Hace una semana, cuando comenzó a llover intensamente en los alrededores de la capital de Venezuela, nadie sospechaba que el país enfrentaría una tragedia con un costo humano inmenso y extremadamente difícil de medir.
Podría haber entre 25.000 y 30.000 muertos, admitió hoy el director nacional de Defensa Civil, Angel Rangel. "El número final nunca lo vamos a saber", agregó cuando fue consultado por una televisora local.
El ministro de Relaciones Exteriores, José Vicente Rangel, consideró el lunes que podría haber 10.000 muertos, pero coincidió en que es imposible hacer estimaciones definitivas, pues "no se sabe cuántos sepultados hay".
No existen cifras oficiales sobre víctimas, y las estimaciones van de 5.000 a 30.000. Se trata de una catástrofe sin precedentes en la historia moderna de Venezuela y, si se confirmara la peor de las hipótesis, sería una de las mayores tragedias del siglo en América Latina.
El presidente Hugo Chávez es el más cauto, y hasta ahora se ha limitado a citar las víctimas "contabilizadas", que hasta el lunes por la noche eran 342.
Pero el mandatario también reconoció que es imposible hacer un balance e incluso mencionó la posibilidad de declarar "campo santo" a algunos sectores donde será difícil remover el lodo.
El martes 14 por la noche arreciaron las lluvias atípicas para esta época del año que registraba Venezuela desde comienzos de diciembre. El día siguiente, mientras se realizaba un referendo para aprobar una nueva Constitución, el agua no se detuvo.
Y el jueves 16 el país amaneció como espectador de la tragedia provocada por el desborde de ríos y de un embalse en la zona costera.
Desde la cadena montañosa que separa Caracas del estado costero de Vargas bajaron torrentes de agua y barro. La capital fue severamente impactada, pero la zona del litoral resulto prácticamente destruida.
La mayor parte de las miles de víctimas se encuentra sepultada entre la acumulación de lodo, rocas, árboles y escombros que alteraron para siempre la geografía de Vargas, donde se encuentran las playas más cercanas a Caracas.
El saldo mortal de la catástrofe ha originado escenas dolorosas: cementerios que abren tumbas a toda velocidad para esperar los cuerpos, y colas ante las morgues para tratar de identificar a algún familiar.
Algunos contenedores de carga marítima que quedaron abandonados en el puerto de La Guaira, en Vargas, han sido habilitados para transportar cadáveres hasta la capital.
Autoridades de la Fiscalía de la nación han instalado unidades de control especiales para tratar de identificar a las víctimas, y para agilizar su inhumación.
La organización de derechos humanos Comité de Familiares de Víctimas (Cofavic) planteó a la fiscalía la importancia de realizar la identificación de los muertos para informar a sus familiares.
Cofavic fue formada para reclamar reparaciones del Estado tras los sucesos del 27 y 28 de febrero de 1989, cuando se produjo el "Caracazo" y una violenta represión dejó gran cantidad de muertos, muchos de los cuales fueron enterrados en fosas comunes.
El trato que merecen los muertos y desaparecidos "también es parte de la tragedia", advirtió la directora de Cofavic, Liliana Ortega. (FIN/IPS/lc/ag/hr/99