Las mujeres que viven en el oeste de Uganda se enfrentan a una inseguridad alimentaria creciente y no tienen acceso a sistemas de salud adecuados a causa de la guerra entre los rebeldes y las tropas del gobierno.
"Las mujeres del distrito de Bundibgyo deben maldecir el día de su nacimiento, ya que muchas fueron secuestradas por los rebeldes de las Fuerzas Democráticas Aliadas y otras fueron violadas y acosadas sexualmente", declaró Lillian Nsubuga, de la Asociación de Mujeres de los Medios de Comunicación de Uganda.
Varias mujeres embarazadas dejaron de ir a los centros de salud por temor a encontrarse con rebeldes por el camino, y muchas tienen miedo de ir al campo a buscar alimentos, detalló Nsubuga.
La lucha entre los rebeldes y las Fuerzas de Defensa del Pueblo de Uganda, del presidente Yoweri Museveni, se reanudó en Bundibugyo, unos 417 kilómetros al oeste de la capital. La consecuencia es que varias mujeres fueron violadas y obligadas a sumarse a sus milicias.
La escasez de alimentos es cada vez mayor en los campamentos de desplazados. Se calcula que los campamentos protegidos por el gobierno albergan alrededor de 100.000 personas que se fueron sumando desde que los insurgentes iniciaron los ataques, hace unos años.
Las personas que viven en los campamentos reciben alimentos del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, pero esa ayuda sólo sirve como complemento de la dieta, así que las mujeres se ven obligadas a ir a los campos en busca de más comida.
Un policía del cuartel policial de Kabarole, unos 300 kilómetros al oeste de Kampala, admitió que aunque muchos abandonaron sus pueblos y buscaron protección en los campamentos, "las mujeres no están a salvo, ya que cada tanto deben volver a sus localidades en busca de alimentos y leña".
"Es una vida dura, porque una no puede quedarse sentada mientras sus hijos le piden comida. Muchas mujeres se ven obligadas a volver a los pueblos desiertos en busca de alimentos", contó Atenyi Abwoli, que llegó a Kampala hace poco tiempo.
Los habitantes de Bundibugyo no salen de su casa después de las siete y media de la noche por temor a los rebeldes, y se quedan allí hasta las 10 de la mañana del día siguiente.
Las mujeres que empiezan a hacer trabajo de parto durante la noche y necesitan la atención de un médico especializado son particularmente vulnerables.
Algunas organizaciones no gubernamentales (ONG) empezaron a entrenar a las parteras tradicionales a fin de ayudar a las embarazadas que no puedan llegar a los centros de atención médica.
Serina Biira, la actual visitante de salud del distrito de Bundibugyo, advirtió que se necesitan al menos 360 comadronas.
"Tenemos que preparar al menos a 360 parteras tradicionales, pero no tenemos fondos suficientes, ni tampoco entrenadores", se lamentó Biira.
Unas 170 parteras fueron capacitadas hace poco por la Misión Mundial de Cosecha, una ONG internacional, pero "algunas fueron asesinadas por los rebeldes y otras huyeron de la región por miedo a ser atacadas. Sólo un puñado se quedó aquí", explicó Nsubuga.
El ministro de Defensa, Steven Kavuma, declaró que los últimos ataques de los rebeldes de las Fuerzas Democráticas Aliadas se debieron a que el Ejército nacional tomó por asalto varios puestos insurgentes de las montañas de Rwenzori.
Los rebeldes "tratan de distraer al ejército de sus operaciones en las montañas", explicó Kavuma.
No sólo las mujeres del oeste de Uganda sufrieron a causa de la guerra, sino también las del norte, donde las tropas del gobierno luchan desde hace 13 años contra el insurgente Ejército de Resistencia del Señor, liderado por Joseph Kony.
Los rebeldes liderados por Kony también secuestran mujeres y niños y los obligan a integrarse a sus milicias, además de forzar a las muchachas a casarse con ellos. (FIN/IPS/tra-en/ma/pm/ceb-mlm/hd-ip/99