VENEZUELA: Un país desafiado por la catástrofe

Venezuela llega al 2000 desafiado en su presente y su futuro por un desastre natural de magnitudes históricas, que genera problemas estructurales de difícil solución.

El gobierno de Hugo Chávez dirige hace cinco días un país con 300.000 personas afectadas, más de 100.000 damnificados, vastas áreas del territorio arrasadas y un número incalculable de muertos.

La tragedia impactó fuertemente este país que salía de un referendo constitucional y se preparaba para los festejos de fin de año. Todos esos asuntos han quedado en segundo plano mientras los medios difunden en forma permanente detalles del desastre.

Las mayores urgencias para las autoridades son abastecer de agua potable y alimentos a toda la población que ha sido desplazada por la tragedia, mientras se hacen esfuerzos para tratar de evitar las epidemias.

Entre tanto, desde este fin de semana comenzó a fluir la ayuda internacional de más de una veintena de naciones en forma de recursos monetarios, materiales de emergencia y especialistas en el enfrentamiento de desastres naturales.

Pero después de la tragedia causada por las lluvias atípicas la noche del miercoles al jueves de la semana pasada, viene el futuro. Y los venezolanos intuyen que no será fácil.

En los próximos días, cuando se hayan rescatado los vivos, deben comenzar a contabilizarse los muertos, y se anticipa que será una tarea difícil y dolorosa pues se temen miles de víctimas.

Durante los próximos días también será necesario empezar a buscar soluciones para un número aún impreciso de venezolanos que lo perdieron todo.

El gobierno ha ofrecido planes de reubicación en el desplobado sur del país para quienes deseen iniciar una nueva vida, pero muchos de ellos probablemente querrán tratar de recuperar lo que tenían.

En algunos casos, no será fácil. La principal organización empresarial, Fedecámaras, estimó que Venezuela perdió 200.000 empleos directos como consecuencia de la destrucción causada por esta catástrofe.

Las lluvias tuvieron consecuencias feroces en Caracas y en zonas costeras al este y oeste de la capital, donde hubo numerosos damnificados a causa de las inundaciones.

Pero fue mortal para el estado de Vargas, una zona de litoral ubicada a 40 kilómetros al norte de la capital y separada de esta por una cadena montañosa, que quedó semidestruida por avalanchas de lodo, agua y piedras.

En esa zona, donde funciona el principal aeropuerto de Venezuela, cerrado a las operaciones comerciales los últimos cinco días, las pérdidas humanas y materiales aún son difíciles de calcular.

Los venezolanos observan con asombro y desolación la destrucción de largos kilómetros de vialidad, la desaparición de comercios, viviendas, restaurantes y clubes turísticos que alguna vez acogieron a los numerosos visitantes del litoral más cercano a la capital.

La autopista utilizada por los viajeros que entran y salen de Caracas por el aeropuerto, registra impactos que reducen su operatividad casi a la mitad.

La recuperación de Vargas requerirá de una inversión multimillonaria, sin contar los recursos que demandará de empresas privadas y particulares.

Algunos organismos multilaterales ya anunciaron su respaldo a Venezuela en esta emergencia, y lo más probable es que el gobierno recurra al ahorro generado por el fuerte aumento de los precios del petróleo este año.

El Ministerio de Producción y Comercio informó que el gobierno destinará cerca de 150 millones de dólares para atender la emergencia, pero con seguridad será sólo el primer desembolso exigido a las arcas del Estado.

La recuperación del estado de Vargas podría demorar siete años, de acuerdo con cálculos oficiales. (FIN/IPS/lc/mj/en dv/99

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