Las autoridades de la reserva natural de Dhana, en Jordania, procuran que la protección de la naturaleza vaya de la mano con la creación de empleos y con el turismo ecológico.
En 1993, la Sociedad Real Jordana para la Conservación de la Naturaleza (RSCN) lanzó el proyecto financiado con 3,3 millones de dólares proporcionados por el Fondo Global de Medio Ambiente (GEF) del Banco Mundial, un mecanismo establecido durante la Cumbre de la Tierra, realizada en Río de Janeiro en 1992.
Entonces, Wadi Dhana, un área de 320 kilómetros cuadrados, fue declarada reserva natural y un año después comenzó el proyecto.
Se realizaron 17 estudios de la naturaleza, se enumeraron 25 especies en peligro de extinción, se descubrieron tres nuevas plantas (a las que se dio el nombre de la reserva) y se delimitaron 98 puntos arqueológicos.
El proyecto terminó oficialmente en 1996 y la reserva funciona plenamente. En 1997, recibió tres millones de dólares más del GEF para su ampliación y mejora.
Cuando Fayza fue obligada por sus padres a abandonar la escuela a los 14 años pensó que le esperaba una vida de interminables tareas del hogar.
Ahora, a los 22 años, trabaja en un taller de artesanía de la reserva de Dhana y muestra orgullosa un prendedor de plata con forma de rama de olivo que acaba de hacer ella misma.
"Me llevó mucho tiempo convencer a mis padres de que me dejaran trabajar aquí, especialmente porque es un ambiente mixto", dijo Fayza.
"Creo que ahora están contentos. Hasta que me casé, hace cinco meses, mantuve a mi familia. Mis cuatro hermanos son menores que yo", agregó.
Fayza es una de las ocho mujeres que trabajan en el taller de trabajo con plata abierto en octubre de 1995 por la Dirección del Centro de Dhana, como parte de un plan para involucrar a los aldeanos en un proyecto que cambiaría su aldea y el valle de piedra arenisca blanca de Wadi Dhana.
Durante las dos últimas décadas, muchos de sus habitantes, desalentados por la distancia y la falta de servicios de la aldea, se trasladaron a unos pocos kilómetros hacia el este de la montaña, donde en los años 60 se fundó la aldea de Qadissiyeh.
La fábrica de cemento de Qadissiyeh implicaba mejores ingresos que la agricultura en Dhana, donde sólo quedaban los habitantes más ancianos.
"Al principio no entendíamos del todo qué estaba ocurriendo. Pensamos que nos iban a quitar la tierra", dijo Fayza, al recordar el comienzo del proyecto.
"Ese fue tal vez uno de los problemas del proyecto. El área fue primero declarada reserva natural y luego se invitó a la gente a participar", explicó Abdel Kader Razzak, uno de los habitantes de la aldea y actual director del Centro.
"Debió haber sido al revés, pero no había tiempo que perder. El área se estaba degradando con rapidez. En otros proyectos, la RSCN busca el tiempo para primero informar a las personas sobre el proyecto y concitar su interés antes de comenzar a actuar en el terreno", agregó.
"Cuando comencé a trabajar aquí comprendí mejor las cosas y expliqué todo a mi familia y a los aldeanos. Ahora vemos que esto es realmente muy bueno para nosotros también", dijo Fayza.
El taller de trabajo en plata recibe órdenes de alrededor de unas 600 piezas de joyería por mes. Las favoritas son los pequeños prendedores que representan a los animales del área, como águilas y cabras montesas.
La mayor parte de las joyas fueron diseñadas por el joyero Mahmoud el Saudi, quien dejó Amman en 1995 para vivir en Dhana y unirse al Centro.
"Comenzamos con 20 modelos y ahora tenemos 120. Las jóvenes también están diseñando algunas piezas y ya dominan todas las técnicas", dijo Mahmoud, que pronto trabajará en un taller de otra reserva al sur de Dhana, en Wadi Rum.
El objetivo detrás de este proyecto era de hecho transferir conocimiento. Los empleos están ahora en manos de los aldeanos, pero no todos están contentos con la reserva.
"Nuestros ingresos dependían principalmente de nuestros rebaños de cabras y ovejas, pero ahora pusieron límites al número de animales que podemos tener. Sin embargo, no nos ofreciero suficientes fuentes de ingresos a cambio", dijo Abu Issam, quien se quejó de los esfuerzos del Centro para reducir el pastoreo.
"Deberían apoyarnos más comprándonos toda nuestra cosecha de fruta, pero sólo nos compran un par de docenas de kilogramos a cada uno", agregó.
El Centro creó hasta ahora 10 empleos de tiempo completo y 26 de medio horario e indirectamente contribuye con el ingreso de otros 86 aldeanos. Seis familias regresaron a la aldea.
Un segundo taller produce mermeladas, hierbas medicinales, especias e incluso té, producido por mujeres de la aldea que aportaron sus métodos tradicionales.
En su primer año, el taller compró 160 kilogramos de albaricoques, manzanas, higos, ciruelas silvestres y otras frutas a los productores locales. Esa cifra aumentó a 2.500 kilogramos y la producción llega a 3.300 frascos de mermelada.
"La gente siempre se queja. Es muy difícil conformar a todos. Al principio los aldeanos no tenían a quién vender sus cosechas y la mayoría dejaban la agricultura, pero ahora se quejan de que no compramos lo suficiente", dijo Haroun Khawaldeh, uno de los administradores del taller de alimentos.
Luego de la preservación de la naturaleza y la integración de las personas y el medio, el proyecto pasó al ecoturismo, estableciendo reglas para el ingreso a la reserva.
Sólo se permiten 75 visitantes por día y hasta 60 campistas por noche. En total, Dhana recibe a unos 6.000 visitantes por año, siendo la primavera la temporada alta.
Este aspecto de la reserva también trajo oportunidades laborales a la aldea, donde el año pasado abrieron dos pequeños hoteles con capacidad para alojar a 35 personas, además de la casa de huéspedes del Centro, que es más cara.
El turismo cubre 30 por ciento de los gastos de la reserva. (FIN/IPS/tra-en/kg/ak/at/aq/en/99