Las mujeres de México, sumisas, analfabetas y menospreciadas en los albores de este siglo, marchan hoy hacia el 2000 con mayores responsabilidades y una posición de liderazgo político en alza.
La población femenina, que adquirió el derecho al voto solo en 1955, podría determinar el desenlace de los cruciales comicios de julio en este país, ya que constituye 56 por ciento del electorado.
Una mujer al frente del gobierno de la ciudad de México, otra liderando la principal fuerza de oposición de izquierda, una jefa del Senado y dos secretarias (ministras) de Estado revelan que la presencia femenina en la política mexicana tiende a consolidarse.
En la actualidad, 17 por ciento de bancas de las Cámara de Diputados son ocupadas por mujeres, mientras que en el Senado alcanzan a casi 15 por ciento de sus componentes.
Las mujeres mexicanas lograron en este siglo "avances descomunales y lo mejor es que el proceso no tiene marcha atrás", declaró a IPS Eli Bartra, investigadora del Departamento de Política y Cultura de la Universidad Autónoma Metropolitana.
"Está por inaugurarse el siglo de las mujeres", quienes afianzarán los espacios ganados en la vida social y política del país, afirmó.
Pero el paso que llevan ellas "no es en ningún aspecto lineal ni homogéneo, sino que se plantea en los extremos y en algunos casos es hasta contradictorio", sostuvo la experta.
"En Chiapas, donde subsiste el atraso en todos los órdenes del bienestar social, comenzando por la educación y la alimentación, surgió un movimiento de vanguardia femenino sin precedente", afirmó.
Bartra destacó que las indígenas de ese estado sureño pugnan por el reconocimiento de los derechos de los 10 millones de aborígenes que viven en todo el país, al tiempo que reclaman las garantías que les corresponden como mujeres.
Recordó que las indígenas lanzaron el 1 de enero de 1994 en las selváticas montañas de Chiapas la "Ley de las Mujeres Revolucionarias", junto a la declaración de guerra contra el gobierno por parte del rebelde Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Además de justicia y paz, las guerrilleras reivindican el derecho de todas las mujeres tzotziles, choles, tzeltales y de otras comunidades a determinar cuándo casarse, elegir al esposo y a decidir cuántos hijos desean tener.
La lucha de las indígenas de Chiapas para que sus maridos, padres y hermanos no ejerzan violencia sobre ellas y reconozcan su voz y voto dentro del hogar "plantea un escenario impensable en este país hasta hace poco tiempo", precisó Bartra.
Al igual de lo que ocurría cuando despuntaba este siglo, las indígenas rebeldes "rompen el molde de la mujer sujeta a los designios de los hombres", señaló.
La revolución que estalló en México en 1910 "involucró a más combatientes mujeres de las que la historia oficial reconoce. Coronelas, generalas y "soldaderas" demuestran que las mujeres que participaron en la revuelta fueron más que sólo acompañantes", afirmó.
Bartra explicó que el congreso constituyente de 1917, realizado en las postrimerías de la insurrección armada que dejó un millón de mexicanos muertos, excluyó a las mujeres porque los dirigentes políticos de entonces consideraban que no estaban preparadas para ejercer la política".
Aunque la ley fundamental consagró el voto universal en esa oportunidad, el derecho a sufragar de las mujeres no fue reconocido hasta 1955, cuando se logró "merced al 'compadrazgo' (amiguismo), como se dan muchas cosas en el país", afirmó la investigadora.
La experta relató que "Amalia Caballero, miembro del servicio diplomático mexicano, pidió como amiga al entonces presidente Adolfo Ruiz (1940-46) conceder el voto a las mujeres, para lo cual el mandatario pidió como condición que se reunieran 500.000 firmas".
A pesar de "los avances impresionantes en materias específicas de desarrollo, de cada 100 mujeres que realizan alguna actividad productiva 90 efectúan también labores domésticas", por causas económicas o abandono del hombre, dijo.
Cuatro millones de familias mexicanas son dirigidas por mujeres, que componen 30 por ciento de la población económicamente activa del país, según datos oficiales.
En 1975, una de cada cinco mujeres trabajaba y en la actualidad lo hace una de cada tres, mientras el analfabetismo femenino es 1,6 veces mayor que el correspondiente masculino.
No obstante, en la Universidad Nacional Autónoma de México, la más grande de América Latina, 55 por ciento de la población estudiantil es femenina, contra 27 por ciento de hace 30 años.
"Las mujeres mexicanas cierran un siglo de logros fundamentales, como la práctica de la anticoncepción o el rompimiento de algunos estereotipos de exclusividad masculina, además del terreno ganado en el campo laboral", subrayó Bartra.
Esos avances, sin embargo, "no deben tender un velo de olvido sobre la compleja y diversa sociedad que deja para el 2000 importantes asignaturas pendientes para mujeres que viven aún como lo hacían sus congéneres en 1900", afirmó la investigadora. (FIN/IPS/pf/dm/pr hd/99