Los grandes medios de comunicación del Norte industrializado amenazan con dominar Internet, pero los países del Sur en desarrollo pueden conseguir un flujo de información más equilibrado si logran que los pobres accedan a la red mundial de computadoras.
Ya en la década del 70, los países pobres iniciaron una campaña de presión por un Nuevo Orden Mundial de Información y Comunicación para impedir que los países ricos, que cada vez adquirían más control sobre los medios internacionales, establecieran la dirección a seguir en materia política.
La campaña fracasó en buena medida a causa de los gobiernos del Sur, para quienes el nuevo orden mundial equivalía a hacer propaganda del Estado.
Ahora, las tecnologías y formas de propiedad generan nuevas inquietudes entre gobiernos, expertos y empresas de los medios de comunicación sobre el equilibrio de la información en el mundo.
Incluso Internet, reconocida como un medio ideal para eliminar la desigualdad en las comunicaciones internacionales, tampoco tranquiliza a aquellos preocupados porque la información fluye en una sola dirección.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), por ejemplo, destaca las fallas de Internet para imponer la libre circulación de la información, pero reconoce que la red revolucionó las comunicaciones internacionales.
El número de computadoras que tienen conexión directa con Internet aumentó de menos de 100.000 en 1988 a más de 36 millones el año pasado. Se calcula que más de 143 millones de personas usaban la red en todo el mundo en 1998.
Se prevé que la cifra aumentará a 700 millones en el 2001. Internet es la herramienta de comunicaciones de mayor crecimiento.
Sin embargo, los usuarios de Internet se concentran sobre todo en los países industrializados, y 50 por ciento sus usuarios viven en Estados Unidos, cuya población representa apenas cinco por ciento del total del planeta, puntualizó el PNUD.
La mayoría de los navegantes de la red mundial pertenecen a los sectores de mayores ingresos, y en general poseen títulos universitarios, según el Informe sobre Desarrrollo Humano realizado por el PNUD este año.
Por lo tanto, Internet podría profundizar la brecha entre quienes tienen y quienes no tienen acceso al saber.
"La sociedad de Internet crea sistemas paralelos de comunicación, uno que brinda mucha información a bajo costo y alta velocidad a quienes tienen buenos ingresos, educación y conexión, y otro para quienes no tienen conexión, y están bloqueados por la pesada barrera del tiempo y el costo de obtener información incierta y perimida", agrega el informe del PNUD.
"Las personas de ambos sistemas viven y compiten entre sí, lo cual hace evidente el poder que otorga la conexión (a Internet)", observan los autores del documento.
Pero aunque esto no ocurriera, hay señales de que la capacidad de Internet para democratizar a los medios de comunicación correría peligro de quedar anulada.
Los expertos estadounidenses en comunicaciones Edward Herman y Robert McChesney señalan que la discusión sobre los medios de comunicación, que en la década del 70 se centraba en el Nuevo Orden, gira ahora en torno a la protección de los derechos de autor y de reproducción.
Las empresas de medios de comunicación de los países industrializados piden que sus gobiernos lideren la campaña contra las violaciones a los derechos de autor.
El principal escenario del debate sobre el flujo internacional de información ya no es la Unesco (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura), que casi sucumbió junto con el Nuevo Orden hace unas décadas, sino la Organización Mundial de Comercio.
Esta década se ha caracterizado por las fusiones y monopolios de los medios internacionales de comunicaciones, lo cual contrasta con la democratización que buscaba el Nuevo Orden, observan Herman y McChesney en su último libro "Los medios de comunicación mundiales – Nuevos misioneros del capitalismo mundial".
Esas fusiones originaron compañías de comunicación que controlan todo el proceso, desde la creación hasta la transmisión de la información, porque suelen ser la unión entre firmas productoras y agencias de noticias, o de programación y telecomunicaciones.
La consecuencia de esas fusiones es que el nuevo sistema mundial de medios de comunicación está dominado por cuatro o cinco decenas de transnacionales, de las cuales menos de 10 (en su mayoría estadounidenses) dominan el mercado mundial.
"Tal concentración de poder mediático en organizaciones que dependen del apoyo de los anunciantes, y cuya responsabilidad principal es frente a los accionistas, es un claro obstáculo a la participación de los ciudadanos en las cuestiones públicas, y por lo tanto, al funcionamiento eficaz de la democracia", alegan. (SIGUE/2-E