La esperanza generalizada en Brasil es que en el nuevo año comience un nuevo ciclo de crecimiento económico, tras dos décadas perdidas.
El usual optimismo brasileño, comprobado en las encuestas internacionales, se confirmó al acumular la bolsa de valores de Sao Paulo, la principal de América Latina, un alza de 24 por ciento en diciembre y de 152 por ciento en el año.
El anuncio este jueves de un superávit comercial de 155 millones de dólares del 1 al 29 de diciembre fortaleció las expectativas de un futuro mejor, sugerido también por la caída de la cotización del dólar a 1,80 reales, después de haber superado la marca de 1,90 reales en los meses previos.
El gobierno basó su presupuesto y las metas acordadas con el Fondo Monetario Internacional en un crecimiento económico de cuatro por ciento en el 2000. Hay consenso en que las perspectivas son de mejoramiento, pero la mayoría espera un resultado algo inferior.
El Consejo Federal de Economistas vaticinó un aumento de la actividad de 3,3 por ciento. La industria encabezaría la recuperación, con un incremento de cuatro por ciento, tras dos años de descenso.
El presidente de la Confederación Nacional de la Industria, el diputado Carlos Eduardo Moreira Ferreira, pronosticó un crecimiento de tres por ciento del producto interno bruto (PIB), aunque confía en que su sector aumente más de cuatro por ciento.
Este nuevo año empieza con menor incertidumbre, permitiendo una mejor evaluación de las posibilidades económicas, observó Moreira Ferreira. La situación era muy distinta a principios de 1999, cuando Brasil sufría el impacto de la crisis internacional y su moneda bajo amenaza de una devaluación, que se concretó finalmente el 13 de enero.
Las proyecciones del Banco Central anuncian un crecimiento del PIB de sólo 3,5 por ciento si la tasa básica de interés se mantiene en el actual nivel de 19 por ciento. Será necesario reducirla a 16,05 por ciento para alcanzar el cuatro por ciento esperado por el gobierno.
De todas formas, la expectativa es de una década de recuperación económica, con un crecimiento promedio de cuatro por ciento por año.
Tal desempeño sería insuficiente para reducir el desempleo, advirtieron los economistas, en cuya opinión será necesario un crecimiento de por lo menos seis por ciento para absorber a los desocupados y a los 1,5 millones de jóvenes que ingresan en el mercado de trabajo cada año en Brasil.
El desempleo abierto será el año próximo el mismo de 1999, 7,5 por ciento, pronosticó Antonio Correa de Lacerda, presidente del Consejo Federal de Economistas.
Aunque el PIB creciera cuatro por ciento, la cantidad de desempleados aumentaria, de 7,7 a ocho millones, calculó por su parte Marcio Pochmann, investigador de economía del trabajo de la Universidad de Campinas, a cien kilómetros de Sao Paulo.
El actual modelo económico no favorece la generación de empleo, según Pochmann, que estimó en 1,2 millones los puestos de trabajo perdidos en los años 90 por la industria a causa del aumento de las importaciones y en 700.000 los que desaparecieron debido a la reducción del Estado.
Crecer seis por ciento es, además, una necesidad en América Latina para combatir la pobreza y la desigualdad social, señaló el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo, Enrique Iglesias.
Se trata de una meta difícil de alcanzar en los próximos años, pues Brasil debe mantener políticas monetarias y fiscales austeras, para cumplir los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y seguir recibiendo capitales externos.
La inflación, que volvió a elevarse este año, hasta cerca de nueve por ciento, impide la rebaja de las tasas de interés. La deuda pública crece de modo acelerado y el déficit externo aún preocupa, pese a haber disminuido más de 30 por ciento en 1999.
La devaluación del real en 50 por ciento desde el inicio del año, no produjo el aumento esperado de las exportaciones que, por el contrario, cayeron cerca de ocho por ciento.
Brasil termina el año con un déficit comercial de 1.290 millones de dólares, pese al saldo positivo de diciembre. Luego de la devaluación, el gobierno y el FMI previeron un superávit de 11.800 millones de dólares.
La Asociación de los Exportadores prevé para el próximo año un superávit comercial de 2.300 millones de dólares, que es muy inferior a los 5.000 millones esperados por el gobierno e indica dificultades para superar las limitaciones impuestas por las cuentas externas.
Pese a tantas restricciones, los brasileños comenzarán el 2000 con la expectativa de sorpresas positivas. Los pronósticos catastrofistas realizados para el año que termina, como una recesión de cuatro por ciento, no se cumplieron, sino que la economía creció cerca de 0,5 por ciento. (FIN/IPS/mo/ff/if/99