IPS: ¿Cuantos integrantes tenía el equipo?
PATARROYO: Eramos unas 18 o 20 personas.
IPS: ¿Qué hitos importantes tuvo este nuevo periodo?
PATARROYO: El segundo episodio clave fue cuando descubrimos la vacuna, el 26 de enero de 1986. Ese fue un momento increíble. Experimenté una disociación ezquizoide: alegría y exultación, y a la vez pánico. No sabía qué hacer conmigo, como que el cuerpo se me reventaba.
Nosotros íbamos muy rápido, pues había otros grupos -todos en países desarrollados-, que habían empezado a trabajar 10 y 12 años antes. Nuestra ventaja es tener en el Amazonas un miquito, el Aotus trivirgatus (Mico de la noche), que nos ha permitido experimentar y confrontar hipótesis.
(Patarroyo se levanta de su mesa de trabajo, busca en el archivador, y trae dos grandes cuadernos de pasta amarillenta, un poco ajada, en los que ha consignado con minucia y rigor sus indagaciones y resultados).
"Aquí está el experimento", dice, señalando una columna de signos ininteligibles para un profano. "En enero 26 nos dimos cuenta de esto. Ahí vimos simple y llanamente que de ocho miquitos que habíamos vacunado, había un grupo de cuatro que no se había infectado".
(Después se realizaron pruebas en seres humanos, en soldados del ejército colombiano que él llama los héroes anónimos. Y las aplicaciones en la costa del Pacífico colombiano, en Ecuador, en Venezuela, en Africa, en Asia).
"Todas estas rayitas rojas que se ven aquí resulta que luego son estructuras atómicas de las moléculas en donde ya estoy encontrando un nuevo mundo para hacer vacunas".
IPS: Esos cuadernos son una reliquia.
PATARROYO: No. El que quiera seguir la génesis de una idea sobre la vacuna sintética de la malaria sólo tiene que seguir las páginas de este libro.
También hubo un revés: el ejército de Estados Unidos sintetizó nuestra vacuna una vez y le quedó mal hecha. Entonces dijeron que no funcionaba, para sacar la de ellos, pero ésta les fracasó.
En esencia, después de todos esos ensayos que han hecho otros grupos y nosotros, queda una vacuna que tiene una eficacia limitada, pero ya se abrió el camino para entender cómo se puede mejorar y cómo se pueden desarrollar otras vacunas.
IPS: En la actualidad, ¿cómo está la competencia entre la comunidad científica mundial?
PATARROYO: Nosotros somos los únicos que hemos desarrollado una vacuna hasta el momento. Su eficacia es limitada, pues funciona solamente desde el 30 hasta el 50 por ciento (de los casos) en personas mayores de un año. Estamos trabajando muy duro para llevar la vacuna al cien por ciento.
En niños recién nacidos no funciona, porque el sistema inmune no está desarrollado, como tampoco el sistema de visión o locomotor, aunque tengan ojos y músculos. Pero, a partir del año, ya han adquirido un grado de desarrollo que permite vacunarlos.
IPS: En una perspectiva histórica, ¿cuál es la significación de lo que usted y su equipo hallaron?
PATARROYO: La malaria es el principal problema de salud del mundo, junto con la tuberculosis y el sida. Son los tres jinetes del Apocalipsis. Lo que nosotros buscamos es una metodología racional y lógica, universal, para desarrollar cualquier vacuna.
La razón por la cual nosotros escogimos la malaria como modelo experimental es porque podemos definir las reglas de juego muy rápido.
Se vacuna al animalito o a las personas y a los ocho días ya se sabe si les funcionó o no, mientras que en la tuberculosis hay que esperar aproximadamente cuatro meses, en sida 10 años y en lepra toda una vida. Con la vacuna sintética de malaria abrimos un camino.
IPS: ¿Cuánto hay de azar en el trabajo científico?
PATARROYO: Procuramos que no haya demasiado azar. Aquí hay una disciplina muy grande de estudio y pensamiento. Tenemos seminarios diarios, de ocho a 10 y media de la mañana, a los que todo el Instituto tiene que asistir y en los que se analizan los resultados en los distintos campos de la ciencia relacionados con la salud.
Algunas veces pueden suceder hechos fortuitos y entonces hay que aplicar la frase de Newton que muchas veces le endilgan a Eistein: "El azar sólo favorece a las mentes preparadas". ¡A cuánta gente se le cayeron cocos en la cabeza antes de que se descubriera la ley de gravedad!
IPS: ¿Cómo es el método de trabajo en el Instituto de Inmunología?
PATARROYO: La clave está es que nuestro grupo es inter, multi y transdiciplinario. Generamos ideas novedosas desde el punto de vista de las vacunas, de la inmunología y de la química. Vamos intermezclando las cosas y se van generando nuevos métodos y nuevos marcos conceptuales. Lo que genera esas novedades es la interface.
IPS: Finaliza el milenio. ¿Cuáles son los grandes avances científicos de este tiempo?
PATARROYO: Sin lugar a dudas, los marcos conceptuales que condujeron a la fisión del átomo y, finalmente, el uso apropiado de la energía.
La gente no se ha dado cuenta del impacto enorme de la electricidad. Tener luz, una nevera para que los alimentos no se pudran, los coches. La aplicación del concepto de la electricidad ha sido uno de los grandes avances de la humanidad. (SIGUE/3-E