La muerte de 26 niños y las graves intoxicaciones sufridas por otros 20 tras ingerir un desayuno contaminado con sustancias organofosforadas reanimó en Perú el debate sobre el empleo de pesticidas.
La tragedia se produjo en la aldea indígena de Tauccamarca en octubre, y desde entonces los grupos ecologistas peruanos presionan para que las autoridades hagan cumplir resoluciones que prohiben el uso de ciertos pesticidas.
Entre esas sustancias figura el Parathión, causante de la muerte de los niños.
El activismo de las organizaciones ambientalistas contrasta con la escasa reacción que frente al caso han tenido los responsables gubernamentales.
Una encuesta efectuada en julio entre políticos y expertos oficiales vinculados al tema ambiental, como el congresista Luis Campos, y Paul Remy, del Consejo Nacional del Medio Ambiente, demostró que ninguno de ellos considera el tema de los pesticidas fosforados como un problema ecológico prioritario en Perú.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha denunciado que ese tipo de sustancias provoca cada año la intoxicación de tres millones de personas, de las cuales mueren alrededor de 220.000.
Según Luis Gomero, coordinador de la la Red de Acción en Alternativas al Uso de Agroquímicos (RAAA), en la sierra peruana alrededor de 6.500 campesinos se intoxican cada año por esa causa.
De las sustancias fosforadas que se emplean como pesticidas, el Parathion es el principal responsable de envenenamiento en el mundo, ataca el sistema nervioso y puede matar a los seres humanos. Quienes salvan la vida suelen quedar con secuelas.
En la mayoría de los países industrializados su empleo está rigurosamente prohibido, pero en muchos el Tercer Mundo todavía sigue empleándose.
Las organizaciones no gubernamentales ambientalistas demandan la prohibición de su comercio y, en los lugares en donde esta medida ha sido adoptada, reclaman mayor efectividad en el control de su empleo clandestino, pues los campesinos tienden a seguir usándolo para proteger sus sembríos de las plagas.
"Algunos funcionarios estatales hacen la vista gorda ante la actitud de los campesinos, quienes sin medir el riesgo para ellos mismos y sus familias e ignorando que el empleo de pesticidas químicos es nocivo para el medio ambiente, siguen usándolo", señaló el experto Hector Velásquez.
Velásquez pertenece a una asociación ambientalista que se opone a la circulación del Parathion y otros pesticidas químicos y propone el empleo de sistemas de control biológico de plagas, como hongos, bacterias y virus que afectan a los insectos pero no a los seres humanos.
"El Parathion persiste en los suelos por más de 16 años, durante los cuales provoca la muerte masiva de insectos, incluyendo a los benéficos, como las abejas, así como a los invertebrados acuáticos, peces y aves, y al final sirve de poco porque las plagas desarrollan resistencia", señaló.
"El Parathion es uno de los doce plaguicidas más peligrosos que existen en el mundo. En 1994, mediante una campaña se logró en Perú un proyecto de ley para retirarlo del mercado, pero los industriales se opusieron, porque tenían mucho stock. La cosa quedó pendiente y ahora ocurrió lo de Tauccamarca", comentó.
Dos meses después de la muerte masiva de los escolares de la aldea, el Parathion continúa comercializándose a pesar de que "su uso no está autorizado", según explican las autoridades sanitarias.
Una investigación del diario El Comercio de Lima reveló que en Combapata, aldea situada a pocos kilómetros de Tauccamarca, en la feria dominical en la que los campesinos suelen comprar sus vituallas una lata de Parathion puede ser comprada en puestos callejeros a 15 soles, menos de cuatro dólares y medio.
La misma información señala que compuestos como el Folidol, que contiene Parathion metílico al 2,5 por ciento, se siguen vendiendo legalmente en los establecimientos comerciales formales.
Según las autoridades, en 1996 no se renovó la autorización de venta de Parathion, y en 1998 el Servicio de Sanidad Agraria prohibió definitivamente su venta, pero como el uso de quienes lo compraron anteriormente no ha sido prohibido se sigue vendiendo clandestinamente.
Fuentes del Ministerio de Salud señalan que pocas veces ocurren intoxicaciones masivas como la de Tauccamarca, pero las muertes aisladas por ingestión casual y las intoxicaciones por manipulación descuidada de pesticidas fosforados son frecuentes en el campo.
"No es necesario ingerir estas sustancias para ser intoxicado. Basta el contacto con la piel por manipularlas sin guantes. Por ignorancia de los propios campesinos, o de sus empleadores, y por falta de control de las autoridades, continúan usándose despreocupadamente", comentó Gomero.
"Las sustancias órgano fosforadas son muy ávidas de humedad, se extienden rápidamente en otras sustancias vecinas, y pueden contaminar alimentos aunque no hayan sido vertidos directamente en ellos", añadió.
Generalmente son mujeres las mas afectadas, porque se suele encargar a las campesinas el manejo de los pesticidas. "Cuando llega una de ellas a la posta médica, se convierte en apenas un caso, que no llama la atención y el incidente pasa desapercibido", dijo por su parte la periodista Eliana Rosas.
"De vez en cuando, alguna familia utiliza equivocadamente para sus alimentos algún recipiente contaminado, se produce una intoxicación masiva y la prensa vuelve a ocuparse del tema. Después vuelven el silencio y el desinterés", concluyó. (FIN/IPS/al/dg/en/99