual que aceites comestibles y algunas materias primas para la alimentación de pollos.
La Constitución ecuatoriana aprobada en noviembre de 1997 encomendó a la ley la regulación del ingreso de productos transgénicos.
La norma constitucional sólo puede ponerse en práctica mediante la aprobación de una ley complementaria en el Congreso o por decreto ejecutivo.
Los participantes en el I Encuentro Andino de Bioseguridad, realizado en junio en Quito, exhortaron a los países de la Comunidad Andina a acordar mecanismos de seguridad ante los productos transgénicos.
Expertos en bioseguridad, representantes de los gobiernos de Bolivia, Colombia, Ecuador, Cuba y Venezuela y de la Unesco, advirtieron en la misma reunión que quienes toman decisiones sobre productos transgénicos no tiene la formación necesaria para tratar el tema.
Las autoridades de América Latina "que deciden sobre la introducción, uso y manejo de organismos vivos modificados por técnicas de biotecnología, requieren mayor capacitación", señaló Arvelio García Rivas, de Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura).
Santiago Carrasco, de la Secretaria Nacional de Ciencia y Tecnología de Ecuador, aseguró que es necesario crear en la región andina una cultura sobre la bioseguridad.
Los ambientalistas señalan como ejemplo de los riesgos de los productos agrícolas genéticamente modificados el caso del polen del maíz transgénico Bt, que mata las larvas de la mariposa monarca, como comprobaron investigadores de la Universidad de Cornell, en Nueva York.
Los estudios dieron el alerta sobre los efectos del polen difundido desde los campos de cultivo hacia áreas naturales adyacentes en Estados Unidos, Canadá, Argentina y España, donde se produce y vende esa variedad de maíz. (FIN/IPS/kl/ff/en he/00