El gabinete electo de Nueva Zelanda marcó un cambio en la tendencia política al reunirse hoy para finalizar planes de aumento de los impuestos al sector de mayores ingresos y de reversión de algunas de las reformas de libre mercado realizadas por el actual gobierno del Partido Nacional.
La primera ministra electa por el Partido Laborista, Helen Clark, prometió que el gobierno "trabajará para reducir la inequidad, mejorar el bienestar social y económico de todos los neozelandeses y promover políticas ambientalmente sustentables".
Tras derrotar al actual partido de gobierno en las elecciones del 27 de noviembre, el Partido Laborista, de centro-izquierda, planea convocar al parlamento la semana próxima para una breve sesión previa a la Navidad en la que impulsará leyes para aumentar los impuestos al sector de altos ingresos.
El nuevo gobierno electo también pretende impedir que una empresa maderera pública prosiga con su polémico plan de talar vastas áreas de bosques tropicales.
Tras el recuento final de los votos por correo, la semana pasada, el Partido Laborista obtuvo 49 escaños y formó un gobierno minoritario con el respaldo del izquierdista Partido de la Alianza, que ganó 10 asientos en el parlamento de 120 miembros.
El Partido Verde resultó una sorpresa electoral. En la noche de los comicios, los resultados preliminares indicaban que los verdes no ganarían ningún escaño, pero tras el recuento de los votos por correo, obtuvieron siete.
Los verdes habían realizado una breve campaña contra el libre mercado y el uso de organismos manipulados genéticamente, y prometieron respaldar a la coalición de gobierno sólo en mociones de censura y medidas presupuestales.
La Alianza se formó a comienzos de esta década con un grupo izquierdista que se separó del Partido Laborista. Ahora se comprometió a incrementar los aranceles de importación, aumentar el gasto en bienestar social y los impuestos a los ciudadanos que tengan un ingreso superior a 100.000 dólares al año.
La victoria del Partido Laborista significó una humillante derrota para el gobierno del Partido Nacional encabezado por la primera ministra Jenny Shipley y reflejó la decepción del electorado ante el alto costo social de la privatización de empresas públicas y las políticas de libre comercio.
"Indirectamente, el resultado de la elección fue un rechazo a la agenda gubernamental de los últimos 15 años", opinó Jane Kelsey, profesora de Derecho de la Universidad de Auckland.
Durante el gobierno de Shipley, el salario real cayó o permaneció estático y se eliminó el libre acceso a la educación universitaria.
Ahora, el Partido Laborista prometió eliminar los intereses a los préstamos para estudiantes de tiempo completo y bajos ingresos, así como derogar leyes sobre relaciones laborales que paralizaron al movimiento sindical.
Durante la campaña electoral, sin embargo, el Partido Laborista evitó promover cambios políticos radicales y prefirió enfatizar su promesa de promover una "economía basada en el conocimiento", con respaldo a la industria local y un incremento mínimo en impuestos marginales.
"La gente quiere un gobierno más pragmático, que esté preparado cuando el mercado falle", comentó Clark.
Aunque el Partido Nacional recortó el gasto social, decidió adquirir 28 aviones F-16, una decisión que el nuevo gobierno intentará revertir.
"Este es un pequeño país de 3,8 millones de habitantes, que nunca podrá gastar más en defensa de lo que gasta ahora", dijo Clark.
Pese a sus tempranos pronunciamientos, existen dudas sobre que el nuevo gobierno realice cambios demasiado significativos a la agenda política de la actual administración.
El Partido Laborista "no sugirió ningún cambio real en cuanto a la inversión extranjera y el libre comercio, aunque prometió no eliminar los aranceles a los textiles, la vestimenta y los calzados", señaló Kelsey. (FIN/IPS/tra-en/bb/js/mlm/ip/99