La realidad que acompaña el fin del siglo presenta las señales de una gran crisis. El sistema globalizado amenaza a todos, ricos y pobres, y peligra la viabilidad de la naturaleza y de la existencia en su conjunto, advierte el brasileño Leonardo Boff, uno de los creadores de la teología de la liberación.
A su juicio, es necesario mirar al Sur, a América Latina, a Africa, a los pobres, a pueblos que han sobrevivido los últimos 500 años a partir de estrategias de resistencia propias.
"Debemos aprender de ellos. Cómo tratan la naturaleza, cómo se han organizado y movilizado, sin negar, por supuesto, los aportes de la ciencia", señala Boff, que en 1992 dejó el sacerdocio, cansado de sus polémicas con el Vaticano.
La solución vendrá del "Gran Sur", donde desde hace siglos se han inventado, cotidianamente, soluciones, producciones alternativas, mercados regionales diferentes, lo que ha permitido la supervivencia aún en condiciones desfavorables, agrega.
Boff, de 61 años, estudió teología en Río de Janeiro y en Munich. Fue ordenado sacerdote en 1964, y sus problemas con el Vaticano estallaron en 1981, con la publicación de "Iglesia, carisma y poder", un libro en el que criticaba la estructura jerárquica de la Iglesia Católica.
Nueve años antes había dado a conocer "Jesucristo Libertador", uno de los primeros textos de la teología de la liberación, que tuvo fuerte impacto entre sacerdotes brasileños y latinoamericanos.
Tras renunciar a la Orden de los Frailes Menores (franciscanos) y a su condición de sacerdote, continuó escribiendo. Acumula decenas de títulos publicados y, especialmente, mantiene un firme compromiso social con su país de origen.
IPS: ¿Puede haber puntos de vista comunes entre un teólogo de la liberación y la fundación vinculada a la transnacional Novartis que apoya su proyecto para niños de la calle en Petrópolis, Brasil?
BOFF: Muchas veces, los promotores de este tipo de encuentros intentan llegar a convergencias. No siempre es un ejercicio posible. Yo aclaré que procedo de lo que yo llamo el "Gran Sur", donde están las víctimas más notorias del mercado, los sectores que la teología de la liberación pone en su centro.
Estoy convencido de que vivimos un momento particular del planeta. No pienso que hoy sea posible repetir el Arca de Noé y que se salvarán sólo algunos… Hay que dialogar, es imperativo, porque al planeta lo salvamos entre todos o no lo salva nadie. Y si no lo salva nadie, nos ahogamos todos.
IPS: La lucha por evitar la destrucción del planeta parece haber sido el estímulo principal de las movilizaciones de fines de noviembre y principios de diciembre en Seattle, Estados Unidos, y en otros lugares del mundo para frenar la Ronda del Milenio de negociaciones comerciales.
BOFF: Resulta incomprensible que la especulación financiera se haya convertido en una actividad mucho más importante que la producción… Seis mil millones de dólares circulan en las bolsas cada cuatro días. En gran medida, es pura especulación.
Se ha mercantilizado todo. Desde la sangre, hasta los órganos, el agua, los recursos naturales. Si seguimos con esta lógica, acabaremos con el planeta, porque se van desvaneciendo los valores sociales, de solidaridad, de compartir.
Podemos leer en periódicos de Brasil anuncios de gente que pone a la venta un riñón, lo que escandalizaría hasta a Karl Marx, que ni siquiera imaginó que se llegaría a ese extremo. En su concepción, la explotación generaba la ganancia, pero ahora la riqueza surge de la especulación, de la droga, de la venta de órganos y de armas, verdaderas perversiones de la economía.
La economía siempre fue la gestión de las necesidades de la sociedad, del mundo. Pero se ha convertido en pura gestión de dinero para producir más dinero. Acabo de leer que 70 por ciento de los estadounidenses invierten en la bolsa. Esto no puede seguir así… ¡Va a explotar!
IPS: ¿Cómo se ubica usted frente a esos síntomas, en su condición de teólogo, humanista y militante?
BOFF: Espero que no se produzca una crisis brusca, porque significaría la muerte de millones de personas. Quisiera que a este sistema irracional lo estrangulemos de a poco. Y que, mientras tanto, podamos crear alternativas para asegurar la vida.
Pero este sistema lleva tanto a la humanidad como a la naturaleza a un "impasse". Nos amenaza a todos, sin excepción. Todos somos víctimas por igual del sistema globalizado, ricos y pobres. Siento que, incluso, muchos poderosos de la tierra se dan cuenta de esta verdad.
IPS: ¿Acaso en otros momentos de la historia, como la revolución burguesa, no se tuvo también el sentimiento fatalista de que el cambio sumergiría a todos?
BOFF: El problema ahora es que esta lógica ha ocupado todos los espacios. Antes convivían diferentes formas de producción, familiar, cooperativa, mixta. Ahora sólo existe el monopolio del mercado.
Cuando los trabajadores rurales sin tierra de Brasil intentan crear coopertivas, ni el Estado ni los bancos se lo permiten. Este monoteísmo del mercado amenaza y exalta la crisis.
IPS: ¿No hay fuerzas económicas, o poderes como la Organización de las Naciones Unidas o dirigentes políticos capaces de intentar corregir este rumbo?
BOFF: No, y además existe el riesgo de que estemos llegando al límite ecológico. Gran parte de los recursos del planeta no son renovables. El modelo los está agotando.
Pensadores de talla y organismos como las Naciones Unidas vaticinan que las grandes guerras de los próximos lustros serán por el agua potable, que se está convirtiendo en un recurso "raro".
IPS: ¿No hay opciones alternativas? ¿De dónde vienen las señales de esperanza?
BOFF: La solución vendrá del Gran Sur, donde desde hace siglos se han inventado, cotidianamente, soluciones, producciones alternativas, mercados regionales diferentes, lo que ha permitido la supervivencia aún en condiciones desfavorables. A partir de ahí se encontrarán opciones globales válidas.
IPS: ¿El Sur en desarrollo debe desengancharse del Norte industrial, como lo han propuesto en distintos momentos los pensadores "tercermundistas"?
BOFF: Me parece esencial trabajar la teoría del caos, ley básica del universo. El caos, en sí, muchas veces y perdonando la redundancia, no es caótico, sino generativo. Cuando hay caos hay que buscar diálogo participativo, soluciones comunes.
La exclusión social puede ser la oportunidad de los pobres, condenados a una alternativa que no cabe en el sistema. Tienen que pensar y proponer opciones. (SIGUE/2-E