Para los simpatizantes del gobierno de Boris Yeltsin en Rusia, las elecciones parlamentarias de este domingo ofrecieron un camino a la ansiada estabilidad, pero sus detractores sostienen que son un ejemplo de la manipulación popular por los medios de comunicación.
Tras los comicios, siguen en pie las dudas sobre si los elegidos ayudarán a combatir problemas endémicos como la corrupción y la falta de organización de la sociedad civil.
Aunque el Partido Comunista sigue siendo la principal fuerza política del país, con 24 por ciento de los votos, el ganador indiscutido es Unidad, con 23 por ciento, una entidad política formada hace unas semanas por el sector de Yeltsin y dirigida por el ministro Sergei Shoigu.
Sin programa político ni económico, el nuevo partido obtuvo casi la cuarta parte de los votos, desplazando a experimentados políticos y partidos.
Casi 60 por ciento de los 107 millones de los ciudadanos habilitados se presentaron a votar en el país más grande del mundo que se extiende a lo largo de 11 zonas horarias. Veintiséis partidos y 2.300 candidatos se disputaron 450 bancas en la Duma, la cámara baja del Parlamento ruso.
El Partido Comunista de la Federación Rusa sigue al tope con más de 24 por ciento de los votos, beneficiándose con la ardua competencia de sus enemigos tradicionales, en que los principales medios de comunicación ignoraron a otras fuerzas.
El líder comunista Gennady Zyuganov acusó a Unidad de carecer de ideología y de usar todo tipo de presiones administrativas para conseguir votos.
El grupo que hace una semanas muchos consideraban la segura fórmula ganadora, el opositor partido de Toda la Patria Rusa (OVR), encabezado por el ex primer ministro Yevgeny Primakov y el alcalde moscovita Yury Luzhkov, obtuvo poco más de 12 por ciento de los votos.
Otro grupo pro-Yeltsin, la Unión de Fuerzas Derechistas (SPS), lanzado hace tres meses, obtuvo ocho por ciento en lo que constituyó otra sorpresa, mientras el liberal partido Yabloko y el bloque del nacionalista Vladimir Zhirinovsky ambos obtuvieron seis por ciento cada uno.
Los comunistas seguramente conseguirán 111 bancas en la Duma, Unidad 76, OVR 62, SPS 29, Yabloko 22 y Zhirinovsky 17, según Alexander Veshnyakov, de la Commisión Electoral Central.
De esta manera, los comunistas perdieron el control de la Duma, pero no es probable que el bloque gubernamental tenga una clara mayoría, argumentó Igor Bunin, director del Centro de Tecnologías Políticas.
Primakov dijo que su movimiento, el OVR, podría coaligarse con los comunistas, un pacto que podría poner en apuros al gobierno.
Por estas razones, parece improbable que la elección acabe con la parálisis política en asuntos fundamentales como la creación de un mercado de tierras.
La Duma anterior, dominada por los comunistas, impidió todos los intentos de habilitar la compra y venta de la tierra, que sigue siendo de propiedad estatal, aunque es dada en concesión a los agricultores.
Unos 130 diputados independientes, que se prevé se dividirán entre los comunistas y Unidad, siguen siendo la mayor interrogante en estas elecciones que determinarán el rumbo futuro de la Duma.
El primer ministro Vladimir Putin, el político más popular de Rusia gracias a su mano dura frente a la rebelde república de Chechenia, apoyó públicamente a Unidad en flagrante violación de las normas electorales.
La elección parlamentaria es vista por muchos como un precalentamiento para los comicios presidenciales de junio, en los cuales Putin, el sucesor preferido por Yeltsin, es el claro favorito, mientras rivales como el comunista Zyuganov o Primakov parecen cada vez más débiles.
Putin, quien fuera rescatado de la oscuridad por Yeltsin en agosto para imponer el orden en Chechenia, ahora goza de casi 50 por ciento de aprobación para las elecciones presidenciales, frente a menos de uno por ciento por parte de Yeltsin.
Igor Shabdurasulov, primer subdirector de personal de Yeltsin, declaró que el resultado electoral es una "revolución pacífica" y pidió que se instaure la "mayoría de Putin" en la Duma.
Yeltsin se limitó a comentar que Rusia necesita una Duma que apruebe leyes sin maniobras políticas.
Se estima que el asunto central de la elección es el destino del círculo interno de Yeltsin, que podría ser obligado a comparecer ante los tribunales por escándalos de privatización cuando el presidente concluya su período de gobierno en junio.
Si prima el equipo de Primakov y Luzhkov, es casi seguro que el círculo de Yeltsin sea investigado por sus fortunas, adquiridas en el período de las "reformas de mercado" lanzadas por Yeltsin tras el colapso de la Unión Soviética en 1991.
Durante la campaña, las emisoras de televisión nacionales ORT y RTR, las únicas fuentes de noticias nacionales para muchos rusos, atacaron al OVR, acusando a Primakov y Luzhkov de implicancia en asesinatos, pero elogiaron al bloque de Unidad e ignoraron a los comunistas.
Se cree que el billonario Boris Berezovsky, otro perteneciente al círculo interno de Yeltsin, también está detrás del éxito de Unidad. Tanto Berezovsky como el magnate Roman Abramovich obtuvieron bancas en la Duma.
La ciudad de Moscú ofreció un premio consuelo al OVR ya que Luzhkov ganó la alcaldía en una elección separada, con más de 70 por ciento de los votos. Más de 40 por ciento de los moscovitas votaron por el OVR, algunos cuatro veces más que el promedio nacional.
Para Luzhkov, la campaña electoral fue "súper sucia". Pero sus críticos argumentaron que el OVR subestimó la fortaleza del gobierno y no propuso contramedidas viables para la guerra psicológica librada por las fuerzas leales a Yeltsin.
Uno de los grandes protagonistas en la elección de 1995, Nuestra Casa es Rusia, dirigida por el entonces primer ministro Viktor Chernomyrdin, sólo obtuvo uno por ciento el domingo.
Otro resultado sorpresivo fue el de la Unión de Fuerzas Derechistas, dirigida por algunos de las candidatos menos populares del país, como el ex primer ministro Sergei Kiriyenko, considerado responsable del incumplimiento del pago de la deuda interna en agosto de 1998, y por Anatoly Chubais, arquitecto del controvertido programa de privatizaciones.
Las elecciones demostraron que partidos de pocas semanas de vida pueden ser catapultados al poder gracias a la manipulación de los medios de comunicación, aunque pocas personas saben qué representan esos partidos.
No parece probable que estos partidos puedan impedir la caída económica, el descenso de la población, la corrupción endémica y otras tendencias inquietantes que aparecieron durante el gobierno de Yeltsin.
El resultado es "muy inquietante, demostrando que en la década tras la disolución de la Unión Soviética, Rusia no logró construir una sociedad civil", afirmó Mijaíl Krasnov, analista político y ex consejero legal de Yeltsin.
"Parecería que la mayoría de los rusos no tienen convicción política alguna, y que podrían votar por el peor de los regímenes", dijo.(FIN/IPS/tra-en/sb/ak/aq/ip/99