La película "Yellow Card", de Zimbabwe, pondrá a prueba una red de distribución independiente en todo Africa a través de organizaciones rurales y urbanas, iglesias y empresarios, montada por su productora, Media for Development (MFD).
El filme de 90 minutos acerca del despertar al sexo y el amor de un adolescente de una zona miserable de Zimbabwe, será visto por 50 millones de personas en toda Africa en los primeros dos años de su lanzamiento, previsto para abril del 2000.
No se trata de una fantasía de MFD.
En los últimos 12 años, los filmes de esta productora, entre ellos "Consequences", "Neria", "More Time" y "Everyone's Child', crearon los cimientos de su red de distribución.
Para MFD, la penetración en mercados africanos desconocidos no es una preocupación. Apelando, en parte, al dinero que recibe de donantes para rodar películas con mensaje social, logró crear una taquilla independiente de productoras e intermediarios.
Ahora que "Yellow Card" ("Tarjeta amarilla") ingresa en la fase de postproducción, sus responsables planean penetrar más profundamente en el mercado africano.
"Aprendimos la lección por el lado difícil. Para muchos productores, el razonamiento correcto es 'si hacemos un buen filme se venderá'. Eso no es cierto", dijo John Riber, a cargo de la producción de la película.
"Hay que tener más dinero disponible para la distribución. En 'Yellow Card', la clave es que gastamos la mitad en el esfuerzo de distribución", explicó.
Ese dinero figura en el presupuesto establecido de antemano. La película fue rodada en inglés, pero será doblada al shona y el ndebele para Zimbabwe, y el año próximo al portugués, el francés y el swahili.
El lanzamiento en las salas cinematográficas será seguido por una andanada de vídeos educativos en otra docena de idiomas sobre los problemas de la vida adolescente que "Yellow Card" pone sobre la mesa, como los del sexo, el amor, la amistad, el sida, el embarazo y la responsabilidad.
La película está dirigida, sobre todo, a la población de Kenia, Tanzania, Uganda, Zambia y Zimbabwe.
Mientras, el mercado de Africa occidental, plagado de piratas de vídeos, es muy difícil de manejar. Pero Rober explicó que una versión en francés de "Everyone's Child" fue "lanzada al viento" en la región para comprobar si logra echar raíces.
Riber se dispone a viajar este mes a Etiopía, Kenia y Uganda con el director asistente Leo Phiri, de Zimbabwe, para explorar esos mercados. Irán munidos de copias sin montar de "Yellow Card", para cotejar la reacción de espectadores selectos.
En esas instancias, tratarán de establecer si "Yellow Card" tiene valor como entretenimiento y si el mensaje es recibido con claridad por los espectadores. También promocionarán el filme con un vídeo documental de alta calidad sobre el rodaje de la película, titulado "Yellow Fever" ("Fiebre amarilla").
"Yellow Fever" está dirigido al público joven. Su presentador es el conocido disc-jockey Tich Mataz, y contiene entrevistas a los actores de la película. Se trata de un sólido elemento de venta para generar interés seis meses antes del lanzamiento de la película.
Pero "Yellow Card" no depende de las ventas de taquilla. Las salas de cine en Africa son pocas y son de difícil acceso para la mayoría de la población. Sudáfrica cuenta con la mayoría de las 1.000 salas del continente. Zimbabwe tiene 35 y Kenia 28. Algunos países no tienen ninguna.
"Medir la popularidad de una película por las butacas ocupadas en las salas de cine es imposible. Pero sabemos, por nuestra experiencia con 'Everyone's Child', que llegamos a un promedio de 1.000 personas por cada vídeo que vendemos", dijo Riber.
"Ahora podemos decir con toda confianza que un filme como 'Everyone's Child' llegó a 50 millones de personas en los primeros dos años a un costo de un millón de dolares, lo cual es una muy buena inversión", afirmó.
Debido al éxito de MFD para conquistar audiencias, Riber cree que "Yellow Card" fue capaz de eludir a los "expertos en contenido (censores) y burócratas que controlan el mensaje del filme".
Quienes invirtieron en la película "perciben que estamos concentrados en los temas, de modo que nos dan mucho más libertad, propiedad y responsabilidad. Confían en nosotros. Quieren saber si el mensaje llega a más gente", agregó Riber.
Cuando MFD lanzó la propuesta original de realizar un filme ligero y juvenil acerca de un muchacho de 17 años con hormonas incontrolables y pasión por el fútbol, la idea fue producirla con 500.000 dólares, como la mayoría de sus realizaciones anteriores.
Pero los antecedentes de MFD, combinados con la perspectiva de una penetración más profunda en Africa, entusiasmaron a las agencias donantes que elevaron el presupuesto del filme a 1,5 millones de dólares.
"La visión se agrandó. Los realizadores pudieron invertir en una mejor escenografía. Una unidad de montaje más completa y calificada se integró al paquete. Esa instalación permitirá realizar a MFD películas menos costosas. Otros realizadores zimbabwenses ya han editado filmes con ese equipo", dijo.
Más dinero en la alcancía significó que "Yellow Card" se rodara en el sistema Panavisión con Sandy Sissal, conocida por su labor en "Salaam Bobmay", de Mira Nair, como directora de fotografía. Sissal accedió a cobrar una fracción de sus honorarios habituales.
Riber dijo que el sonido y las imágenes del filme son las mejores que se han visto en Zimbabwe y compiten seriamente con cualquier realización sudafricana. Su esperanza es que llame la atención en los festivales de cine y convenza a los productores y distribuidores de las posibilidades comerciales de Zimbabwe.
En Africa, los mecanismos de distribución son tan débiles "que pueden dejarse de lado", dijo Riber. "No hay aprecio en absoluto por el producto africano. Los empresarios no los quieren aunque se los regalen", se lamentó.
¿Podrá "Yellow Card" probar el mérito de la producción cinematográfica africana? ¿Ampliará MFD su red de distribución? ¿Los riesgos comerciales que asumió serán recompensados? Riber está seguro de que sí. "'Yellow Card' establecerá una tendencia, espero…", se ufanó. (FIN/IPS/tra-en/aw/mn/ego/mj/cr/99