LEONARDO BOFF: Las respuestas para el mundo están en el Gran Sur (2-E)

cada vez más pobres. ¿Hay salida de este laberinto globalizado?

BOFF: Muchos teóricos e intelectuales insisten, como siempre, en que las soluciones deben venir del Norte. No han aprendido nada, o mejor dicho, aprendieron muy poco.

¿Por qué digo esto? Porque no miran abajo, a los pobres. No se dan cuenta de que las soluciones a largo plazo llegarán del Gran Sur. Piensan que nosotros somos tontos, que no tenemos grandes académicos, que no sabemos nada.

Si miramos al Sur, a América Latina, a Africa, a los pobres, vemos que los pueblos han sobrevivido los últimos 500 años a partir de estrategias de resistencia propias. Debemos aprender de ellos. Cómo tratan la naturaleza, cómo se han organizado y movilizado, sin negar, por supuesto, los aportes de la ciencia.

Pienso de cara al futuro en un paradigma más humanitario, que muestre más benevolencia hacia la naturaleza, incorporando todo lo que el avance de la ciencia y el propio capitalismo han aportado a nivel de infraestructura, de tecnología, etcétera.

IPS: En los primeros meses del 2000 usted terminará de escribir dos libros, el primero de ellos sobre los 20 siglos de cristianismo. ¿De qué tesis parte?

BOFF: Intento, en forma simple, analizar qué queda del cristianismo, de sus sueños, de su herencia y de su capacidad de iluminar el futuro.

Por otra parte, trato de ubicar el cristianismo de colonización, que implicó la destrucción de otras religiones y limitó la posibilidad de crear un rostro latinoamericano, que al final se diseñó contra la corriente. Sólo nosotros, desde la América Latina colonizada y recolonizada, podemos hacer ese análisis con toda la riqueza crítica y analítica.

Por otra parte, me propongo rescatar el cristianismo popular, que es cultura y religión a la vez, y desde allí percibir los múltiples rostros que puede tener el cristianismo globalizado de hoy, tantos rostros como pueblos y comunidades existen.

A nivel teórico, voy a partir de las tres tentaciones de Jesús: la del poder político (dominación sobre los pueblos), la del poder carismático (transformación de las piedras en pan) y la del poder religioso (lanzarse desde el templo). Cristo superó las tres tentaciones, pero la Iglesia (Católica) cayó en las tres.

Reconozco que tengo una visión muy crítica, pero creo que es la forma mas idónea de ayudar a rescatar el cristianismo de las tentaciones en las que incurrió.

Dentro de esa tradición hubo un un filón que no cayó en las debilidades. Que ha guardado el carisma original de Jesús, el concepto de fraternidad, de participación, de espíritu de pobreza. Con San Francisco en el siglo XIII, con la Reforma, que intentó rescatar muchas cosas esenciales, como la dimensión laica, la palabra de Dios, la participación de la base.

Se trata de volver al cristianismo popular, que demostró en América Latina ser una verdadera alternativa, con la visión de una Iglesia que sea menos estructura y más movimiento, más red de comunidades.

Esta reflexión es la prolongación de mi libro "Iglesia, carisma y poder", incluyendo aspectos ecológicos. El futuro no lo tiene el cristianismo, sino la Tierra y la humanidad, entendiendo que el cristianismo, como otras religiones que guardan la llama sagrada de Dios, ayuda a preservar el futuro.

Por otra parte, interpreto el cristianismo como una forma mucho más policéntrica. Un cristianismo chino, otro coreano, otro europeo, otro latinoamericano. Cada uno con sus aportes. Es imposible, por ejemplo, imaginar el cristianismo brasileño sin su condimento carnavalesco y musical.

IPS: El otro libro aborda los 500 años de la colonización de Brasil. ¿De qué se trata?

BOFF: Creo que hay diferentes formas de ver el fenómeno histórico de la conquista. Algunos lo ven desde las carabelas, y para ellos todo es gloria. Es la visión del poder. Otros lo ven desde la playa, desde los indígenas. Y aquí se ve, sobre todo, la dominación y la destrucción de las Indias, tal como lo decía Bartolomé de las Casas.

El enfoque que defiendo consiste en ver el proceso desde la playa, pero integrando lo que resultó de ese choque de civilizaciones, que culminó en un sincretismo, en una mezcla de razas y religiones… Con su herencia de exclusión enorme que no hemos superado y que, por el contrario, se va agrandando.

IPS: ¿Cuál es el resultado de toda esa mezcla?

BOFF: Identifico tres modelos de construcción de Brasil. Uno es el de la globalización neoliberal, que implica la renuncia total de la soberanía y prolonga la experiencia neocolonial.

El otro, que surge del capital nacional, es el de cierta burguesía que no logra distanciarse del paradigma occidental de desarrollo. Y el tercero, en gran medida incorporado por las izquierdas, que concibe una nueva democracia popular, societaria, con una ciudadanía plena para todos.

Apuesto a esto. Propongo una democracia sociocósmica y ecológica. Una democracia que viene de abajo, que incorpora la dimensión religiosa, ya que el pueblo es pobre y religioso a la vez y, además, tiene un deseo enorme de participación.

Este proyecto puede crear un nuevo tipo de ciudadanía, abierto al diálogo y a la colaboración, en una sociedad mundial que está naciendo y que comienza por primera vez a perfilarse en la historia de la humanidad.

En cuanto a la dimensión ecológica de este tipo de democracia, implica la superación de nuestro etnocentrismo. Porque hasta ahora, los grandes contratos y consensos sociales estuvieron únicamente centrados en la persona humana. Sin embargo, hay que centrarlos en la cadena de la vida, que es única y sagrada.

Incorporar a ese contrato social todo el sistema de la vida, los microorganismos, las plantas y animales, y entenderlos, a todos, como nuevos ciudadanos de esta planeta vivo. No hay que olvidar que todos ellos son mucho más viejos que el hombre, exigen todo nuestro respeto y merecen continuar viviendo.

IPS: Hace un año, usted subrayó la necesidad de una nueva cooperación solidaria.

BOFF: La estructura básica del universo no es la victoria del más fuerte y de la competencia, sino de la colaboración y solidaridad entre todos.

Implica una crítica violenta al capitalismo, al egoísmo, al individualismo, que pertencen a la dimension demencial del ser humano, y que está potencializando en este sistema las fuerzas más destructivas y contrarias a la solidaridad.

Apuesto a la sinergia y a la colaboración como ley básica, permitiendo además que se incorpore la cultura popular, el calor humano, el sentido de la inclusión, de la adopción y de la composición por sobre la exclusión y la ley del más fuerte. (FIN/IPS/sf/mj-ff/ip cr dv/99

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