(Arte y Cultura) CHINA: Los mil rostros de la Opera de Beijing

La pintura en el rostro de los intérpretes de la famosa Opera de Beijing es fascinante en sí misma, aunque se trata apenas de una faceta de una de las formas artísticas más perdurables de China.

El maquillaje también es popular en el teatro japonés y en formas escénicas occidentales como el payaso circense, pero en el caso de la Opera de Beijing la variedad es tan amplia que demanda un largo entrenamiento saber qué color corresponde a determinado carácter o estado de ánimo.

Denise Henry, que pasó los últimos dos años estudiando la Opera de Beijing, dijo que el esfuerzo valió la pena.

Henry, una estadounidense que tambien estudió el "kabuki" japonés y la danza tradicional coreana, dijo que "cualquiera puede apreciar la espectacular belleza de la Opera de Beijing", si bien "lleva tiempo comprender los caracteres y los colores que los simbolizan, lo cual hace más deleitable la experiencia".

Los orígenes de la ópera china pueden ser hallados en primitivas danzas y canciones populares. La Opera de Beijing hizo su primera aparición en el siglo XI, y alcanzó su mayor esplendor a mediados del siglo XIX.

Las narraciones, por lo general, son tomadas tanto de relatos tradicionales chinos como budistas, con cuatro tipos fundamentales de caracteres: el héroe, la heroína, un antagonista masculino y un payaso.

Ese antecedente sirve para dar una pista a la audiencia respecto del tipo de representación, y es adaptado al caracter dominante en escena.

Pero, aparte de esto y del elaborado vestuario usado por los intérpretes, los colores y características de los rostros de los actores también ayudan a la audiencia a distinguir unos de otros.

La paleta facial de la Opera de Beijing incluye rojo, rosa, púrpura, blanco, amarillo, dorado, plateado, verde, marrón, negro y azul. Las diferentes características son creadas frotando coloretes, rociando o mediante trazos específicos sobre el rostro del actor.

Una cara básicamente roja indica un carácter cálido, leal y de buen corazón. Una rosada refleja un carácter honesto, pero también uno que es maduro. El negro simboliza rectitud y honestidad, mientras un carácter masculino con cara amarilla revela fiereza y ambición, pero también una mente fría.

El púrpura está reservado a caracteres sofisticados y moralmente elevados. El azul, mientras, es obstinado, calculador y, a veces, feroz. Aquellos con rostros verdes tienen la cabeza bien puesta y son impetuosos, mientras el dorado y el plateado indican a menudo caracteres divinos u otros seres sobrenaturales.

Hay dos tipos de maquillaje blanco en la Opera de Beijing. Una base oleosa denota un individuo solemne pero arrogante, y un rostro aguado y empolvado corresponde a una persona siniestra y traicionera.

El arte de la pintura facial se remonta a 2.400 años atrás, cuando la población de los estados beligerantes de Wu y Yue coloreaban sus rostros y sus dientes para tener una imagen feroz durante las batallas, según expertos en teatro chino.

En la época de la dinastía Han (entre el 206 antes de Cristo y el 220 de esta era), bailarines y actores llevaron máscaras decorativas en interpretaciones que fueron los antecedentes de las óperas actuales. Sin embargo, la pintura facial siguió siendo rudimentaria hasta la dinastía Ming (1368-1644).

Ejemplos conservados de esa época indican que los diseños estuvieron limitados sobre todo a las cejas y los ojos. En forma gradual, la pintura se fue extendiendo a otras partes del rostro, y el maquillaje usado en las grandes óperas se convirtió en cosa común.

En aquel entonces se usaron pocos colores (rojo, púrpura, negro, azul y amarillo), pero cada uno tuvo su propio significado simbólico. El negro, por ejemplo, denotó un caracter serio y honesto, mientras que el amarillo representó una personalidad esquemática y calculadora.

Características polícromas tambien fueron empleadas ocasionalmente, pero los diseños ornamentados que se ven hoy no se desarrollaron, en realidad, hasta bien entrada la dinastía Qing.

Henry señaló que mientras el teatro occidental está basado sobre todo en el intento de llevar la realidad al escenario, el teatro tradicional chino descansa sobre un concepto diametralmente opuesto.

Esto significa que la realidad fue descartada y que se adoptaron, en cambio, símbolos que revelan el significado interno de cada palabra y gesto. Esos símbolos deben presentar el genuino significado y las emociones de una narración y también transmitir paz.

La Opera de Beijing fue declarada feudal, reaccionaria y degenerada por los líderes comunistas chinos en décadas pasadas. En los últimos años, no obstante, la ópera ha retornado en consonancia con las reformas del país.

El vestuario y el maquillaje es el mismo que se empleaba dos siglos atrás, y tanto la puesta en escena como la orquestación retrocedió todavía más en el tiempo. La Opera de Beijing también ha sido preservada en Taiwan, donde sigue siendo una de las formas de entretenimiento más populares. (FIN/IPS/tra- en/pa/ccb/ego/mj/cr/00

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