La urgencia de fortalecer la integración de América Latina para responder al reto de la globalización sin perder la identidad propia surgió con fuerza entre economistas y directivos de organismos internacionales reunidos durante una semana en Cuba.
"En la medida en que no enfrentemos ese fenómeno como desafío en el cual tenemos que decir algo, nos arrasa", dijo a IPS Otto Boye, Secretario Permanente del Sistema Económico Latinoamericano (SELA), organismo internacional y caribeño con sede en Caracas.
Al respecto, Boye añadió que si la región no se integra con mayor profundidad que la impuesta por "la inevitable inserción en el proceso de globalización", sus esfuerzos propios serán anulados y convertidos en irrelevantes por la fuerza de los acontecimientos de nivel supraregional.
Peor aún, "no vamos a poder tener voz propia, no vamos a poder participar activamente en el diseño y conformación de tales acontecimientos", advirtió al participar en el II Encuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Desarrollo, realizado en La Habana del lunes al viernes pasados.
Otros expertos participantes alertaron que el ritmo de crecimiento económico de América Latina y el Caribe, que entre 1913 y 1999 fue apenas de un 3,9 por ciento como promedio regional, no se tradujo en mejores condiciones de vida y equidad.
En opinión de Boye, "parece clarísimo" que la región está superando la crisis internacional desatada en 1997 y va a mostrar crecimiento nuevamente este año, pero aunque la situacion económica sigue siendo importante para los planteamientos de la integración, no es lo único a tomar en cuenta.
También debe definirse si América Latina y el Caribe quieren transitar el siglo XXI con personalidad propia, con elementos culturales propios o nos si se van a dejar llevar por la ola histórica, comentó.
"La ola de cambios en cuya cresta nos encontramos es tan veloz y poderosa, que amenaza con arrastrarnos a una actitud de total parálisis", dijo el ejecutivo del Sela, quien considera que ante esa situación es urgente "despojarse de la pasividad y unir fuerzas".
Para Boye, se trata de un dilema a resolver en primer lugar políticamente a los más altos niveles, pero también mediante estudios que indiquen alternativas, otros caminos, lo cual el Sela se propone realizar.
"Si no somos capaces de articular proposiciones concretas, podemos perder la partida", reflexionó.
A su juicio, a instituciones regionales e integración ya vigentes, como el Grupo de Río o el propio Sela les faltan atribuciones, una mayor institucionalización y precisión a la hora de definir normas comunes.
El Grupo de Río es un mecanismo de concertación política regional integrado por todos los países sudamericanos, más México y Panamá, un representante rotativo de América Central y otro del Caribe.
Al respecto, Boye consideró que en esta entidad "existe un germen de instancia máxima política que pudiera concentrarse más en la integración", la cual se debería que fortalecer.
En ese sentido, señaló que el propio Sela, organismo al cual solo "faltan tres o cuatro pequeños estados del Caribe por integrarse", puede perfectamente desarrollarse en un futuro como ejecutor de las decisiones de los responsables políticos de los Estados.
Otros expertos asistentes al congreso, que tendrá una nueva edición el año próximo, insistieron también en las últimas sesiones en que la integración es un fenómeno de voluntad política para el desarrollo de los países.
Sebastián Alegrett, secretario general de la Comunidad Andina de Naciones, alertó que América Latina y el Caribe están en un momento definitivo para su integración económica, dada la rápida expansión de los procesos de interrelación a nivel internacional que amenazan con marginar los intereses de las naciones del área.
En el encuentro participaron unos 800 expertos de 54 países, entre ellos especialistas y directivos de varios organismos económicos y financieros internacionales. (FIN/IPS/pg/mj/if/00