El ingreso masivo de las mujeres de América Latina al mercado laboral, al tiempo que queda en evidencia su contribución a la economía de los países, es uno de los hechos más importantes del siglo que termina.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) calculó que la participación de la mujer en el mercado laboral de la región aumentó 211 por ciento en los últimos 30 años, mientras el incremento para los hombres fue 84 por ciento.
Los países de la región donde la presencia femenina en el mercado laboral está por debajo del promedio son Brasil, Ecuador y República Dominicana, según la CEPAL.
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) prevé que la tendencia de incorporación de mano de obra femenina al mercado latinoamericano continuará en el largo plazo. Para demostrarlo, señaló que desde 1970, cuando tres de cada diez mujeres trabajaban, esa proporción casi se duplicó.
Las proyecciones de diversos organismos internacionales coinciden en señalar que para el 2015 la participación femenina en la población económicamente activa de América Latina alcanzará 50 por ciento.
Fue en los años 80 cuando se produjo la entrada masiva de la mujer al campo laboral, como respuesta a la imperiosa necesidad de las familias de aumentar sus ingresos como consecuencia de la crisis de la deuda externa, según diversos estudios.
En la actualidad, las causas para el incremento de la participación laboral femenina son diversas y van desde la necesidad de aumentar los ingresos del hogar o asumir su control hasta el incremento en la instrucción de las mujeres y una mejor valoración social.
"La educación ha sido fundamental para posibilitar el ingreso de la mujer al campo laboral. Las diferencias educativas entre hombres y mujeres son hoy mucho menores a las de la generación anterior", precisó Alicia Villanueva, coordinadora del Programa de Generación de Ingresos del Movimiento Manuela Ramos.
"Ello ha conllevado a una nueva percepción de la propia mujer sobre su rol en la sociedad, y no solamente como madre o ama de casa, determinando, además, decisiones sobre su maternidad, número de hijos y lapso entre ellos, que también es determinante para su ingreso al mundo laboral", añadió.
Pero sea cual fuere su motivación, lo cierto es que la presencia femenina ya no puede ser ignorada en los indicadores macroeconómicos, pues su contribución es cada día más evidente.
Los hechos hablan por sí solos: casi 30 por ciento de los hogares latinoamericanos están dirigidos por mujeres, al tiempo que su aporte al ingreso familiar va en aumento.
El caso más notorio es el de Perú, donde los ingresos generados por las mujeres constituyen 80 por ciento de los ingresos finales del hogar, según un estudio sobre mujer, empleo y pobreza en los países andinos, realizado por el Equipo Técnico Multidisciplinario de la OIT.
En general, el estudio precisa que "la mayor parte de los nuevos miembros del hogar en el mercado de trabajo" de los países andinos "son mujeres", y señala que en Perú, Ecuador y Colombia los ingresos de las mujeres de hogares pobres crecieron más que el de los hombres.
Lamentablemente, la presencia masiva de mujeres en el mercado laboral no significa mejoras para ellas. Por el contrario, suele coincidir, a su vez, con una mayor presencia femenina en actividades de menor categoría y prestigio.
La CEPAL estimó que las labores donde se suele encontrar mayor número de mujeres siguen siendo el servicio doméstico, las empresas familiares, la agricultura y el sector informal.
Ello no es sino consecuencia de lo que ocurre con el empleo en general en América Latina. Según la OIT, en todos los países de la región, a excepción de Bolivia, el empleo industrial ha crecido menos que otros sectores y mantiene un rezago importante si se lo compara con los servicios.
Esta tendencia ha incrementado la demanda de mano de obra femenina y juvenil no calificada, particularmente para el sector informal, que ha experimentado una gran expansión.
Por otra parte, las remuneraciones percibidas por las mujeres siguen presentando diferencias notables con las de los varones en trabajos similares.
El estudio de la OIT reveló que el promedio de ingreso de las mujeres en los países andinos son entre 20 y 47 por ciento menores de los que perciben los hombres.
Esta desproporción no puede ser explicada solamente por la diferencia de la productividad media entre hombres y mujeres, como suele alegarse, sino que "evidencia prácticas discriminatorias en el mercado laboral en perjuicio de las mujeres", subraya el informe.
Otro problema sin solución a la vista por el momento es la doble carga que afrontan la mayoría de mujeres trabajadoras, quienes terminada su jornada laboral inician otra en sus hogares.
"Las mujeres en el mercado laboral trabajan mucho más que los hombres, así busquen apoyo en la familia o la pareja, pues siempre recae sobre ellas una carga mucho mayor", aseguró Villanueva, quien, sin embargo, está convencida que pese a ello es sumamente positivo que la mujer trabaje y genere un ingreso.
"Eso le da seguridad y la ayuda en su desarrollo personal", añadió la experta.
Teresa Gálvez, obrera textil con cuatro hijos, le da la razón. "Desde que empecé a trabajar me liberé. Ahora mi marido no se atreve a ponerme la mano, sabe que yo también valgo. Yo me siento importante, no importa que al terminar el día esté muerta de cansancio. Estoy cansada pero contenta", expresó.
"Las mujeres llegaron al mundo laboral por necesidad, pero permanecen allí no sólo porque lo necesitan sino porque lo quieren", según la CEPAL. (FIN/IPS/zp/mj/lb pr/99