Los rebeldes de Uganda que buscan derrocar al presidente Yoweri Museveni están ahora mejor entrenados y disponen de mejores armas, según agencias de ayuda que operan en la región fronteriza de ese país con la República Democrática de Congo (RDC).
"Antes las armas que los insurgentes utilizaban con más frcuencia eran machetes y cuchillos, pero ahora emplean pistolas", dijo un funcionario de una agencia de ayuda que pidió reserva sobre su identidad.
La semana pasada los rebeldes mataron a 90 de los 365 prisioneros que capturaron al atacar la prisión de Kitojo, en la frontera con la RDC.
Los cadáveres mutilados y en descomposición de los prisioneros asesinados fueron descubiertos por el ejército ugandés en las laderas de las montañas Ruwenzori, donde tienen sus bases las insurgentes Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF).
El ataque a la prisión fue la acción más cruenta en la región desde el asesinato en octubre de unos 80 estudiantes del Colegio Técnico de Kichwamba, a unos 315 kilómetros de Kampala.
Las ADF, que según se piensa son apoyadas por la RDC y Sudán, han sembrado el terror y la destrucción en aldeas y pueblos de Uganda occidental, convirtiendo a la región en un área explosiva de actividades insurgentes desde 1997.
En febrero, ocho turistas extranjeros fueron asesinados en el Parque Nacional Bwindi, en la frontera con la RDC, por presuntos integrantes de las ADF, quienes habrían contado con ayuda de los Interahamwe, milicias de la etnia hutu ruandesas que dieron muerte a un millón de personas de la etnia tutsi y hutus moderados en Ruanda en 1994.
Las ADF comenzaron con ataques esporádicos y fueron ignoradas por el gobierno de Museveni hasta que sus acciones se volvieron más brutales y similares a los del insurgente Ejército de la Resistencia del Señor (LRA), que actúa en el Norte y suele quemar aldeas y secuestrar niños y adultos.
Quienes pudieron escapar de las ADF cuentan historias similares sobre golpizas, torturas y reclutamiento forzoso.
Por lo menos ocho personas fueron asesinadas la semana pasada en un ataque rebelde. "Hubo muchos ataques en las últimas dos semanas. Ha sido explosivo", dijo un portavoz del Programa Mundial de Alimentos.
Las atrocidades causaron el desplazamiento forzoso de miles de familias, las cuales abandonaron sus hogares y granjas para buscar refugio en campamentos de desplazados vigilados, dirigidos por agencias de ayuda humanitaria.
En el distrito de Bundibugyo, que ha sido el más afectado por los ataques, por lo menos 105.000 personas debieron dejar sus hogares, y en el vecino distrito de Kasese lo hicieron unas 30.000 personas.
El conflicto también ha afectado a la economía y causó escasez de alimentos en el área fértil, obligando a la mayoría de las familias a depender del alimento suministrado por agencias humanitarias.
El gobierno descartó la posibilidad de negociar con los rebeldes, a los cuales admitió que ha favorecido el hecho de que actúan en un difícil terreno montañoso.
La lucha contra los insurgentes también se ha hecho más difícil porque parte del ejército de Uganda fue desplegado en la RDC, para luchar junto a los rebeldes de ese país que procuran derrocar al gobierno del presidente Laurent-Desire Kabila.
El agravamiento del conflicto en la zona occidental se produjo días después de que Museveni firmó un acuerdo en Kenia con el presidente del vecino (septentrional) Sudán, Omar al Bashir, en el cual cada país se comprometió a cesar su apoyo a insurgentes del otro, y se restablecieron relaciones diplomáticas entre ambos.
El acuerdo de paz, en el cual actuó como mediador el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, llegó en un momento en el cual ambos países se acercaban cada vez más a una guerra total, después de que Museveni acusara a Sudán de ayudar a las ADF y al LRA.
Por su parte, Bashir había acusado a Uganda de apoyar al rebelde Ejército Popular de Liberación de Sudán, que lucha por la autodeterminación de la región meridional de ese país.
Los rebeldes ugandeses declararon que ignorarían el acuerdo entre Uganda y Sudán, arguyendo que habían sido excluidos de su negociación.
"Ese acuerdo no cambiará la situación. Fue apenas una decisión política que tomaron (los gobiernos de Sudán y Uganda) para ganarse a la comunidad internacional, pero su implementación no es posible", dijo una fuente del LRA a IPS.
"No es posible mantener negociaciones de paz en ausencia de otras personas que son parte del conflicto", señaló.
El norte de Uganda ha disfrutado de una disminución de las actividades de los rebeldes durante los últimos meses, pero la fuente aseguró que el LRA volverá a atacar.
"Creo que el principal obstáculo para la paz en Uganda es Museveni. El piensa que la comunidad internacional le cree. Obtiene dinero del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y por eso piensa que puede hacer lo que quiere", agregó.
Museveni, ex líder rebelde, llegó al poder en 1986, luego de cinco años de guerra de guerrillas. (FIN/IPS/tra- en/ja/mn/at/mp/ip/99