La presidenta de Sri Lanka, Chandrika Kumaratunga, prometió reprimir a los separatistas tamiles y llevar a la práctica el estancado plan de paz tras ser reelegida por una contundente mayoría.
Lejos de amedrentarla, el atentado rebelde contra su vida del pasado sábado aumentó su resolución "en una proporción incalculable", según declaró el miércoles poco después de prestar juramento y asumir su segundo mandato de seis años.
"Quiero advertir a aquellos que por acto u omisión apoyan al terrorismo que los días del terror en esta tierra están contados", previno en un duro discurso en el que anunció sus planes de gobierno.
Kumaratunga obtuvo 51,1 por ciento de los votos, frente a 62 por ciento en las elecciones de 1994. Su principal rival, Ranil Wickremasinghe, del Partido Nacional Unido (PNU), logró 43,7 por ciento de los sufragios.
Se estima que 75 por ciento de los 11 millones de votantes habilitados concurrieron a las urnas el martes para elegir entre 11 candidatos a la presidencia.
Aunque no se puede atribuir la alta concurrencia a la solidaridad hacia Kumaratunga, el hecho es que hasta el atentado contra su vida la carrera presidencial entre ella y su principal rival estaba muy pareja y muchos votantes parecían decepcionados porque la presidenta no cumplió sus promesas de pacificación.
La violencia caracterizó al último mes de campaña electoral. El número de víctimas fatales aumentó abruptamente tras el doble ataque con bombas del sábado en Colombo.
La presidenta resultó herida en su rostro en un ataque terrorista suicida, por una supuesta rebelde tamil, que causó la muerte a 25 personas en un acto de la gobernante Alianza del Pueblo.
En otro lugar, una bomba explotó en un acto del opositor PNU y mató al menos a nueve personas. Ambos incidentes fueron atribuidos a los Tigres de Tamil, que nunca reivindican sus atentados.
En 1994, rebeldes tamiles asesinaron a Gamini Dissanayake, candidato del PNU para las elecciones presidenciales de ese año, y en 1991 al ex primer ministro indio Rajiv Gandhi, que se proponía regresar a la jefatura de gobierno.
Kumaratunga declaró a los ministros y periodistas reunidos en la ceremonia de asunción que se considera la única líder capaz de conducir a Sri Lanka hacia la paz, y prometió hacerlo "con más pasión y dedicación" que antes.
"He sufrido el pesar de nuestra nación de todas las maneras posibles: en las desgarradoras pérdidas de mi padre y mi esposo, en un atentado que sólo por milagro no me costó la vida", dijo la presidenta.
El padre de Kumaratunga, S.W. Bandaranaike, fue muerto a tiros por un monje budista en 1959, siendo primer ministro. El esposo de la mandataria, también político, fue asesinado durante una revuelta del izquierdista JVP.
El próximo paso de Kumaratunga podría ser la promoción de una reforma constitucional para cambiar el sistema de gobierno, paralizado por la oposición parlamentaria, mediante la disolución del cuerpo legislativo y la designación de una Asamblea Constituyente.
La débil mayoría parlamentaria de Kumaratunga le impidió impulsar el plan de paz que había prometido en 1994.
En Sri Lanka se precisan dos tercios de los votos de los legisladores para la aprobación de una reforma constitucional.
La analista política Jehan Perara, directora de prensa del Consejo Nacional de Paz, consideró probable que la presidenta designe una Asamblea Constituyente para impulsar la reforma con una mayoría simple.
En 1972, la madre de Kumaratunga, Sirima Bandaranaike -la primera mujer del mundo en ocupar una jefatura de gobierno-, estableció una Asamblea Constituyente para aprobar una nueva carta magna para Sri Lanka.
Kumaratunga "destacará que tiene un mandato claro, superior a 50 por ciento de los votos, para aplicar el plan de paz y recurrir a estas medidas. Tiene la luz verde de las masas para realizar reformas constitucionales", comentó Perera.
Los rebeldes tamiles luchan contra las fuerzas del gobierno desde hace 16 años por un estado separado para la minoría étnica tamil en el norte y este de la isla. (FIN/IPS/tra-en/fs/an/mlm/ip/99