El ex presidente Rodrigo Borja (1988-1992) exige la renuncia del actual mandatario, Jamil Mahuad, para enfrentar una de las peores crisis de la historia de Ecuador.
No hay salida a la crisis con el actual gobernante y se debe pensar "en un cambio constitucional", afirma Borja. "La incompetencia, el entreguismo a ciertos intereses económicos, la falta de capacidad de trabajo, la ausencia de liderazgo, no sirven para que el país pueda salir adelante", arguye.
Fundador de la socialdemócrata Izquierda Democrática e investigador en ciencias sociales, al término de su mandato redactó la 'Enciclopedia de la Política', un compendio de conceptos sobre ecología, cibernética, organización social, relaciones internacionales, ingeniería genética y otros temas relativos a la convivencia colectiva.
Discrepa de quienes creen que las ideologías ya no importan, sigue reivindicándose de izquierda y exige cambios para superar "una civilización montada sobre la desigualdad, en la cual las disparidades socioeconómicas se exaltan y cultivan".
IPS: Un nuevo escándalo afectó la política ecuatoriana cuando el banquero Fernando Aspiazu involucró al ex secretario de la Presidencia, Ramón Yulee, y a Mahuad, en un supuesto manejo irregular de los fondos de la campaña electoral que llevó a éste último al gobierno. ¿Qué piensa usted del caso?
BORJA: Si para ser candidato a la Presidencia de la República se necesitan 20 millones de dólares, las campañas serán exclusivamente lujo de millonarios o de quienes sin serlo, enajenen sus ideologías y decisiones en beneficio de los intereses de sus financistas.
Los responsables de la campaña millonaria de la Democracia Popular (el partido gobernante) deben comparecer ante la justicia para que expliquen en primer lugar si hay relación de causa efecto entre las contribuciones de ciertos banqueros y la política permisiva del gobierno durante un año con determinados bancos.
IPS: ¿Volvemos a la interrogante ética que ha rondado la política ecuatoriana en los últimos años?
BORJA: Es un imperativo moral investigar a fondo y establecer cuántos fueron los contribuyentes para la campaña electoral del presidente, y así llegar a conclusiones que permitan establecer a favor de qué intereses éste ejerce el poder.
Desde hace muchos años vengo clamando por la limitación del gasto electoral. Hemos llegado a extremos tan demenciales que la campaña desarrollada por Jamil Mahuad o Alvaro Noboa (los dos candidatos que pasaron a la segunda vuelta en 1998) forzosamente hipoteca la voluntad y decisión política de los gobernantes.
IPS: Más allá de ese hecho, ¿qué piensa usted de la gestión de Mahuad?
BORJA: Mahuad tiene una incapacidad casi patológica para hacer cosas. (José) Ortega y Gasset llamaba a esa enfermedad "apraxia", o sea, la ineptitud germinal para hacer cosas. Quienes la sufren suelen tener el talento para teorizar sobre lo humano y lo divino, pero se equivocan sistemáticamente cuando tienen que actuar.
Hace algunos meses planteé la disyuntiva de que el presidente debía rectificar o renunciar. En ese momento, el costo de su conducta ya era muy oneroso para el país. Hoy, los hechos han rebasado todos los límites y no veo otra solución que su renuncia. Ecuador no puede seguir en este desgobierno. Cada hora, cada minuto, significan profundizar la tragedia nacional.
IPS: ¿Cuál es la salida?
BORJA: El apego a las normas constitucionales que determinan, con precisión, que el sucesor debe ser el vicepresidente (Gustavo Noboa). No veo otra alternativa, a menos que alguien piense en un gobierno de facto. Mi opinión es que el cambio debe hacerse dentro de la ley.
IPS: Luego del 5 de febrero de 1997, cuando el parlamento destituyó al entonces presidente Abdalá Bucaram, se habló de realizar cambios en lo ético. ¿Valió la pena aquella gran movilización para reemplazar a Bucaram por Fabián Alarcón (1997- 1998)?
BORJA: Valió la pena, sí, porque fue una maravillosa movilización popular, la más grande desde 1944, cuando el pueblo derrocó al dictador Arroyo del Río. Fue una demostración ejemplarmente cívica, en la que no se produjo un solo acto de violencia. Duele que esa expresión del Ecuador profundo fuera tan vilmente traicionada por los beneficiarios de un oscuro pacto parlamentario consumado a espaldas del pueblo.
IPS: ¿Quiénes se equivocaron entonces?
BORJA: Los diputados de la mayoría y ciertos dirigentes políticos, que fueron incapaces de sintonizar los anhelos del pueblo.
IPS: ¿No sería perjudicial otro cambio presidencial prematuro?
BORJA: Sé que no es bueno para el país cambiar de presidente, pero los efectos de no hacerlo serán mucho peores. La incompetencia, el entreguismo a ciertos intereses económicos, la falta de capacidad de trabajo, la falta de liderazgo, impiden la superación de los problemas del país.
IPS: ¿No se siente también usted responsable de la crisis?
BORJA: Cuando yo entregué el poder, en agosto de 1992, el país trabajaba en paz, tenía reglas claras y estables en lo económico, batía récords de inversión privada en la producción, el producto interno bruto crecía 5,4 por ciento, había una alta y recuperada reserva monetaria internacional, numerosos programas sociales, una política internacional exitosa con defensa de una tesis inobjetable en el conflicto con Perú y un ambiente general de confianza y optimismo.
Se podía estar a favor o en contra de mi gobierno, pero el país sabía que había una conducción y un rumbo. Compare eso con lo actual.
IPS: Durante la campaña electoral de 1998 se decía que no había gran diferencia política entre los candidatos. O sea, que con el supuesto fin de las ideologías, todos tienen pensamiento parecido. ¿En qué se diferencia políticamente usted de Mahuad?
BORJA: Están las diferencias que existen entre las tesis económicas del neoliberalismo, que han llevado no sólo a Ecuador, sino a toda América Latina, a una gran postración social, y nuestro pensamiento, que propone fórmulas económicas para lograr el crecimiento de la economía con base en políticas sociales que beneficien a los más pobres y defiendan las empresas productivas ecuatorianas. Las mismas empresas que bajo el sistema neoliberal cierran sus puertas y lanzan oleadas de desocupados a la calle. (SIGUE/2-E