ARGENTINA: Ballenas australes en peligro, pese a presiones

Una flota japonesa continúa cazando ballenas en el santuario austral en torno a la Antártida con fines presuntamente científicos, pese a la prohibición de organismos internacionales, de los gobiernos y de las recomendaciones y trabas de los ambientalistas.

Los cetáceos, que llegan a medir hasta 30 metros de longitud según la especie, los más grandes del universo animal, son particularmente codiciados por Japón, que tradicionalmente los cazaba para comer su carne.

La flota Toshi Maru está compuesta por un buque factoría y barcos arponeros que se alejan del principal para cazar de a una o dos ballenas de la especie "Minke" en las aguas heladas del Mar Artico. Una vez capturadas, vuelven para dejarlas en el barco madre, y salen por más.

El barco Artic Sunrise, de la organización ambientalista internacional Greenpeace, procura desde el 20 de diciembre evitar que la flota despliegue la caza, interponiéndose entre el barco factoría y los arponeros, o persiguiendo y cercando a los arponeros para que no puedan dejar la carga e ir a buscar más.

Esta acción la hacen en nombre de la Convención de las Naciones Unidas para la Ley del Mar, que prohibe la caza de cetáceos. Desde 1994 existe un Santuario Ballenero Austral, aprobado por 23 votos a favor y uno en contra, Japón, que destinaría la carne de ballena a la industria alimenticia.

Además del santuario austral existe otro en el océano Indico, y según dijo a IPS Natalia Truchi, de Greenpeace Argentina, se intenta declarar otro santuario en el Atlántico Sur, donde vive la ballena Franca, que los turistas pueden avistar desde la costa argentina cada setiembre.

La Comisión Ballenera Internacional, que controla la presevración de los cetáceos, condena cada año a Japón por la caza y le pide que suspenda esta presunta cacería científica que mató 400 animales en 1997, 440 en 1998 y 389 el año pasado.

Hasta el momento, Australia, Gran Bretaña, Nueva Zelanda y Estados Unidos habían expresado su rechazo a estas prácticas. Desde este mes se sumó también Argentina.

"Argentina considera que la caza de ejemplares por parte de la flota ballenera japonesa en tan elevado número, no corresponde a necesidades críticas de investigación, por lo que debe realizar estos estudios por medios que preserven la vida de las ballenas", dice un comunicado de la cancillería.

Sin embargo, el gobierno de Japón insiste en que la flota tiene autorización de la Comisión Ballenera Internacional para realizar investigación científica marina.

Truchi comentó que los pescadores japoneses tienen una larga tradición en la actividad pesquera, incluida la caza de ballenas, y que la carne de estos animales era parte de la comida popular. Luego, con el control de la cacería, pasó a ser un plato más exótico y caro.

La representante de Greenpeace dudó acerca de los argumentos del buque japonés, que dice estar analizando los efectos del cambio climático en la especie y sus migraciones, y señaló en cambio los hallazgos de carne de ballena en latas de supermercados del país asiático.

Así, mientras sigue la presión internacional de los gobiernos para detener la caza, la labor de la organización ambientalista consiste en detener en el lugar a los cazadores, mediante paredes de agua que producen con extractores desde el bote inflabe Artic Sunrise.

El coordinador de la embarcación, Milko Schvartzman, comentó por radio a miembros de la organización en Buenos Aires que pese a las presiones diplomáticas, la caza continúa, y expresó su preocupación al observar que los especímenes son cada vez más pequeños.

Greenpeace detectó que en la década del 90 comenzaron a advertirse los graves signos de deterioro en índices superiores a 90 por ciento de la biomasa de ballenas de diversas especies.

"Cada cifra crítica era respondida luego con un cambio de objetivo, de la ballena azul a la blanca, o de ahí a la minke, siempre en busca de una nueva especie sobre la que lanzarse", subrayó Truchi.

Los ambientalistas, así como los gobiernos, esperan que las presiones sobre Japón sean más fuertes que su afán comercial y se logre detener la matanza de estos animales. (FIN/IPS/mv/ag/en/00

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