La catástrofe natural de Venezuela produjo en el estado costero de Vargas escenas apocalípticas de destrucción, con paisajes alterados y seres deambulando sin destino aparente entre escombros que esconden un número incalculable de muertos.
"Hay miles de personas sepultadas, el número final nunca lo vamos a saber", admitió este martes el director general de Defensa Civil, Angel Rangel, al referirse a Vargas, una estrecha franja de litoral sobre el mar Caribe, unos 40 kilómetros al norte de la capital.
Durante la noche del miércoles 15 las persistentes lluvias atribuídas al fenómeno climatológico de "La Niña" convirtieron en avalanchas de lodo, agua y rocas las fuentes de agua que bajan desde la verde cadena montañosa que divide Vargas de Caracas.
Aunque la capital y otras regiones del país también fueron severamente impactadas por el desastre, en el litoral de Vargas la magnitud de la tragedia fue apabullante.
Cuando las lluvias cesaron el fin de semana pasada, cámaras aéreas mostraban carreteras desventradas, jardines y calles inundados por lodo y piedras, casas enterradas, edificios sitiados por el lodo.
El desastre dividió para siempre en un antes y un después la historia de esta estrecha franja de tierra entre la montaña y el mar, densamente poblada por unas 310.000 personas, ahora sumida en el silencio.
Vargas alberga hoteles de cinco estrellas, clubes de lujo y balnearios populares que sin duda eran los más concurridos del país por su cercanía a Caracas. Tenía una zona colonial y carreteras costeras con hermosas vistas del mar Caribe.
El estado también hospeda el puerto de La Guaira, el aeropuerto internacional de Caracas y la centenaria residencia vacacional del presidente, "La Guzmania".
Los hoteles ahora están habitados por fantasmas, las playas desaparecieron, los clubes están arrasados, la zona colonial resultó semidestruida y la residencia presidencial está sumergida en lodo.
El puerto tardará un mes en reabrir, y el aeropuerto suspendió operaciones comerciales, utilizado como escala para atender la más grave emergencia humana que ha enfrentado Venezuela este siglo, con la evacuación de miles y miles de personas desde Vargas.
Decenas de helicópteros, varios barcos de la armada y motociclistas voluntarios han protagonizado un intenso operativo de rescate de supervivientes desde las azoteas de edificios y casas, o de campos deportivos que sirvieron como puntos de reunión cuando retornó el sol.
Pero aun así no fue suficiente, y numerosas personas prefirieron desafiar los nuevos accidentes geográficos formados por las avalanchas para salir hacia centros de ayuda.
Los testimonios han sido aterradores. "Observamos con linternas cómo aquel poder natural acabó con las rejas de la edificación, se llevó nuestros carros e iba adueñándose de calles y casas", testimonió la periodista de El Nacional de Caracas Yelitza Linares.
Los supervivientes hablan de personas arrastradas por el agua y las rocas, de la pérdida total de sus bienes, y de episodios de hambre y sed desde que la zona quedó sumida en el aislamiento tras el desastre.
Además denunciaron la aparición de bandas de saqueadores e incluso de episodios de violaciones. El gobierno ordenó el despliegue de tropas especiales para evitar los desbordes, que en algunos casos fueron provocados por la desesperación.
El rescate de supervivientes continuaba a toda velocidad este martes, en medio de reportes sobre gente que no quiere abandonar el litoral, o que regresa, porque no tienen otra opción en la vida.
Aun si volver significa enfrentar la desolación, el peligro anunciado de epidemias y en muchos lugares el olor de la muerte.
El presidente Hugo Chávez ha comentado que el gobierno considera declarar "campo santo" algunas de las acumulaciones de lodo causadas por las avalanchas.
Aunque el gobierno ha sido cauto en la entrega de cifras sobre víctimas, el ministro de Relaciones Exteriores José Vicente Rangel consideró que la cifra no bajará de 10.000 en el país, principalmente en el estado Vde argas. (FIN/IPS/lc/dg/en-dv/99