/Ciudades de América Latina/ URUGUAY: El ruido ambiente en el umbral crítico

En las principales vías de tránsito de la capital de Uruguay quedan pocos lugares para evitar el ruido, que presenta niveles diurnos superiores a 70 decibeles, el máximo aceptado por la Unión Europea y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Esa es la conclusión de un mapa acústico realizado por el gobierno municipal de Montevideo, en acuerdo con la Facultad de Ingeniería de la estatal Universidad de la República.

El resultado del estudio, realizado entre octubre de 1998 y octubre de este año, preocupó a las autoridades porque la contaminación acústica va a contramano de las mejoras que el gobierno municipal ha introducido en los últimos años en esas mismas arterias de tránsito.

«Es una paradoja, pero las parejas que antes solían expresar su romanticismo en un banco de la plaza, hoy no puden hacerlo pese a que el entorno mejoró, porque apenas pueden dialogar por el ruido ambiente», dijo a IPS un comerciante de la céntrica plaza de Cagancha.

Según el informe, el tránsito es la principal fuente de ruidos, pero a éste se añaden las bocinas y los caños de escape defectuosos de automóviles y autobuses e, incluso, la tendencia cada vez más frecuente a dialogar en alta voz.

Muchos de esos ruidos son evitables con facilidad y prevención, lo que ha sido comprobado en los países industrializados mediante estudios especializados y experiencias concretadas.

El estudio indicó que el Indice de Ruidosidad Evitable (IRE) oscila entre tres y 62 decibeles, lo que equivale a decir que de cada 1.000 vehículos que circulan hay entre tres y 62 cuyos niveles de ruido pueden reducirse.

La medición indicó con claridad que en Montevideo, ciudad de casi 1,4 millones de habitantes, existen cinco puntos especialmente conflictivos, con altos decibeles en los cuales el IRE puede reducirse.

Pero los problemas no se limitan a esos lugares, sino que cada barrio de la capital tiene sus propios problemas, que incluyen el ruido cada vez más frecuente de alarmas en domicilios particulares y frenadas bruscas de vehículos que circulan a velocidades excesivas.

En la residencial zona de Carrasco, alejada del centro de la ciudad unos 14 kilómetros, la contaminación ambiental aumenta ocasionalmente por el ruido de los aviones al despegar o aterrizar en el próximo aeropuerto internacional.

Una encuesta de las empresa Equipos Mori, encargada por el municipio y publicada por el diario El Observador, estableció que 68 por ciento de los habitantes de Montevideo considera que el tema de la contaminación sonora es muy imporante (37 por ciento) y bastante importante (31 por ciento).

La consulta indicó que los sectores socioeconómicos alto, medio alto y medio bajo son los que tienen una percepción mayor del problema, mientras que el sector medio es el que le asigna menor importancia.

Los más sensibles son los habitantes del centro de la ciudad, ya que casi 100 por ciento de ellos lo consideró central para sus reclamos.

La percepción acerca de la molestia ocasionada por los ruidos es, en general, mayor en la zona donde la gente trabaja que en la que vive.

Los consultados identificaron como responsables del ruido al tránsito (65 por ciento), las bocinas (10 por ciento) y las alarmas (cinco por ciento).

En algunas zonas de Montevideo, el nivel acústico de 70 decibeles está en el llamado umbral crítico.

El informe publicado por el diario recordó que como resultado de ruidos por encima de los 75 decibeles, puede producirse aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, estrés, agresividad, alteraciones del sueño, gastritis y úlcera, asma, cefalea y pérdida de la audición.

El ingeniero Guillermo Rodríguez, diector técnico del Servicio de Instalaciones Mecánicas y Eléctricas del gobierno municipal de Montevideo, dijo que aunque los niveles de ruido son superiores a los establecidos por la OMS, «no alcanzan a producir daños visibles a la salud de la población». (FIN/IPS/rr/ag/en/99)

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