CHILE: Lavín, la carta de la derecha para volver al poder

"Transformer", "candidato cosmético" y "camaleónico" son algunos de los apodos que sus adversarios dan a Joaquín Lavín, el hombre que encarna la esperanza de la derecha de recuperar el poder en Chile.

Para sus partidarios, este economista de 46 años es un líder de nuevo estilo que ha revolucionado la forma de hacer política en Chile al identificar los problemas reales de los chilenos y convocar a todos a participar en su solución.

Lavín, de acuerdo con las encuestas, disputará voto a voto el triunfo en las elecciones presidenciales de este domingo con el socialista moderado Ricardo Lagos, candidato de la gobernante Concertación por la Democracia.

Los mismos sondeos de opinión indican que en esta primera ronda con seis candidatos, ni Lagos ni Lavín obtendrán mayoría absoluta, lo cual los obligará a enfrentarse en una segunda vuelta, restringida sólo a ellos dos, el domingo 16 de enero.

Lo cierto es que éstos se perfilan como los comicios presidenciales más disputados en Chile desde 1970, cuando el socialista Salvador Allende derrotó en las urnas al conservador Jorge Alessandri y al democristiano Radomiro Tomic.

El golpe de Estado de 1973 implicó que la derecha volviera al gobierno, pero a la sombra de la prolongada dictadura del general Augusto Pinochet, que se extendió casi 17 años, hasta el 11 de marzo de 1990.

Lavín, nacido en Santiago el 23 de octubre de 1953, no cumplía aún los 20 años cuando Pinochet dio el golpe de Estado, pero ya se identificaba con el "gremialismo", un movimiento neoconservador que dio sustento ideológico a la dictadura militar.

En la Universidad Católica, cuna del gremialismo, Lavín se graduó de ingeniero comercial para luego cursar un master en Economía en la Universidad de Chicago. A los 26 años se convirtió en decano de Economía de la Universidad de Concepción, ciudad 515 kilómetros al sur de Santiago.

Fue también alto funcionario de la Oficina de Planificación Nacional bajo la dictadura y participó en la fundación de la Unión Demócrata Independiente (UDI), el partido del gremialismo liderado por Jaime Guzmán, asesinado en 1991, cuando era senador.

En la última fase del régimen, Lavín fue editor durante siete años del cuerpo especializado en Economía del diario El Mercurio, y escribió laudatorios libros sobre la gestión económica de la dictadura, de los que organismos estatales compraron gran cantidad de ejemplares.

Casado con Estela León, el abanderado derechista tiene siete hijos y es miembro del Opus Dei, condición que no es mencionada en su biografía oficial como candidato, en la cual también se oculta su carácter de ex funcionario del gobierno dictatorial.

En 1989, en las primeras elecciones parlamentarias celebradas en Chile desde el golpe de Estado, Lavín no logró conquistar un sillón de diputado por el distrito de Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea, que reúne a los municipios más ricos de la capital.

En 1992 ganó la alcaldía de Las Condes y comenzó desde ahí su gran proyección al campo político como un jefe municipal dinámico que organizó consultas con el fin de que los propios vecinos fijaran prioridades para invertir los recursos de la comuna.

Esta gestión le permitió ser reelegido alcalde en 1996 con 78,5 por ciento de los votos, una marca inédita en Chile para las elecciones municipales.

Las Condes es la comuna más poderosa de Chile por el alto nivel de vida de sus habitantes, lo cual lleva a muchos a preguntarse si Lavín hubiera sido un alcalde tan efectivo en uno de los centenares de municipios pobres del país.

Desde el oficialismo y la izquierda se le impugna porque es capaz de convocar a un plebiscito para definir la instalación de un semáforo, pero se niega a que ese mismo mecanismo se aplique para que el pueblo resuelva si quiere cambiar la constitución heredada de Pinochet.

Durante toda su exitosa campaña, cuyo lema es "viva el cambio", Lavín ha eludido los emplazamientos en esos aspectos y del mismo modo elude entrar en debates sobre Pinochet, con el argumento de que al país no le interesan los asuntos del pasado.

A la postre, el candidato derechista ha sido el más favorecido por el arresto del ex dictador hace ya más de 13 meses en Londres, ya que no ha debido cargar con el lastre de su identificación con la dictadura en esta campaña.

Desde que lanzó su postulación en abril de este año, Lavín puso en práctica recursos de acercamiento a los votantes con consultas telefónicas, por correo electrónico y puerta a puerta, como paso previo a la elaboración de su programa.

Cumplido ese paso, en que asegura que atendió más de tres millones de sugerencias telefónicas e igual número de encuestas, elaboró una lista de 60 grandes soluciones a los problemas detectados.

"La trampa de la política tradicional es hacernos creer que los grandes problemas son estrictamente políticos. Para mí es al revés, la política es solucionar los problemas reales de la gente", afirma Lavín.

Así, en sus propuestas habla de combatir la droga, la delincuencia, garantizar la seguridad ciudadana, dar atención de salud y garantizar más educación, así como crear 100.000 empleos en su primer año de gobierno y un millón en todo su eventual mandato de seis años.

Los grandes problemas de la transición democrática, como los llamados enclaves autoritarios y los miles de casos pendientes de violaciones de los derechos humanos, no figuran en el discurso del candidato de la derecha. (FIN/IPS/ggr/mj/ip/99

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