Las restricciones impuestas en México al atún procedente de Ecuador son irreversibles, pues ese país ignora acuerdos que garantizan la pesca sustentable y admite prácticas depredadoras en sus aguas, aseguraron hoy empresarios mexicanos.
El gobierno de México aplicó hace dos semanas un arancel de 23 por ciento a las importaciones de atún enlatado de Ecuador, y las autoridades ecuatorianas impusieron días después un arancel de 20 por ciento al cemento mexicano.
El Consejo de Comercio Exterior e Inversiones de Ecuador aclaró que la medida impuesta al cemento de México no tenía relación con el problema del atún, pero su explicación no convenció al gobierno de México.
"Ellos (los ecuatorianos) no respetan disposiciones internacionales, lo que les lleva a tener una ventaja competitiva muy grande, pero también a poner en peligro la supervivencia del atún, por eso las restricciones", dijo Alfonso Rosiñol, presidente de la Cámara de la Industria Pesquera y Acuícola de México.
"Se estudia poner una serie de restricciones a las importaciones de México. La aspiración de fondo es que México revea la medida (sobre el atún) que es absolutamente discriminatoria", señaló por su parte Luis Maldonado, representante de los exportadores ecuatorianos.
Las ventas de atún enlatado de Ecuador a México registraron en los últimos años un aumento exponencial, perjudicando a la industria nacional, que cumple con todos los requisitos ambientales, según dicen los empresarios mexicanos.
Ecuador vendió atún a México en 1997 por 166.680 dólares, y en los ocho primeros meses de 1999, la cantidad se incrementó a 3,2 millones de dólares.
"Ecuador presume de eficiencia, pero la verdad es que esa eficiencia deriva en que cada año desechan al mar más de 100.000 troneladas de atún juvenil que no se ha reproducido, datos que lo confirma la CIAT (Comisión Interamericana del Atún Tropical)", aseguró Rosiñol.
La mayoría de los países latinoamericanos con costas sobre el océano Pacífico, como es el caso de Ecuador y México, firmaron acuerdos dentro del CIAT para garantizar la pesca sustentable del atún y evitar, especialemente, la muerte de delfines.
Esos compromisos y otros permitieron en 1997, junto a un intenso trabajo diplomático, el levantamiento del embargo que Estados Unidos había impuesto en 1991 a las exportaciones de atún de Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Venezuela y Vanuatu.
México, el único país latinoamericano que cuenta con una flota atunera ciento por ciento nacional, no puede aceptar que un país compita violando los acuerdos y permitiendo que firmas, especialmente europeas, pesquen atún en su mar sin consideraciones ecológicas, advirtió Rosiñol.
En Ecuador se practica, por recomendación europea, una forma de pesca que ya terminó con el atún del Atlántico y del Indico, y que debemos frenarla en el Pacífico, añadió.
El método, denominado "plantados" o "sistema agregador de pescado", consiste en ubicar en el mar aparatos especiales conectados a un satélite. Los aparatos generan una sombra en el océano y alteran la temperatura, lo que atrae al atún y a otras especies.
Con ese sistema, entre 50 a 60 por ciento de los ejemplares capturados deben ser desechados, porque no tiene valor comercial, como tortugas, atún joven, picudos, dorados y otros, señaló Rosiñol.
"Estos señores (los ecuatorianos), por su ambición personal de hacer negocios, sin cuidar el medio ambiente, están afectándonos a todos los que pescamos en el Pacífico", dijo.
Antes de que el gobierno de México impusiera el arancel extraordinario al atún ecuatoriano, empresarios pesqueros de los dos países se reunieron al menos en dos ocasiones, pero no lograron acuerdos.
Los pescadores mexicanos pidieron a Estados Unidos que prohibiera la entrada de atún ecuatoriano, pues los métodos empleados para capturarlo ponen en riesgo la especie y a los delfines.
Hoy mueren por año unos 2.500 delfines en la pesca del atún. Hay entre 10 y 12 millones de delfines en el Pacífico oriental, y cada año nacen 1,6 a 1,8 millones de crías, indican estudios de la CIAT.
México produce unas 150.000 toneladas de atún al año, con una muy baja incidencia de mortalidad de otras especies. Cerca de 130.000 toneladas se destinan al consumo interno.
"En la disputa con Ecuador no hay sólo un asuntos comercial, lo que está en peligro es una especie marina", puntualizó Rosiñol. (FIN/IPS/dc/ff/if en/99